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Historia de la Unificación de Alemania e Italia: El nacimiento de los nacionalismos europeos II Parte

PROCESOS DE UNIFICACIÓN DE ALEMANIA E ITALIA: LA FORMACIÓN DE LOS DOS ESTADOS

ALEMANIA: Antes de la Conquista Napoleónica el Sacro Imperio Romano Germánico estaba constituido por más de 300 estados. Después de ser conquistado el Sacro Imperio Romano Germánico por Napoleón Bonaparte, este pasó a llamarse confederación del Rin, que estaba constituida ahora por 38 estados. Entre esos estados destacaron Austria, Prusia y Baviera. Tras apoyar a Austria en la Guerra de las Siete Semanas, Baviera firmó un pacto con Prusia que la dejó dependiente de ella. Y tras la muerte de Luis II de Baviera el poder quedó centrado en Austria y Prusia. Aunque también hay que matizar que la Unificación de Alemania es un proceso político que tiene lugar a finales del siglo XIX y que culmina con la creación del Imperio Alemán. Antes de la formación de un Estado Nacional unificado. Entre ellos destacaron por su importancia económica y política, Austria y Prusia. Desde principios del siglo XIX se inició un proceso de organización de un Estado nacional en Alemania.

Un paso importante en este proceso fue la formación de un mercado único en la región, impulsado por la aristocracia terrateniente (los junkers) de Prusia y la burguesía industrial de la cuenca del Ruhr. Sin embargo, debido a las diferencias políticas entre Austria y Prusia, entre otras causas, el proceso de unificación no pudo llevarse a cabo en la primera mitad del siglo XIX. Desde 1848 fue cada vez más intensa la actividad política de grupos nacionalistas que alentaban la formación de un solo Estado para todos los alemanes. La situación de Austria, gobernada por Francisco José I de Habsburgo-Lorena y el primer ministro era Klemens von Metternich. Austria estaba gobernada por una monarquía centralista y autoritaria. En economía, Austria no contaba con recursos ni con una burguesía poderosa capaz de lograr un desarrollo industrial. Por lo tanto Austria seguía manteniendo el antiguo régimen, además de su ideología católica, lo que le impide su desarrollo en materia económica, política y social. Mientras que Prusia, gobernada por la familia de los Hozenhollern, en la persona de Federico Guillermo I de Prusia y el primer ministro era Otto von Bismarck, llamado el Canciller de Hierro. Bismarck, un aristócrata prusiano fue el artífice de la unificación alemana, fue nombrado ministro-presidente por el Kaiser Guillermo I en 1862. Se alió con Austria para arrebatar a Dinamarca el ducado de Schleswig-Holstein (1864); después promovió una guerra contra Austria (1866) mediante la cual se hizo dueño absoluto de aquel ducado y anexo a Prusia –Hannover y Hesse-Cassel; a continuación creó la Confederación de Alemania Septentrional bajo la hegemonía de Prusia, quien incluía todos los territorios germánicos situados al norte del Main; la victoria sobre Francia en la Guerra Franco-Prusiana (1870-1871) le permitió realizar la unidad alemana bajo Guillermo I de Prusia, que fue proclamado Emperador.

Prusia tenía un sistema de gobierno diferente al de Austria, con una monarquía basada en la Constitución. Prusia a diferencia de Austria, experimentó un desarrollo económico considerable, convirtiéndose en el centro industrial más poderoso de la región. Prusia impulsó la industria del acero, carbón y el hierro. Sus comunicaciones crecieron por lo que pudieron formar un mercado económico activo. Prusia tuvo un gran avance gracias al sistema de gobierno que tenía y a la religión “Protestante”, lo que ayudo a impulsar a la burguesía, mejorando la economía del Estado. Pero en los Estados menos avanzados como Austria se seguía creyendo en el derecho divino y una consecuencia de esto era la religión que practicaban. Surge una teoría política llamada Liberalismo, esta teoría aboga por los derechos de libertad los cuales pueden ser económicos, sociales, civiles etc Hubo dos propuestas para unificar los estados y estos fueron: La pequeña Alemania: La cual estaría formada por Prusia y mantendría un mismo sistema de gobierno. Y la Gran Alemania: La cual estaría formada también por Austria.

