La política exterior del Presidente Ronald Reagan: Como presidente introdujo nuevas y osadas iniciativas políticas y económicas. Su política económica, entroncada en la llamada economía de la oferta, se haría famosa bajo el nombre de «reaganomics», caracterizada por la desregularización del sistema financiero y por las rebajas substanciales de impuestos implementadas en 1981. En su primer período, sobrevivió a un intento de asesinato, marcó una línea dura con los sindicatos y además ordenó acciones militares en la independiente isla caribeña de Granada, próxima a la costa de Venezuela. Fue reelegido con una gran mayoría en las elecciones de 1984. El segundo período de Reagan estuvo marcado principalmente por asuntos extranjeros, siendo los más importantes el fin de la Guerra Fría, el bombardeo de Libia, y la revelación del escándalo Irán-Contra. Previamente el presidente había ordenado un masivo incremento militar para la lucha estrecha contra la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), dejando atrás la estrategia de “la détente”. Describió públicamente a la URSS como el «imperio del mal» y apoyó movimientos anticomunistas en todo el mundo a través de la denominada Doctrina Reagan. Negoció el Tratado INF para el desarme nuclear con el Secretario General Soviético Mijail Gorbachov, logrando el decremento de los arsenales nucleares de ambos países. Reagan se retrataba a sí mismo como un defensor del liberalismo económico, a favor de fuertes recortes fiscales, y la reducción del estado protector. También tomó una fuerte postura anticrimen. El punto alto de la presidencia de Reagan fueron sus primeros 100 días en la presidencia, iniciado con el fin de la crisis de rehenes en Irán, tras ser liberados minutos después de su toma de mando. El primer acto oficial de Reagan fue terminar con el control de precios del petróleo, con la esperanza de aumentar la producción doméstica del combustible y fomentar su exploración. Uno de los focos de mayor preocupación del primer periodo de Reagan era la reactivación de la economía, que se encontraba en una situación nueva en que se combinaba el estancamiento económico con una gran inflación. Su administración luchó contra la inflación de dos cifras apoyando a la Reserva Federal y la decisión de su presidente Paul Volcker de contraer drásticamente la emisión de dinero, con tasas de interés que fueron aumentadas considerablemente (Paul Volcker fue designado por el Presidente Carter en 1979). Logrando bajar satisfactoriamente la inflación, esta política causó una recesión de corto plazo (1981-1982), que bajó temporalmente el apoyo público de Reagan. Otros lo elogiaron por tomar aquella estrategia. El economista y premio Nobel Milton Freidman lo elogia «de estar dispuesto a causar una severa recesión para terminar con la inflación». Realizó una estrategia de combinar esta política de contraer la emisión con cortes fiscales generales diseñados para aumentar la inversión en los negocios (en palabras de Reagan: «la escuela de Chicago, ofertismo fiscal, llámela como usted quiera – yo sabía que lo conocían como Reaganomics hasta que esto comenzó a funcionar…»). Mientras esta política era ridiculizada por sus opositores como el «vudú» y «Reaganomics», Reagan logró impulsar recortes fiscales por el congreso en 1981. Al mismo tiempo, la administración redujo los gastos sociales, con las protestas de los demócratas. Tras la recesión de 1981-1982, la economía experimentó una notable recuperación que comenzó en 1983. La administración Reagan argumentó que los cortes fiscales ayudaban a reanimar la economía y creaban empleos, que condujeron al aumento de ingresos federales por impuestos durante los años 1980 de 517 mil millones de a más de 1 billón de dólares por año. La política exterior de Reagan estuvo marcada por su intento de contener la influencia soviética en muchas regiones. Carter había considerado la influencia soviética como un proceso inevitable, pero Reagan pasó a una política de mayor confrontación contra la Unión Soviética. Durante Reagan la Guerra Fría pasó por su fase final, y de alguna manera los Estados Unidos emergieron de ese período como la única superpotencia mundial incontestada, frente al bloque soviético que acabó por auto-disolverse. La administración Reagan convirtió la carrera armamentística en una pugna tecnológica, donde la mayor capacidad