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Historia de la Unificación de Alemania e Italia: El nacimiento de los nacionalismos europeos I Parte

ANTECEDENTES HISTORICOS: EUROPA DE 1815 A 1871

En Viena, en 1815, los soberanos vencedores de Francia se ponen de acuerdo para restaurar un orden europeo basado en la legitimidad, el equilibrio de las potencias y la autoridad de los monarcas conservadores. En el continente, el imperio austríaco y Rusia son los garantes de la permanencia de esa situación. El Reino Unido, jugando en un papel de potencia liberal, vigila el mantenimiento del equilibrio europeo. Pero los estados conservadores se enfrentan a dos grandes movimientos desestabilizadores: los liberales desean promover instituciones representativas, y los patriotas, despertados por el soplo de la Revolución francesa, proclaman el derecho de los pueblos a disponer de sí mismos, a formar sus propias naciones. Mientras el Imperio de Austria, debilitado, no controla ya el nuevo equilibrio europeo. Europa es desde ahora la nueva Europa de los estados.

LA EUROPA DE LA SANTA ALIANZA Y DE METTERNICH
La Europa de 1815

El Congreso de Viena no reconstruye la Europa anterior a 1789. Francia, por supuesto, militarmente ocupada, se ve remitida a sus antiguas fronteras, pero el mapa político de Europa central queda simplificado en proyecto a los grandes reinos vencedores. El Reino de los Países Bajos reúne las Provincias Unidas y los Países Bajos austriacos; a ojos de los británicos, deberá convertirse en una útil barrera contra un eventual despertar de los deseos expansionistas de los franceses. El Reino de Prusia se aprovecha por el este – los mismo que Rusia y Austria– de la desmembración de Polonia, pero gana sobre todo por el oeste Westfalia y Renania. Se convierte en uno de los miembros más importantes de la Confederación Germánica, creada por el acta de 10 de junio de 1815, que reagrupa a 39 estados y esta presidida por el Emperador de Austria. El Imperio de Austria sigue dominando los países danubianos de población alemana, magiar y eslava; a ello se añade, en Italia, el Reino Lombardo-Véneto. El resto de la península está dividida; los Estados más importantes son el Reino de Nápoles, los Estados Pontificios y el Reino de Piamonte-Cerdeña. Ducados de Parma, Módena y Toscana estaban regidos por archiduques austríacos; el Papa extendía su gobierno a las provincias del Adriático. En Nápoles y Sicilia, volvían a gobernar los Borbones según métodos tradicionales. El Zar conserva Finlandia y Besarabia, y controla directamente el reino autóctono de Polonia. Alejandro I es promotor del trabajo de la “Santa Alianza” que unió al Emperador católico de los Habsburgo Francisco I, con el Emperador protestante de los Hozenhollern, Federico Guillermo III de Prusia, y al Zar Alejandro, como campeón de la Ortodoxia eslava y oriental. El Reino Unido, cuyo pragmatismo no tiene que hacer invocaciones místicas a la Santa Trinidad, prefiere anudar la Cuadruple Alianza dirigida contra Francia. La nueva Europa es obra del canciller austríaco Metternich. Las grandes potencias victoriosas se arrogan el derecho de la intervención para mantener intacta la obra de Viena; se ponen de acuerdo para vigilar a Francia, “la caverna de donde sale el viento que sopla la muerte sobre el cuerpo social” Sin embargo, entre la guerra revolucionaria e imperial y la llamada guerra europea de 1914 o Gran Guerra, el siglo XIX puede otorgársele el título de “siglo de la paz europea”; con ello los conflictos interestatales quedaron limitados por el control de Viena. Aunque también tenemos que remarcar que la Europa de los reyes no es por entero una Europa absolutista. El Reino Unido no es desde luego una democracia: la aristocracia terrateniente sigue dominando la Cámara de los Lores y la administración local; los diputados de los Comunes sólo son elegidos por 400.000 electores. Pero el régimen parlamentario funciona bien. El gabinete inglés depende de las mayorías, tories o whigs, en las asambleas; los soberanos (la Reina Victoria a partir de 1837) son respetuosos con las libertades parlamentarias. La opinión pública juega ya un papel importante. Las reformas amplían el sufragio universal en 1832 y 1867. Progresivamente la burguesía de los negocios se mezcla con los grandes propietarios para gobernar el país. La oligarquía se amplía a las fuerzas vivas de la economía. Francia, por su parte, a pesar de las ambigüedades de la monarquía restaurada por Luis XVIII, no recupera el absolutismo. Carlos X, cercano a los ultras, menos hábil que su hermano, da la sensación, que a partir de 1824, puede querer interpretar la “Carta Otorgada” de manera autoritaria; rechaza dicha “nacionalización” de la monarquía que va a intentar Luis Felipe, Rey de los franceses, y no Rey de Francia, tras la revolución de 1830. En Francia como en Inglaterra y también en el noroeste de Europa, la prensa empieza a desarrollarse y se acelera la circulación de las ideas.