En el asunto económico las principales causas económicas de la unificación fueron: La Revolución Industrial, que hace que se extienda la industria y el comercio, por las que las economías de los estados que la experimentan se desarrollan mejor que las que no las llevan a cabo. La segunda sería el liberalismo económico, el cual trae como consecuencia la consolidación del capitalismo y la burguesía. La tercera consecuencia sería el surgimiento del Zollverein. Un sistema de unificación aduanera que se organizó en 1828 y entró en vigor el 1 de enero de 1834. El Zollverein se inició en Prusia, estado al que se adhirieron Hesse-Darmstadt, Baviera y Wurtemberg. Y por último añadir que los junkers tuvieron, como ya hemos visto una gran importancia en el desarrollo de la unificación porque eran propietarios de grandes latifundios que serían convertidos en terrenos industriales y ya no en plantaciones. En el aspecto social, podríamos analizar diversos puntos que destacaron por su importancia, como por ejemplo, en el control de la burguesía en la economía del estado y del poder político. En segundo lugar, empieza a surgir la clase obrera prusiana y la transformación de los siervos en obreros. En tercer lugar veríamos como Prusia adoptó el sistema de la abolición de la servidumbre y la distinción entre propiedad noble y no noble. Y finalmente los obreros siguen pagando los impuestos. En el plano ideológico vemos que empieza a surgir el nacionalismo centrípeto (consecuencia del periodo en que Alemania fue conquistada por Napoleón), el objetivo es unificar los Estados. También seguirá existiendo la creencia del derecho divino en Austria. Surgirá el liberalismo, mientras que la religión mayoritaria en Prusia era la protestante, en Austria era la católica.

DESARROLLO DE LA UNIFICACIÓN ALEMANA

GUERRA DE LOS DUCADOS (1864)

El conflicto de los Ducados Daneses fue la excusa para que en 1864 Prusia y Austria actuaran en Dinamarca debido a que el Rey danés deseaba incorporar a su Corona los tres ducados (Schleswig, Holstein y Lavenbourg), que desde 1845 se le habían confiado al Rey de Dinamarca y se decidió que Prusia y Austria administraran los ducados en común. Empezaron los conflictos, y mientras Bismarck preparaba la ruptura con Austria. El ejército prusiano, recientemente reorganizado y mejor equipado, sería el instrumento con el que Bismarck alcanzaría sus objetivos en política exterior. Su oportunidad llegó en 1863, cuando la Confederación Germánica, una unión de estados alemanes presidida por el Imperio Austríaco, protestó ante el intento del Rey Cristián IX de Dinamarca por incorporar a su reino el Ducado de Schleswig, que en esa época se encontraba bajo el control oficial de Dinamarca. En el Protocolo de Londres de 1852, se había dispuesto que Schleswig quedara indisolublemente unida al Ducado vecino de Holstein, que, además, también era miembro de la Confederación Germánica. Bimarck pretendía sacar provecho de esta complicada disputa a favor de los intereses de Prusia y persuadió al Emperador de Austria, Francisco José I, para que se uniera a Prusia en su defensa de los términos del Protocolo de Londres, lo que obligaría a Dinamarca a renunciar a su soberanía sobre las provincias. Se inició así la llamada Guerra de los Ducados. Las fuerzas prusianas y austríacas invadieron Jutlandia. Lo que llevó al Rey de Dinamarca a transferir Schleswig-Holstein a los dos vencedores tras la derrota de su ejército en el mes de agosto, y las fuerzas de Austria y Prusia ocuparon el territorio conquistado.

