La intervención norteamericana en la Primera Guerra Mundial (1914-1918)
El conflicto nacido en 1914, a raíz de los enfrentamientos entre las potencias europeas enmarcadas en diferentes alianzas, se había extendido convirtiéndose en una guerra mundial y obligando a los beligerantes a apelar a todas las actividades de la nación. No obstante la política de neutralidad estadounidense quedó modificada cuando Alemania anunció en enero de 1917 que a partir del 1 de febrero recurriría a la guerra submarina sin restricciones contra la flota británica y todas las embarcaciones que se dirigieran a esta nación. Los expertos civiles y militares alemanes habían calculado que esta estrategia provocaría la derrota de Gran Bretaña en seis meses. Estados Unidos ya había expresado su fuerte oposición a la guerra submarina sin restricciones porque violaba sus derechos como potencia neutral, e incluso había amenazado a Alemania con la ruptura de relaciones diplomáticas si se llegaba a aplicar esta estrategia.
La Primera Guerra Mundial estaba a punto de comenzar sin, necesariamente, ser un solo país responsable de ello. Como dice Kissinger “…cada potencia aportó su parte de miopía e irresponsabilidad con despreocupación desmedida que comenzó con una carrera armamentista mucho más destructiva que en las guerras europeas anteriores”. En todo caso, la falta de moderación vino de la mano de Alemania y Rusia, la primera por su complejo histórico de víctima de las guerras europeas de los últimos doscientos años y la segunda quería demostrar que era el gendarme de Europa en su zona central y Balcanes. La Gran Guerra recibió el calificativo de mundial, porque en ella se vieron involucradas todas las grandes potencias industriales y militares de la época, divididas en dos alianzas opuestas. Por un lado se encontraba la Triple Alianza, formada por las Potencias Centrales: el Imperio alemán y Austria-Hungría. Italia, que había sido miembro de la Triple Alianza junto a Alemania y Austria-Hungría, no se unió a las Potencias Centrales, pues Austria, en contra de los términos pactados, fue la nación agresora que desencadenó el conflicto. Por otro lado se encontraba la Triple Entente, formada por el Reino Unido, Francia y el Imperio ruso. Ambas alianzas sufrieron cambios y fueron varias las naciones que acabarían ingresando en las filas de uno u otro bando según avanzaba la guerra: Italia, Japón y Estados Unidos se unieron a la Triple Entente, mientras el Imperio otomano y Bulgaria se unieron a las Potencias Centrales (Triple Alianza).
En total, más de 70 millones de militares, incluyendo 60 millones de europeos, se movilizaron y combatieron en la guerra más grande de la historia. Aunque el imperialismo que venían desarrollando desde hacía décadas las potencias involucradas fue la principal causa subyacente, el detonante del conflicto se produjo el 28 de junio de 1914 en Sarajevo con el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria. Su verdugo fue Gavrilo Princip, un joven nacionalista serbio. Este suceso desató una crisis diplomática cuando Austria-Hungría dio un ultimátum al Reino de Serbia y se invocaron las distintas alianzas internacionales forjadas a lo largo de las décadas anteriores. En pocas semanas, todas las grandes potencias europeas estaban en guerra y el conflicto se extendió a muchas otras áreas geográficas. El 28 de julio, los austro-húngaros iniciaron las hostilidades con el intento de invasión de Serbia. Mientras Rusia se movilizaba, Alemania invadió Bélgica, que se había declarado neutral, y Luxemburgo en su camino a Francia. La violación de la soberanía belga llevó al Reino Unido a declarar la guerra a Alemania. Los alemanes fueron detenidos por los franceses a pocos kilómetros de París, iniciándose una guerra de desgaste en las que las líneas de trincheras apenas sufrirían variación alguna hasta 1917. Este frente es conocido como Frente Occidental. En el Frente Oriental, el ejército ruso logró algunas victorias frente a los austro-húngaros, pero fueron detenidos por los alemanes en su intento de invadir Prusia Oriental. En noviembre de 1914, el Imperio Otomano entró en la guerra, lo que significó la apertura de distintos frentes en el Caúcaso, Mesopotamia y el Sinaí. Italia y Bulgaria se unieron a la guerra en 1915, Rumania en 1916 y Estados Unidos en 1917. Tras años de relativo estancamiento, la guerra empezó su desenlace en marzo de 1917 con la caída del gobierno ruso tras la Revolución de Febrero y la firma de un acuerdo de paz entre la Rusia revolucionaria y las Potencias Centrales tras la célebre Revolución de Octubre en marzo de 1918. El 4 de noviembre de 1918, el Imperio austrohúngaro solicitó un armisticio. Tras una gran ofensiva alemana a principios de 1918 a lo largo de todo el Frente Occidental, los Aliados hicieron retroceder a los alemanes en una serie de exitosas ofensivas. Alemania, en plena revolución, solicitó un armisticio el 11 de noviembre de 1918, poniendo fin a la guerra con la victoria aliada.