LOS REGIMENENES AUTORITARIOS

En el resto de Europa, las monarquías restauradas o mantenidas sólo vuelven al Antiguo Régimen en apariencia. Federico Guillermo III de Prusia centraliza la administración y realiza la unidad aduanera de su reino antes de proponer el Zollverein, en el año 1830, que acabara por extenderse por todos los Estados de la Confederación Germánica. La Unión Aduanera de Alemania (en alemán Zollverein) fue una asociación de aduanas por medio de la cual se abolieron los aranceles entre los miembros de la Confederación Germánica, a excepción de Austria. Napoleón I impuso los principios del Código Civil Francés en la Confederación del Rin fundamentalmente el respeto a la propiedad privada. Prusia también adoptó este sistema, aboliendo la servidumbre y la distinción entre propiedad noble y no noble. Se creaban así las condiciones para la existencia de un mercado libre de tierras. La caída de Napoleón en 1815 inició otra etapa. El Congreso de Viena estableció en los territorios alemanes la Confederación Germánica, que fue una unión muy débil, conservando cada Estado su soberanía en las decisiones ejecutivas y judiciales. Mientras los Estados alemanes cerraban recíprocamente sus fronteras, permanecían abiertos a las mercaderías extranjeras. En 1828 se organizó una reforma aduanera general, teniendo por eje a Prusia. Simultáneamente se habían constituido dos uniones aduaneras, una entre Prusia y Hesse-Darmstadt y otra entre Baviera y Wurtemberg en cada una de las cuales había libre circulación de mercancías, existiendo un arancel común. Se realizó un acercamiento entre ambas uniones, que llevó a la formación del Zollverein, que entró en vigor el 1 de enero de 1834. Austria intentó bloquearla y algunos Estados alemanes crearon uniones rivales contra la influencia de Prusia, pero casi todos acabaron por integrarse en el transcurso de esa década, excepto Hanover, Oldemburgo, Mecklemburgo y las tres ciudades que formaban la Liga Anseática todos ellos bajo la esfera de Austria. Se transformó casi en una unión nacional, ya que dio cierta cohesión política. Sirvió de base para el proceso de la unificación alemana que tras la Guerra Franco-Prusiana daría lugar al nacimiento del Imperio Alemán, cuyos límites territoriales fueron esencialmente los mismos de la Zollverein. La Constitución imperial de 1871, puede decirse que reemplazó a la Zollverein al conceder a la nación el derecho exclusivo de legislar sobre las tarifas aduaneras comunes y los impuestos. La Unión Aduanera Alemana constituyó un modelo para la moderna arquitectura comunitaria de la Unión Europea (UE). Otra de las acciones llevadas a cabo por el Kaiser para reforzar el ejército fue establecer un servicio militar obligatorio de tres años y el desarrollo de la instrucción por iniciativa del Estado refuerzan la cohesión de un reino compuesto por regiones tan diferentes como Prusia al este y Renania al oeste. El Imperio de Austria es el imperio de una familia, los Habsburgo, que une diferentes naciones que conservan sus lenguas y sus tradiciones. Además del Reino Lombardo-Véneto, se distinguen los países “hereditarios” de la región alpina –alemanes, eslovenos, italianos–, los países de la “Corona de Bohemia” de mayoría eslava –Bohemia, Moravia, Silesia–, el Reino de Galitzia – polacos y rutenos–, los países de la “Corona de San Esteban” –Hungría, Transilvania, Croacia–, y, finalmente, la provincia de Servia. El alemán es la lengua del gobierno de su mando militar. Sólo el Reino de Hungría dispone de un gobierno propio. El Imperio esta dominado por una burocracia amiga del papeleo integrada por altos funcionarios reclutados entre la aristocracia. La Rusia del Zar Alejandro I sólo cuenta entonces con unos 50 millones de habitantes, campesinos en su mayoría. Pero aunque el Zar autócrata, que se presenta como salvador de Europa después de 1815, manifiesta algunas veleidades liberales y ciertas tendencias al misticismo, su sucesor en 1825, Nicolás I, cierra rápidamente Rusia sobre sus tradiciones y sobre la Religión Ortodoxa.