2. GUERRA AUSTRO-PRUSIANA (1866)

Después de la victoria, era preciso decidir el futuro de los dos ducados: Bismarck deseaba anexionarlos a Prusia, una solución a la que Austria se oponía rotundamente. Se intentó resolver este asunto de distintas formas: en primer lugar, se celebró una conferencia en Londres, a la que asistieron las grandes potencias; tras el fracaso de esta reunión, negociaron directamente las naciones en conflicto. Esta última vía tampoco condujo a ningún acuerdo y finalmente, Prusia y Austria entraron en guerra el 14 de junio de 1866. El objetivo de la guerra Austro-Prusiana, fue que las tropas prusianas tenían como misión expulsar a los austríacos de la Confederación Germánica y una vez expulsados formar una Estado llamado Federación de Alemania del Norte. Dicha Federación entró en la historia una vez Prusia hubo derrotado a Austria y al resto de los Estados de la Confederación Germánica en la Guerra de las Siete Semanas de 1866. Bismarck redactó la Constitución que entró en vigor el 1 de julio de 1867. Esta Federación estaba organizada en 22 estados del norte de Alemania, fue un agrupamiento transitorio, que duró solo hasta la proclamación del Imperio Alemán en 1871. Mientras este conflicto estaba en desarrollo la tesis del Zollverein fue aplicada. Además de la expulsión de los austríacos, Prusia también tenía otro objetivo: anexionar Holstein y Schleswig a la Alemania del Norte. Prusia no obstante, prometió a Italia devolver Venecia a cambio de ir a la guerra contra Austria. El ejército austríaco fue derrotado en la batalla de Sadowa (Köninggrätz), situada en Bohemia, el 3 de julio de 1866. Prusia gana la guerra por lo que logra todos los objetivos. Y finalmente se firmó el tratado en Praga.

3. LA GUERRA FRANCO-PRUSIANA Y LA UNIFICACIÓN ALEMANA

Las otras grandes potencias Francia, Gran Bretaña y Rusia, que habían permanecido neutrales durante el conflicto, no habían previsto la rapidez y magnitud de la derrota austriaca. A su vez Napoleón III estaba muy asustado porque Alemania era un vecino muy peligroso y además preveía que los Estados del Sur iban a unificarse, también por eso tenía que clarificar qué iba a hacer en un futuro (aliarse con Prusia o buscar la neutralidad). Por un lado gran parte de los franceses entre los que estaban los católicos practicantes y el proletariado no entienden el empecinamiento de Napoleón III en apoyar al Papa, que es el que está creando el retraso de la Unificación de Italia, no entienden que el Papa siga empeñado en ser Rey siendo el jefe de la Iglesia Católica. Y por el otro lado, tiene mucha protesta social porque es verdad que Francia se ha desarrollado mucho bajo su mandato, pero hay una clase obrera perfectamente organizada en sindicatos que reclama que los Gobiernos legislen e intervengan en la vida laboral. Pero luego hay una parte de la opinión pública francesa que no está en absoluto contenta con la política exterior que ha llevado a Napoleón, una política vacilante, y por lo tanto reclaman una política coherente y con unas líneas claras de actuación. El círculo político de alrededor de Napoleón y de su mujer, Eugenia de Montijo, piensan que una manera de acallar estas protestas es conseguir un éxito diplomático o político importante y por eso comienza una política de reclamaciones territoriales, el Emperador francés, exigió a Prusia compensaciones por la ampliación de su territorio, y sugirió a Bismarck la cesión de algunas zonas de Renania, Bélgica o Luxemburgo como posibles retribuciones, las cuales a Bismarck no le gustaron nada y con ello, estaba dispuesto a manipularlo a su gusto a través de la prensa y empezar a presentar a Francia como imperialista y en estas circunstancias surgirá la excusa para iniciar el conflicto con Francia y este hecho tiene que ver con España ya que a finales de la década de los sesenta, España, cuya reina, Isabel II, había sido depuesta recientemente, por la revolución de 1868, ofreció su Trono al Príncipe Leopoldo de Hohenzollern, pariente de Guillermo I. Napoleón III, que no deseaba verse rodeado de Prusia, protestó por esta propuesta y la candidatura de Leopoldo fue retirada bajo la presión del Kaiser. No obstante, Napoleón III insistió nuevamente para que Guillermo I ofreciera garantías de que la candidatura de Leopoldo no se volvería a presentar.