Apenas iniciada la guerra, los aliados habían Declarado el bloqueo de las potencias centrales: ningún barco podría llevarles aprovisionamientos. Así, aquéllas sufrirían la falta de materias primas para sus armamentos y de alimentos para su población. Al iniciarse el año 1915 (19 de marzo), Inglaterra declaró que consideraba contrabando de guerra todo cargamento que se pretendiera hacer llegar a las potencias centrales. Alemania declaró entonces zona de guerra los mares que rodeaban a las islas británicas. Entretanto, el gobierno americano, que encabezaba el presidente Woodrow Wilson, protestaba ante ambos beligerantes, sosteniendo el principio de la libertad de los mares, quebrantado tanto por el bloqueo como por la guerra submarina. En mayo de 1915 los alemanes torpedearon al trasatlántico inglés Lusitania, perdiendo la vida más de 1 000 personas, un centenar de las cuales eran de ciudadanía norteamericana. A fines de 1916 nadie imaginaba que el pacifista Wilson iba arrastrar a su país a la guerra. Desde 1914 había multiplicado los esfuerzos por poner fin al conflicto y representaba el papel del profesor de moral. Y así había condenado sucesivamente todas las violaciones cometidas por los beligerantes, fustigando a los alemanes cuando habían invadido Bélgica, a los ingleses cuando habían establecido el bloqueo y violado los derechos de los países neutrales, y de nuevo a las potencias centrales con ocasión de la guerra submarina. “El torpedo que echo a pique al Lusitania ha hundido también a Alemania en la opinión mundial.” Las simpatías de Wilson iban de uno a otro campo. A comienzos de 1917, el gobierno germánico proclamó la guerra submarina sin restricciones, estableciendo zonas prohibidas para la navegación en el Atlántico y en el Mediterráneo. Wilson reclamó nuevamente el respeto del principio de la libertad de los mares, pero los submarinos alemanes siguieron hundiendo barcos, con pérdida de bienes y de vidas americanas. Estados Unidos de América rompió entonces las relaciones diplomáticas con el imperio alemán (febrero de 1917), y en abril de 1917 le declaró la guerra. El gobierno norteamericano aprobó la ley de servicio militar que permitió movilizar más de 4 000. 000 de ciudadanos. 1915 y 1917 multiplicaron los ofrecimientos concretos para “una paz sin vencedores ni vencidos” Intentaron incluso imponer su mediación a los beligerantes amenazándoles con intervenir contra aquellos que rechazaban sus planes. Todas estas tentativas fueron rechazadas tanto por los aliados como por las potencias centrales. El interés de los industriales y de los granjeros americanos era continuar entregando material y productos agrícolas a los aliados. Los ingleses habían ofrecido comprar igualmente la parte de las exportaciones destinadas a las potencias centrales. Primera Guerra Mundial significó para Estados Unidos, unas rupturas muy bien definidas. La vida política y social estuvo dominada por consideraciones económicas, y este período se contempla generalmente como un ciclo económico compuesto.
También hay que constatar que una de las causas de que EEUU entrara en el conflicto fue el Telegrama Zimmermann. El 16 de enero de 1917, el ministro alemán del Exterior, Arthur Zimmermann, envió un telegrama al embajador en México, Heinrich von Eckardt, con indicaciones precisas para convencer al presidente Venustiano Carranza, de que México entrase a la guerra del lado de los Imperios Centrales. A cambio, el telegrama prometía a México la restitución de los territorios anexionados por Estados Unidos en la guerra de 1847-1848 por el Tratado de Guadalupe-Hidalgo. Dicho telegrama también sugería que el presidente Carranza se comunicase con Tokio para llegar a un acuerdo que hiciera que el Imperio japonés se pasase al lado alemán. El telegrama fue interceptado por fuerzas de inteligencia británicas, lo que provocó la entrada de Estados Unidos en la guerra. Carranza no aceptó la oferta, puesto que México estaba inmerso en la Revolución mexicana y no se encontraba en condiciones económicas adecuadas. Además, el mandatario se encontraba preocupado por la Expedición Punitiva estadounidense. México no sólo no entró en la guerra, sino que envió a Francisco León de la Barra como alto comisionado mexicano de la Paz. Dos meses después de la declaración de guerra, llegó el primer contingente a Francia (junio de 1917), y un año después el número de soldados desembarcados en el Viejo Mundo era de 1000. 000. Al terminar la guerra había más de 2000. 000. Estados Unidos de América prestó a los aliados, además, enormes cantidades de dinero, y les envió equipos y alimentos de toda especie. Tomaron también activa participación en la lucha contra los submarinos, haciéndose cargo de la vigilancia de grandes sectores del Atlántico, persiguiéndoles tenazmente con elementos adecuados y bombas de profundidad, y construyendo la más grande flota mercante que hasta entonces se conociera, para reemplazar los barcos hundidos por el enemigo. Esta gigantesca preparación para la guerra fue acompañada de un intenso movimiento diplomático en virtud del cual varios países de América declararon su solidaridad con Estados Unidos de América y su estado de guerra con Alemania. La intervención de Estados Unidos de América, que significó un señalado triunfo para los aliados, coincidió con el desmoronamiento del frente oriental por efectos de la revolución rusa de 1917, que retardó la terminación de la guerra.