EL NACIMIENTO DE LOS PUEBLOS (1815-1848)
La Europa Romántica:

En años posteriores a 1815 representan a la vez el retorno a la paz y a la libertad tras el despotismo napoleónico, pero también la restauración de la legitimidad. La Europa romántica encuentra su unidad en la década de 1820, apoyando la lucha de los griegos sublevados contra la tutela otomana. De Byron a Chateaubriand, de Delacroix a Hugo, se dibuja así una forma de sensibilidad europea filohelena alimentada por los grandes momentos de la historia europea, desde la Antigüedad a la lucha plurisecular contra los otomanos, y de la modernidad a las luchas de emancipación de los pueblos. En Francia, la revolución de 1830 es profundamente romántica, puesto que une el impulso liberal contra el poder reaccionario de Carlos X y el impulso patriótico, nacional, llevado por los tres colores de la bandera, que reivindica la herencia de la “Gran Nación”. Elnacionalismo romántico (también llamado «nacionalismo orgánico» o «nacionalismo de la identidad») es una forma de nacionalismo en la cual el estado deriva su legitimidad política como consecuencia orgánica de la unidad de los individuos que éste gobierna. Esto incluye, dependiendo de la manera particular de la práctica, la lengua, la raza, la cultura, la religión y las costumbres de la «nación» en su sentido primario de conjunto de personas «nacidas» dentro de la cultura. El nacionalismo romántico temprano en Europa estuvo fuertemente influenciado por Rousseau y por las ideas de Johann Gottfried von Herder, quien en 1784 argumentó que la geografía formaba la economía natural de un pueblo, y que sus costumbres y su sociedad habrán de desarrollarse siguiendo las líneas favorecidas por su medio ambiente. Hay que recordar que la lucha contra Napoleón había desarrollado en Europa los nacionalismos, en el Congreso de Viena no fueron tenidos en cuenta, en esta época el nacionalismo es como el sentimiento que tienen algunos pueblos de aspirar a tener su propio gobierno, sin embargo cuando hay que definir comunidad nacional, las opiniones son diferentes. Unos consideran que cuando un pueblo quiere pertenecer a una nación se le debe respetar y se debe de decidir en referéndum y otros que son las fronteras naturales con la etnia y su raza (tener un pasado común) los que defienden una cultura común.

ELEMENTOS COMUNES DE LA UNIFICACIÓN ALEMANA E ITALIANA

Las unificaciones de Alemania e Italia son relativamente recientes, se produjeron en la segunda mitad del siglo XIX. En sus características generales son países divididos en múltiples Estados, pero con la lengua y cultura comunes. La unión del Romanticismo y el Liberalismo originará un nacionalismo unificador, siendo el nacionalismo una de las principales ideas como fuerza revolucionaria. Como bien sabemos y podremos ver en las revoluciones de 1830, las cuales consagraran esta tendencia. Pero serán las revueltas de 1848 las que pondrán en marcha el mecanismo. El Liberalismo como sistema fue incapaz de realizar el proceso unificador por dos amplias razones: la primera por la diversidad de criterios y partidos, y la segunda por la falta de una dirección común aceptada por todos. Por eso la unificación acabó siendo obra de poderes fuertes, más aún, de los Estados más fuertes dentro de cada zona y más que unificación, absorción de unos Estados por otros. En ambos procesos podemos encontrar algunas semejanzas: El impacto de la revolución y del imperio napoleónico, extendieron las ideas de libertad, igualdad y soberanía nacional por Europa, las cuales despertaron un sentimiento de nación con personalidad propia que, por primera vez en la historia, considera que el Estado debe estar dirigido por personas de la misma nacionalidad. Por otro lado, la expansión económica en ambos casos y la unión comercial como preludio de la unificación política en el caso alemán. Y finalmente la disposición de un ejército moderno y de unos políticos audaces.

 