Ante esta situación, el embajador francés de Prusia se trasladó a Ems para entrevistarse con Guillermo, que se encontraba descansando. Éste, indignado porque se pusiera en duda su palabra, telegrafió a Bismarck, que se encontraba en Berlín, para comunicarle que se negaba a ofrecer ninguna otra confirmación al embajador francés, al que había despedido. Pero Bismarck interceptó la respuesta, redujo el texto y se convirtió en una misiva ofensiva para Francia, el círculo del Emperador y la Emperatriz Eugenio de Montijo, se sintieron muy ofendidos y declararon la guerra a Prusia el 19 de julio, encolerizada por el supuesto agravio cometido contra su embajador. Bismarck también hizo públicas las demandas de Napoleón III sobre Bélgica y Luxemburgo, lo que reafirmó a Gran Bretaña en su decisión de permanecer neutral en el conflicto. Los estados alemanes del sur, irritados por los proyectos previstos por el Emperador francés para el territorio renano, que Bismarck también se encargó de filtrar a la prensa, se unieron a Prusia. Los ejércitos de Napoleón III fueron derrotados en la batalla de Sedán y en Metz; Napoleón III abdica y se proclama la III República. A continuación los prusianos sitiaron París. Los franceses intentan resistir en París, cosa que no lograron y por eso Gambetta, que estaba al frente del Gobierno de Defensa Nacional de la República, una vez depuesto Napoleón, intento pedir un armisticio que fuera favorable para Francia, cosa que Guillermo no aceptó. El Gobierno de la Defensa Nacional intentó organizar una resistencia en las zonas no ocupadas del país. Los nuevos ejércitos franceses, apoyados por guerrilleros, lucharon durante un tiempo contra fuerzas muy superiores, pero las autoridades se vieron finalmente en la decisión de firmar un armisticio con Prusia. Alemania ganó la guerra. París cayo definitivamente el 28 de enero de 1871 y se firmaron “Las Preliminares de Versalles” (primeras conversaciones sobre la paz) y finalmente se acabó por firmar la paz en el mes de mayo y se la denominó “La Paz de Franckfurt” por la cual Francia perdía toda Alsacia y la mayor parte de Lorena, zona estratégica e importantísima desde el punto de vista minero y por lo tanto económico. Incluyendo el pago de 5.000 millones de libras de indemnización como responsabilidad de guerra. Era una paz muy dura que acabaría por envenenar todas las relaciones europeas, ya que a partir de este momento tendrá lugar un movimiento de revancha o enfrentamiento contra los alemanes, “El Revanchismo Francés”. En el mismo mes de enero en que se firmaron las Preliminares de Versalles, Guillermo I; Rey de Prusia, se proclamó Emperador o Kaiser y se constituía el II Reich Alemán, lo hizo en la sala de los Espejos en el Palacio de Versalles, para ello fue necesario convencer a los Estados del Sur de Alemania para que se unieran a la Confederación del Norte y fue Bismarck quien convenció a Luis II de Baviera indicándole que no se preocupara porque Baviera y todo el sur tendrían una amplia autonomía y fue el propio Luis II quien ofreció la Corona a Guillermo I, y fue a partir de este momento cuando Guillermo I es proclamado Rey de Prusia y al mismo tiempo de una Alemania organizada como una federación. Bismarck será el primer ministro de Prusia, pero al mismo tiempo es el Canciller alemán.