industrial, militar y económica de Estados Unidos se impuso sobre el bloque soviético. Durante la administración Reagan, aparecieron los submarinos nucleares Trident (clase Ohio) y se aprovecharon los avances en la computación. La política de Reagan junto con la superioeridad estadounidense se impuso en la estrategia de su rival Yuri Andrópov. Este era el concepto de la Guerra de las Galaxias. En Centroamérica apoyó a los gobiernos, en general favorables a los intereses de Estados Unidos (El Salvador y Guatemala) y que eventualmente podrían haberse convertido en aliados del bloque soviético y otros países de inspiración comunista, como Cuba o Nicaragua. También mantuvo el equilibrio de las Fuerzas Armadas en la región ya que hasta en la actualidad ninguna tiene superioridad sobre otra. Con la caída de la URSS el apoyo militar se vio sustancialmente reducido, lo que trajo como resultado la firma de los acuerdos de paz. Tras una serie de negociaciones y presiones internacionales se firma la paz en El Salvador el 16 de enero de 1992, reconociendo como fuerza política al FMLN, el cual tan solo había obtenido un escaso reconocimiento internacional como fuerza militar beligerante, aparte de países en general alineados o pertenecientes al campo socialista. Desde 1983 Cuba denunció la introducción de una cepa de dengue en su territorio por parte de EE.UU. durante el gobierno de Reagan, y en agosto de 2015 la revista Archives of Virology, órgano oficial de la sección de Virología de la Unión Internacional de Sociedades Microbiológicas determinó que, efectivamente, el virus fue responsable de la muerte de 158 personas (101 de ellos niños) como consecuencia de la introducción de una cepa de laboratorio de dengue hemorrágico en Cuba. Igualmente emprendió una campaña contra el gobierno sandinista de Nicaragua, que accedió al poder tras derrocar al régimen dictatorial de Anastasio Somoza Debayle, otro cliente político de Estados Unidos. Financió a la contra nicaraguense llegando a la financiación no autorizada por el Congreso, caso conocido como el escándalo de Irán-Contra esta operación consistía en la venta de armas a Irán (por más de 47 millones de dólares) mediante gestiones de Oliver North con cuentas bancarias en Suiza. El gobierno nicaragüense acusó a Estados Unidos de violaciones al derecho internacional ante la Corte Internacional de Justicia por este apoyo a los contras y por minar los puertos del país. La Corte dictaminó en favor de Nicaragua, pero los Estados Unidos se negaron a respetar la decisión de la Corte, argumentando que ésta no tenía jurisdicción sobre el caso. A petición de los gobiernos de Barbados y Dominca invadió Granada, cuyo gobierno había sido acusado de alinearse con la Unión Soviética y con Cuba y de promover la militarización del país, con la construcción de un aeropuerto de gran capacidad con la ayuda cubana. En Oriente Medio, ordenó el bombardeo de Beirut, tras el asesinato de 248 marines estadounidenses y 58 paracaidistas franceses, y apoyó decisivamente a Saddam Husein, al igual que lo hizo Francia. Donald Rumsfeld llegó a visitar a Hussein y cerró varios acuerdos de venta de armamento, entre las que se habrían encontrado parte del arsenal químico que en un tiempo poseyó Irak y fue usado como argumento para la invasión de Irak. Reagan ejerció como presidente durante la última parte de la Guerra Fría, una era de desacuerdos políticos e ideológicos entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Reagan etiquetó a la URSS como el «Imperio Vázquez», que sería considerado como un «montón de ceniza en la historia»; posteriormente predijo que el comunismo colapsaría. Invirtió la política del détente y masivamente construyó la United States Military. A través de ella, ordenó la producción de misiles MX «Peacekeeper» e implementó el programa B-1 Bomber que había sido cancelado por la administración Carter También monitoreó el despliegue de los misiles Pershing II en Alemania Occidental. Propuso la Iniciativa para la Defensa Estratégica (IDE o SDI en inglés), un proyecto de defensa que planeaba utilizar un sistema de defensa basado en misiles de tierra y aire para proteger a los Estados Unidos de algún ataque. Reagan creía que su escudo de defensa haría imposible una guerra nuclear. Reagan estaba convencido de que la Unión Soviética podía ser vencida en lugar de simplemente negociar con ella.