Durante el Imperio napoleónico tuvo lugar una reacción antifrancesa, que generó en los dos territorios sentimientos de independencia y libertad, unidos al nacionalismo. La burguesía es quien encabeza este movimiento de unificación. Esta tendencia se vio potenciada por los intelectuales de las universidades (Heidelberg), por escritores románticos (Schiller, Manzoni) y por filósofos (Kant, Herder y Fichte). Europa, podríamos decir que está agitada, ene efecto, por la doble reinvindicación liberal y nacional, e incluso a veces por la reivindicación social. Los manifestantes más importantes conciernen a Alemania e Italia. En Italia el Risorgimento se vale a un tiempo del iluminismo del siglo XVIII y de la influencia de la Revolución y del Imperio. Los primeros movimientos, golpes de fuerza, pronto reprimidos, se deben a las organizaciones secretas de los carbonari entre los años 1820 y 1831. El término «Carbonería» se derivaba del hecho que los adeptos de la organización habían obtenido su libertad y sus derechos de su empleo como carbonarios, o bien, como los que preparaban el carbón y lo vendían Los adeptos de la Carbonería aspiraban sobre todo a la libertad política y a un gobierno constitucional: pertenecientes en gran parte a la burguesía y a las clases sociales más elevadas, que se habían dividido en dos sectores o logias: la civil, destinada a la protesta pacífica o a la propaganda, y la militar, destinada a las acciones de guerrilla. Este grupo que pese a no descartar el recurso a métodos violentos y revolucionarios, no tenían unos objetivos excesivamente radicales; se mostraban dispuestos a aceptar la continuidad de la monarquía siempre y cuando se instaurara un régimen constitucional que abriera un espacio para el desarrollo de cierta vida política. Los masones, por su parte, tenían una implantación igual o incluso superior a la de los carbonarios. Las primeras revoluciones promovidas por los carbonarios contra los regímenes restaurados tuvieron lugar en los años 1820 y 1821, en Nápoles y Piamonte respectivamente. En un primer momento, ambos tuvieron éxito. En Nápoles, Fernando I tuvo que otorgar una constitución y nombrar ministros de corte liberal; sólo la ayuda militar de una de las grandes potencias le permitió recuperar el poder absoluto. Mientras que en el Reino de Piamonte, en 1821, el Rey Víctor Manuel I abdicaba en su hermano, Carlos Félix. La crisis se complicó aún más a causa de la participación en la revuelta del joven Príncipe de Carignan, Carlos Alberto, al que los carbonarios convencieron para que ocupara el trono en ausencia de Carlos Félix y otorgara una Constitución. Aunque hay que matizar que el responsable de las derrotas revolucionarias de la década de 1820 fue el Príncipe Metternich (1773-1859), que siempre tuvo a Italia como una de sus máximas preocupaciones. En el Congreso de Viena no puso ningún impedimento a la Cesión de los Países Bajos austríacos, pero defendió con energía los derechos de Austria sobre Lombardía y Venecia, e incluso trato de apoderarse de parte del territorio pontificio. Para Metternich cualquier atisbo de simpatía por el liberalismo o el nacionalismo constituía una amenaza para la supervivencia de la monarquía de los Habsburgo y, por lo tanto, debía ser eliminada de forma implacable.

Con ello la burguesía auspiciará la unificación de Italia y Alemania porque suponía un crecimiento económico (la unión de los territorios y con ello el desarrollo del ferrocarril favorecía el comercio). Estas unificaciones fueron posibles por la utilización de un ejército moderno que contaba con avances en el armamento, oficiales mejor formados y un servicio militar más prolongado. En ambas naciones aparecieron unos políticos claves que dirigieron todo el proceso (Bismarck y Guillermo I, en Alemania, Cavour y Víctor Manuel II, en Italia). Con la Restauración, el nacionalismo quedó totalmente eclipsado tanto en Italia como en Alemania, y surgieron diferentes concepciones. En Italia podríamos diferenciar tres posiciones:

1) Manzini y la joven Italia, que pretenden crear una república unitaria y centralista mediante la preparación de una serie de revueltas. Manzini mezclaba las ideas nacionalistas con las utopías revolucionarias. Propugnaba una política unitaria, instaurada por la insurrección general de las masas. Esta corriente republicana y democrática liderada por Mazzini, pensaba que la “Unificación Italiana” debía surgir directamente desde el pueblo italiano al que le daba una fuerza y un espíritu muy especiales. Lógicamente era una corriente democrática, con la voluntad del pueblo expresada en los votos y consecuentemente Italia quedaría constituida como un estado unitario y republicano (1830) A pesar de una corriente muy moderna y avanzada, Mazzini utilizó métodos muy viejos como la conspiración de las sociedades secretas y los golpes de Estado pero como en eso no era suficiente fracasó en todos los intentos.