ITALIA: A principios del siglo XIX el político austríaco Metternich afirmaba que Italia era sólo una “expresión geográfica” (cada pueblo tenía sus diferentes costumbres, lengua, bandera e himno) Ocupaban la península itálica un mosaico de estados, algunos ocupados por potencias extranjeras. Napoleón conquisto la península para crear el Reino de Italia, del cual se declaró Rey y también conquistó el Reino de Nápoles. Durante este período Italia sufrió toda una serie de reformas liberales, como la abolición de los privilegios feudales y eclesiásticos. Con la derrota de Napoeleón, el Congreso de Viena (1815) reestructura de nuevo el espacio geográfico de Italia atendiendo especialmente a los intereses de las familias dinásticas y a las grandes potencias europeas, pero nunca a los intereses del pueblo. El Imperio Austríaco se anexionó Lombardía y el Véneto y además colocó a príncipes austríacos en el Trono de Parma, Módena y Toscana. Cerdeña y Piamonte se unificaron en el Reino de Piamonte-Cerdeña, el cual recibió Saboya y Niza. Se restauraron los Estados Pontificios y a los Borbones en el Trono de Nápoles, que pasó a llamarse Reino de las Dos-Sicilias. Se restauró el absolutismo en todos los Estados.

Los gobernantes impuestos por el Congreso de Viena no contaban con el apoyo popular, por lo que tuvieron que estar auxiliados por el Imperio Austríaco. Mientras tanto, los ideales nacionalistas continuaban propagándose, incentivados por la vuelta al absolutismo y el progreso económico. El incremento de la producción textil del Piamonte necesitaba de un mercado interior más amplio donde colocar sus manufacturas. La expansión del ferrocarril favorecía las comunicaciones y la unidad de los diversos estados. Otros elementos aglutinadores eran la religión católica, la cultura italiana y el romanticismo, que identificó a Italia con el Risorgimento letterario, con el que adquirió un gran poder político. Por ello podríamos decir que la unificación de Italia fue el proceso histórico que a lo largo del siglo XIX llevó a la unificación de los diferentes estados en que estaba dividida la península itálica, en su mayor parte vinculados a dinastías consideradas “no italianas” como los Habsburgo o los Borbón. El papel conspirativo de la masonería o de los intereses de distintas potencias europeas (concretamente Inglaterra, interesada en crear una fuerte antagonista a su rival Francia) también se ha aducido como causa del “Risorgimento”. Cuando se plantea la unificación la oposición a la unidad italiana sobre todo provenía de Austria y del Papado. Mientras que el espíritu de la unificación va a partir del Piamonte, por tener una monarquía constitucional que agradaba más a los liberales. El aspecto ideológico de la política italiana, había aparecido en los escritores como Leopardi, Monzón, Abate, Gioberti y Balbo, y en casi todos se desarrollo un sentimiento de rechazo a los austríacos, además de la ideología también existe un desarrollo ideológico, Italia tenía un relieve difícil y para el desarrollo del ferrocarril hacia falta mucho dinero, y una unidad política que era básica para el desarrollo de la industria y el comercio. El proceso es entendido, por algunos historiadores, también como la conquista de la aristocrática Italia del sur (Nápoles, Sicilia), el estado más industrializado de la península y el tercero de Europa; por parte de Italia del Norte (valle del Po), influenciada por las potencias europeas como Francia y Austria (según ellos el proceso también puede interpretarse en el sentido de que el norte parásito al sur impidiendo su desarrollo y propiciando la emigración y la perpetuación de su situación social.

ETAPAS DE LA UNIFICACIÓN ITALIANA (LA PRIMERA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA 1848-1849)

En 1848, después de los movimientos revolucionarios en Palermo, Messina y Milán y en otras muchas partes de Europa, se inicia la Primera Guerra de la Independencia declarada a Austria el 23 de marzo de 1848, por Carlos Alberto de Saboya el jefe de la alianza del Reino de Cerdeña con los Estados Pontificios y el Reino de las Dos Sicilias. Justo el día anterior se había proclamado en Venecia la llamada “República de San Marcos”, que presidía el abogado judío Daniele Manin. Tanto Giusseppe Garibaldi, Giusseppe Mazzini y Giusseppe Elia Benza regresaron a Italia para participar de la revuelta, pero la casa de Saboya no aceptó que participaran en ella y la rebelión fue generalmente dirigida por los gobiernos. Por lo tanto, el ejército de Carlos no iba a ser el único que se enfrentaría a los austríacos. El gobierno revolucionario de Nápoles envió un ejército al mando del veterano general Pepe, y tras varios acontecimientos un tanto rocambolescos, llegó también un pequeño ejército procedente de los Estados Pontificios. Pio IX entregó el mando de sus fuerzas al general Giacomo Durando, un aventurero que había luchado por la revolución de España, con la orden expresa del Papa de que se limitaran a proteger las fronteras pontificias.