La Guerra de las Galaxias de Ronald Reagan: Mientras tanto el enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética pasaba a estar marcado por la amenaza nuclear. Esta última ya dispuso de su primera bomba en 1949, aunque Estados Unidos tomó la delantera durante los años 50 para compensar la aplastante superioridad de fuerzas convencionales rusas en territorio europeo. En los años 60, la ubicación de misiles nucleares en Cuba provocó la conocida crisis que casi se lleva a una guerra nuclear de destrucción total y que se saldó con la retirada estadounidense de los suyos en Turquía. Pero la distancia a la que uno de los contendientes colocara sus armas pronto dejó de ser un problema con el desarrollo de los misiles balísticos intercontinentales o ICBM, capaces de recorrer distancias de más de diez mil kilómetros gracias a una trayectoria que los situaba en el espacio antes de reentrar en la atmósfera para caer encima de su objetivo. Ambos países llegaron a construir miles de ellos, equipados con múltiples cabezas nucleares para incrementar su efectividad. Esto llevó a la estrategia conocida como MAD (Mutually Assured Destruction) en la que ningún contendiente atacaba dado que eso supondría una completa aniquilación mutua. Este equilibrio de terror causaba un gran desasosiego a Reagan, que lo veía como «dos hombres con armas cargadas apuntándose uno a la cabeza del otro». Si el contendiente disparaba no había protección, solo la posibilidad de venganza. Esta sensación de indefensión se incrementó cuando visitó en 1979, poco antes de ser presidente, el centro NORAD. Se trataba de una base militar situada en las montañas Cheyenne en Colorado que todos recordaremos por la película Juegos de Guerra, rodada en parte allí (aunque por desgracia no tenía una sala de control tan vistosa). En ella se realizaba un seguimiento continuado del espacio aéreo y de las tropas y misiles soviéticos para detectar inmediatamente un ataque. Pero la respuesta que daban a los visitantes cuando preguntaban qué podía hacer entonces Estados Unidos era siempre la misma: nada. De hecho en 1972 el tratado ABM entre ambas superpotencias limitó el uso de medidas antimisiles para que la carrera armamentística no se desbocase y uno pudiera ser rehén del otro. Reagan estaba dispuesto a cambiar ese equilibrio. Según escribió posteriormente en su autobiografía:
“En algún lugar del Kremlin debía haber alguien que fuera consciente del peligro letal que para la supervivencia del mundo comunista y para la del mundo libre suponía seguir apostados como dos vaqueros, apuntándonos el uno al otro a la cabeza. La Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE) fue rápidamente denominada por los periodistas «Guerra de las Galaxias», siguiendo el título de una célebre película de la época. La IDE suponía una verdadera revolución estratégica pues suponía la ruptura de las ideas de disuasión nuclear, el equilibrio del terror y la mutua destrucción asegurada que habían caracterizado las relaciones soviético-norteamericanas durante toda la guerra fría”
La Iniciativa de Defensa Estratégica fue un sistema propuesto por el Presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan el 23 de marzo de 1983, para utilizar sistemas basados en tierra y en el espacio a fin de defender Estados Unidos contra un ataque nuclear con armas balísticas estratégicas (misiles balísticos intercontinentales y misiles balísticos lanzados desde submarinos). La iniciativa estaba enfocada más hacia la defensa estratégica que hacia una política ofensiva como la anterior teoría de la Destrucción Mutua Asegurada (MAD). La Organización de la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDIO) fue puesta en marcha por el Departamento de Defensa de EEUU en 1984 para supervisar la Iniciativa de Defensa Estratégica. Reagan se expresó enérgicamente en contra de la Destrucción Mutua Asegurada, y la Iniciativa de Defensa Estratégica fue una parte importante de esta política de defensa que pretendía acabar con la misma como estrategia de disuasión nuclear, así como mera iniciativa estratégica para neutralizar los componentes militares de las defensas nucleares de la Unión Soviética. La ambiciosa iniciativa fue enseguida criticada por ser poco realista, incluso acientífica, así como por amenazar la desestabilidad de la Destrucción