2) Los sectores liberales y nacionalistas más moderados se apartaron del proyecto de Manzini y buscaron una solución política a la cuestión italiana, desde esta perspectiva se proponía una Confederación presidida por el Papa; esta facción “neogüelfista” consiguió un notable éxito, que aumentaría con la elección, en 1846, de Pío IX, a quien se consideraba favorable al Risorgimento de Italia. Sin embargo, los acontecimientos revolucionarios de 1848 hicieron que Pío IX renunciara a cualquier papel político en el proceso unificador. La Corriente neogüelfista, dirigida por Gioberti, el cual creía que la “Unificación Italiana” debería constituirse como una confederación bajo la presidencia del Papa, pero como la actitud del Papa se mostró muy autoritaria, muy absolutista y muy retrógrada, la corriente neogüelfista no prosperó y los pocos neogüelfistas optaron por apoyar al Piamonte. Dicha corriente más bien liberal y constitucional, más conocida como “Corriente del Piamonte” estaba liderada C.Balbo, D’Azeglio y sobre todo por Cavour que a través del órgano del Risorgimento defendió desde el primer momento dos cosas: La primera que había que expulsar a los austríacos y en segundo lugar, que el único estado que podía llevarlo a cabo era el Piamonte porque era el más avanzado políticamente, y por lo tanto Italia se convertiría en un reino unido y con un carácter liberal.

3) El periódico el Risorgimento y la Sociedad Nacional Italiana, fundada por La Farina y dirigida políticamente por Cavour, unieron en sus proyectos a neogüelfos, carbonarios y mazzinianos como Garibaldi. Hay que matizar que la Sociedad Nacional era un grupo relativamente pequeño pero que iba a gozar de mucha influencia. Sus dos miembros más notables eran un rico aristócrata, Giorgio Pallavicino y Daniele Manin. Tanto el uno como el otro provenían de las filas republicanas y también habían conocido las prisiones austríacas. No obstante, ambos creían que, en aquel momento, no había mejor representante de la causa nacional italiana que la monarquía piamontesa. Con todo, quizás, la mayor aportación de la Sociedad Nacional fue la influencia que ejerció sobre Cavour, al que fue llevado al convencimiento de que la unificación de Italia era un objetivo factible.

Mientras los nacionalistas italianos se preparaban para llevar a cabo la lucha de su sueño de unificación y expulsar definitivamente a los austríacos de Italia, uniendo a todos los reinos italianos en uno solo bajo el auspicio de la Corona del Piamonte. Mientras sus vecinos alemanes en su resurgimiento de su nacionalismo, podríamos encontrar diversas tendencias muy similares a las italianas, como por ejemplo:

1) La postura romántica, integrada por estudiantes de diferentes universidades, como el grupo de la Joven Alemania, el cual intentara hacer resurgir el nacionalismo y la identidad como nación. Hay que recordar que el nacionalismo alemán se manifestó contra la invasión napoleónica, pero desde el primer momento el movimiento nacionalista alemán tuvo unas raíces culturales e históricas y por lo tanto estuvo muy dentro de los movimientos intelectuales (aunque es menos popular que el caso italiano). Podríamos llamarlo a diferencia del italiano, un nacionalismo conservador y esencialista, y con ello define a Alemania como un pueblo o comunidad que ha existido siempre, que tiene una lengua común, que tiene unas tradiciones culturales comunes y por eso la unificación alemana se va a hacer de forma diferente a la unificación italiana. Se hace desde Prusia, pero matizando que no se va a hacer desde el Rey de Prusia, se hace contando con los Príncipes, se hace contando con el ejército y por lo tanto a golpe de guerras. Con ello, podemos ver, que no habrá ni una sola consulta popular ni plebiscitos. Pero además como de la entidad de la que parte es una confederación y los Estados están acostumbrados a un alto grado de autonomía e independencia. El resultado final es diferente al de Italia porque no se constituye como un Estado unitario y centralizado sino como un Estado federal.

2) La Burguesía, que entre 1830 y 1848 uno de sus sectores más destacados, influido por Lintz, piensa que el proceso unificador debe comenzar por la economía y continuar después por la política. Por ello se lanza el Zollverein o unión aduanera en torno a Prusia. El origen por tanto de la unidad alemana fue como ya hemos visto la unificación aduanera o la unificación económica porque desde los primeros años del siglo XIX tanto los príncipes alemanes como los economistas se dan cuenta de que si Alemania quiere ir adelante en la Revolución Industrial debe suprimir la cantidad de trabas y barreras aduaneras que no hacen más que encarecer los productos y que por lo tanto, retrasa el comercio. Por eso Prusia, iniciará el proceso del Zollverein en 1818 dentro del propio estado prusiano. En 1848 otro sector de esta burguesía intentó comenzar la unificación política y ofreció al Rey Guillermo IV presidir un Parlamento elegido por sufragio universal.

3) La negativa del Rey prusiano contribuyó a definir dos posturas enfrentadas: por una parte la Pequeña Alemania, en torno a Prusia y la Gran Alemania, con la inclusión de Austria, lo que llevará al enfrentamiento austro-prusiano.