Después de las victorias iniciales en Goioto y en Peschiera del Garda, el Papa, preocupado por la expansión del Reino de Cerdeña en caso de victoria retiró sus tropas. Por un instante, pareció que había una esperanza razonable de que Italia pudiera ser liberada. Pero a finales de abril la situación dio un vuelco. El Papa, indignado por la desobediencia de sus tropas de volver a Roma, hizo pública el 29 de abril una alocución por la que impugnaba cualquier intento de librar una guerra contra Austria. El ejército Papal del general Durando, como tal, no regreso a Roma, pero si que lo hicieron numerosos grupos armados; una circunstancia nada tranquilizadora para Pio IX. El 23 de mayo la causa italiana sufría un segundo golpe, cuando Fernando de Nápoles, auxiliado por grupos de mercenarios suizos, derrocaba al gobierno constitucional y restauraba la monarquía absoluta. Pero la derrota piamontesa ya era algo inevitable. El mariscal Radetzky recibió tropas de refresco desde Austria, y el 24 de julio, en Custozza, (cerca de Vernona) obtuvo una aplastante victoria sobre el ejército de Carlos Alberto y tuvieron que firmar, el 9 de agosto de 1848 el armisticio de Salasco con Austria y aceptar lo pactado anteriormente en el Congreso de Viena. Acto seguido los austríacos ocuparon Lombardía.

La Guerra de los Príncipes, según Mazzini, había terminado, y ahora llegaba el momento de que empezara la guerra del pueblo. Así termina la primera fase del 1848 italiano. El año siguiente la ofensiva sería democrática. En la segunda fase, en 1849, Las revoluciones republicanas que estallaron en otoño expulsaron de sus territorios al Gran Duque Leopoldo II de la Toscana que abandonó Florencia, dejando un gobierno provisional. En Roma, se proclamó la República romana, y el Papa Pio IX fue expulsado. Dos de las principales figuras del Risorgimento –Mazzini y Garibaldi– iban a desempeñar un papel crucial en la historia de la República romana.. Con la idea de un triunvirato de Giusseppe Mazzini. Carlos Alberto rompió la tregua con Austria, pero cuando perdió en Novara abdicó a favor de Víctor Manuel II. Giusseppe Garibaldi, fue puesto al frente del ejército de la República romana. Garibaldi se había labrado un nombre combatiendo en las guerras de Sudamérica, primero en calidad de comandante de una fuerza naval irregular, y, luego, ya en tierra, como líder guerrillero. Su contribución a la independencia de la República de Uruguay ha hecho que en este país se le venere como uno de los padres de la patria. Roma fue atacada por las tropas francesas de Napoleón III, que la sitiaron. Con la caída de la República romana muchos revolucionarios fueron de nuevo condenados al exilio; Garibaldi, en 1850 se exiliaría en Nueva York Carlos Alberto hizo un breve intento de reanudar la guerra contra Austria, pero no pasaron ni dos semanas antes de sufrir una severa derrota, en esta ocasión en la batalla de Novara. El Rey abdicó y se retiró a un monasterio en Portugal, donde moriría tres meses después. Le sucedió en el trono su hijo Víctor Manuel II. También Venecia, tras una larguísima resistencia del asedio austríaco comandada por Leonardo Andervolti, tuvo que rendirse por el hambre y una epidemia de cólera. Con la caída de Venecia puede decirse que concluye la fase romántica del Risorgimento, si bien la “Expedición de los Mil” que encabezaría Garibaldi en 1860 constituyó un breve pero espectacular rebrote de la misma.