Mutua Asegurada y reactivar una «carrera de armamentos ofensivos». La Iniciativa de Defensa Estratégica fue criticada en gran parte por los principales medios de comunicación, que le dieron el nombre de Star Wars, después de haberse emitido en 1977 la popular película la Guerra de las Galaxias, dirigida por George Lucas. En 1987, la American Physical Society llegó a la conclusión de que un escudo anti misiles mundial tal como «Star Wars» no sólo era meramente imposible con la actual tecnología existente, si no que se necesitarían al menos diez años más de investigación para saber si podría alguna vez llegar a ser factible. No obstante, actualmente Estados Unidos posee una ventaja significativa en el campo de los sistemas avanzados de misiles de defensa integrales, a través de los años de extensas pruebas e investigación. Muchos de los conocimientos tecnológicos obtenidos fueron transferidos a subsecuentes programas y encontrarían uso y aplicación en proyectos posteriores. Bajo la administración del Presidente Bill Clinton en 1993, su nombre fue cambiado por Organización de Defensa de Misiles Balísticos (BMDO) y su labor de investigación pasó a ocuparse de la defensa nacional de misiles a la defensa táctica de misiles; y su ámbito de actuación comenzó a operar de lo global a una cobertura más regional. Nunca ha sido realmente desarrollado o implementado, aunque ciertos aspectos de las tecnologías y de la investigación de la Iniciativa de Defensa Estratégica allanaron el camino para algunos sistemas de misiles anti balísticos de hoy en día. La Organización de Defensa de Misiles Balísticos (BMDO) pasó a llamarse en 2002 como Agencia de Defensa de Misiles (MDA). Geroge Shultz, Secretario de Estado bajo la administración Reagan, asistió en 1967 a una conferencia impartida por el físico Edward Teller (el llamado «padre de la bomba de hidrógeno») en donde habló acerca de la idea de una defensa contra misiles nucleares mediante la utilización de explosivos nucleares. Reagan asistió a dicha ponencia celebrada en los Laboratorios Nacionales Lawrence Livermore, poco después de convertirse en gobernador de California. En 1979, Ronald Reagan visitó el comando central del NORAD en Cheyenne Mountain donde se le instruyó por primera vez en los extensos sistemas de seguimiento y detección que se extendían por todo el mundo y el espacio. Sin embargo fue criticado por sus comentarios, ya que si bien podían rastrear un ataque enemigo ante objetivos individuales, no había ningún remedio para evitar detenerlo. Reagan consideró que en caso de ataque, esto podría colocarle en una terrible posición, bien sea mediante un contraataque inmediato o mediante el intento de absorber el ataque y mantener una cierta ventaja durante la era post-ataque. Shultz hizo hincapié en que este sentimiento de desamparo, junto con las ideas defensivas propuestas por Teller una década antes, se combinaron para formar la impetuosa Iniciativa de Defensa Estratégica. En el otoño de 1969, a petición de Reagan, el Teniente General Daniel O. Graham concibió un concepto que denominó High Frontier (Alta Frontera), una idea de defensa estratégica para utilizar sistemas de armas basados en tierra y en el espacio, teóricamente posibles debido a las tecnologías emergentes. Fue diseñado para reemplazar la doctrina de Destrucción Mutua Asegurada, una doctrina que Reagan y sus asesores describieron como un pacto suicida. El enfoque inicial de la iniciativa de defensa estratégica eran unos láseres de rayos X generados por explosiones nucleares diseñado en los Laboratorios Nacionales Lawrence Livermore por un científico llamado Peter L. Hagelstein que trabajó con un equipo llamado ‘O Group’ (El Grupo O), haciendo gran parte del trabajo a finales de 1970 y principios de los 80. El Grupo O estaba encabezado por el físico Lowell Wood, un mentor y amigo de Edward Teller. Ronald Reagan fue informado del avance de Hagelstein por Teller en 1983, lo que llevó a Reagan el 23 de Marzo 1983 a pronunciarse sobre el Programa «Star Wars». Reagan hizo público: «Hago un llamamiento a la comunidad científica que nos ha proporcionado de armas nucleares y que hicieron de sus esfuerzos una buena causa para el bien de la humanidad y la paz mundial; para darnos los recursos necesarios para hacer ese tipo de armas nucleares impotentes y obsoletas».
Este discurso, junto al impartido por Reagan el 8 de marzo de 1983 en Florida, cuando hizo alusión a la frase Imperio del Mal, marcó el comienzo de la gran escalada final en la retórica de la Guerra Fría antes del derretimiento de las relaciones a finales de los 80. El concepto para la porción basada en el espacio era el utilizar láseres para derribar misiles balísticos intercontinentales soviéticos armados con ojivas nucleares. El físico Hans Bethe, ganador del Premio Nobel de Física fue a Livermore en febrero de 1983 para una reunión informativa sobre los láseres de rayos X durante dos días, y «Aunque impresionado por su novedad científica, Bethe se mostró muy escéptico por algo que no podría contribuir en nada a la defensa de la nación». Frances Fitzgerald afirmó que Reagan pudo también haber sido inspirado al crear la Iniciativa de Defensa Estratégica con base en un arma secreta ficticia que aparece reflejada en la película de 1940 llamada Murder in the Air, un rayo que puede paralizar corrientes eléctricas. Aunque los alemanes pusieron un considerable esfuerzo en los primeros misiles tierra-aire después de 1943, no tuvieron el tiempo suficiente para desarrollar armas de nivel operacional antes de finalizar la Segunda Guerra Mundial. Sus investigaciones resultaron valiosas para equipos de Estados Unidos y de la Unión Soviética, donde los programas de misiles fueron desarrollándose lentamente durante la repentina era de la posguerra. En cuanto dio comienzo la Guerra Fría, los soviéticos se encontraron ante masivas flotas de bombarderos de la RAF Británica y de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos y bajo una vaga esperanza de no poseer el suficiente potencial para contrarrestarlo de forma aérea. En respuesta a tales acontecimientos, comenzaron a aumentar drásticamente sus esfuerzos en el desarrollo de misiles tierra-aire, implementando así el misil guiado S-25 Berkut alrededor de Moscú a principios de 1955. Esto dio como resultado a un posterior diseño perfeccionado de un misil superficie-aire S-75 Dvina, un arma que se mantuvo en servicio durante la década del año 2000. Posteriormente se diseñaron armas similares por Gran Bretaña y Estados Unidos. A finales de la década de 1950, como los misiles se fueron desarrollando tanto en número como en calidad, la capacidad de la flota aérea norteamericana para penetrar el espacio aéreo soviético fue incrementándose en gran riesgo. En respuesta, ambos bandos aumentaron sus esfuerzos para desarrollar misiles de largo alcance. Los soviéticos, sin ninguna fuerza de bombarderos efectiva, pusieron un gran ahínco en su programa y enseguida pudieron construir su básico sistema R-7 Semiorka, puesto en funcionamiento en 1959. El primer misil balístico intercontinental SM-65 Atlas puesto operativo por Estados Unidos casi inmediatamente después. Estos prematuros proyectos solamente eran útiles para atacar grandes objetivos como ciudades o puertos, aunque con una relativa vulnerabilidad y bajo coste que estaba posesión de ambos bandos con una increíble fuerza en una era que predominaba una cierta falta de rigidez en las defensas aéreas.