La Operación Barbarroja fue el nombre en clave dado por Adolf Hitler para el plan de invasión de la Unión Soviética por las Fuerzas del Eje durante la Segunda Guerra Mundial. La operación abrió el Frente Oriental, que se convirtió en el teatro de operaciones más grande de la guerra, escenario de las batallas más grandes y brutales del conflicto en Europa. La Operación Barbarroja significó un duro golpe para las desprevenidas fuerzas soviéticas, que sufrieron fuertes bajas y perdieron grandes extensiones de territorio en poco tiempo. No obstante, la llegada del invierno ruso acabó con los planes alemanes de terminar la invasión en 1941. Durante el invierno, el Ejército Rojo contraatacó y anuló las esperanzas de Hitler de ganar la batalla de Moscú
Preliminares
En el ideario de Hitler estaba la expansión hacia el Este dentro de su política de «espacio vital», aunque esta era una aspiración alemana previa a la Primera Guerra Mundial. Ya en 1918 en la Paz de Brest-Litovsk[1], los bolcheviques habían cedido Ucrania, Polonia, Bielorrusia y los Países bálticos. Como se puede leer en el libro de Hitler Mein Kampf -Mi Lucha-, la guerra contra los soviéticos es una cruzada de Europa contra Asia: se trata de enviar al fondo del continente asiático a quienes hacen correr al «Nuevo Orden» europeo y nacionalsocialista los mismos riesgos que hacían correr los hunos de Atila a la Europa romana. El territorio conquistado se convertiría en el espacio vital que satisfaría las necesidades de tierra y materias primas para la población alemana durante siglos. En diciembre de 1940, el Führer firma la Directiva nº 21, denominada Operación Barbarroja, que contempla la invasión relámpago de la Unión Soviética, que debía ser aniquilada, teóricamente, en una sola campaña de apenas un par de meses. El plan de Hitler es hacer avanzar simultáneamente tres ejércitos, que deben girar a continuación sobre ellos mismos, para cercar a los ejércitos soviéticos en enormes maniobras de tenaza para posteriormente aniquilarlos. Hitler la nombró así en honor de Federico I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico durante el siglo XII, llamado Barbarroja por el color de su barba. Su reinado representó el apogeo del Sacro Imperio Romano Germánico, considerado el Primer Reich por los nacionalistas alemanes. La fama y el significado moderno de Federico I Barbarroja están unidos al nacionalismo alemán del siglo XIX. Barbarroja fue un referente para los nacionalistas alemanes que pretendían reunificar el país bajo un poder fuerte, como el del emperador. Como se ha mencionado, Adolf Hitler ha decidido tomarse la guerra en el frente del Este como una Cruzada y así se lo advierte a sus generales, recordándoles que la Unión Soviética no ha firmado las convenciones de Ginebra y que no se trata de hacer alarde de espíritu caballeresco. El Führer piensa poner los territorios conquistados bajo una severa administración alemana, «desbolchevizar» el país y ver hundirse el régimen soviético cuando él esté en posesión de lo que él llama las «ciudadelas del bolchevismo»: Leningrado y Stalingrado. En el momento del ataque estaba en vigor el pacto de no agresión germano-soviético de agosto de 1939, por el que ambas potencias se definían sus esferas de influencia en Europa oriental. El pacto sorprendió al mundo debido a la hostilidad mutua y a las ideologías diametralmente opuestas de los firmantes.
La situación en junio de 1941
El Tercer Reich es dueño de toda Europa occidental. Polonia, Dinamarca, Noruega, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Yugoslavia, Grecia, la parte checa de Checoslovaquia y la mayor parte de Francia son naciones ocupadas. Italia es aliada y Rumanía, Bulgaria, Eslovaquia, Hungría y Finlandia son estados satélites en la órbita alemana. El resto, incluida la Francia de Vichy, permanecen neutrales o en un estado de no-beligerante, como la España de Franco. La Wehrmacht presume de victorias en todos los frentes. Sin embargo, ya se le plantean al vencedor provisional graves problemas: No se ha sometido a Gran Bretaña. La Operación León Marino[2], Unternehmen Seelöwe en alemán, el plan para invadir Gran Bretaña, se ha pospuesto sine die, la campaña de bombardeos aéreos, la Batalla de Inglaterra, se salda con un fracaso para la Luftwaffe y las operaciones de guerra submarina no han doblegado a los británicos. Los países ocupados empiezan a reaccionar. Se desarrollan movimientos de resistencia -todavía tímidos- apoyados por Gran Bretaña mediante emisiones de propaganda de la BBC, creación en Londres de un servicio – Secret Operations Executive, SOE[3].- encargado de formar agentes clandestinos adiestrados para realizar atentados, sabotajes, establecer enlaces de radio, etc.
Estados Unidos ha abandonado su estado de neutralidad por uno de no-beligerancia. Tras la caída de Francia, los EE.UU. iniciaron el primer reclutamiento realizado en tiempo de paz de su historia e incrementaron considerablemente su presupuesto militar. Era cuestión de tiempo que la Batalla del Atlántico arrastrase a la guerra a los Estados Unidos y la ayuda militar estadounidense es una amenaza de la que Hitler es muy consciente. La Unión Soviética, con la que se mantiene vigente el pacto de no agresión sigue siendo todavía un interrogante. Alemania corre el riesgo de depender demasiado para su abastecimiento del Estado soviético. Además, la URSS tiene pretensiones territoriales que asustan a Hitler: la Unión Soviética se ha anexionado ya la parte oriental de Polonia, Estonia, Lituania, Letonia, ha obtenido concesiones territoriales de Finlandia como consecuencia de la Guerra de Invierno ruso-finesa de 1939-40 y mira hacia los Balcanes.
Hitler contaba con otra campaña relámpago en el verano de 1941 que acabase con el derrumbe del Ejército soviético en un par de meses, por lo que la Fuerzas Armadas alemanas no se equiparon para combatir en invierno. Alemania no estaba preparada para una guerra de larga duración, por lo que se esperaba que una victoria rápida sobre la URSS obligaría a Gran Bretaña a aceptar una paz negociada. El espionaje británico había alertado a la Unión Soviética de la inminente invasión pero Stalin creyó que era un intento desesperado de Churchill para hacerle entrar en la guerra junto a los Aliados. A pesar de que el espía soviético Richard Sorge llegó a dar a Stalin la fecha exacta del ataque, el ataque pilló al Ejército soviético por sorpresa, puesto que la STAVKA, el Alto Mando del Ejército Rojo, bajo las órdenes de Stalin, no dicto ningún tipo de medida preventiva que pudiese irritar a su homólogo alemán. Stalin, a pesar de que no albergaba dudas sobre que el conflicto germano-soviético sería inevitable, creía que Hitler no abriría un segundo frente antes de acabar la guerra con Gran Bretaña y en todo caso los planes de defensa soviéticos estaban previstos para un enfrentamiento con Alemania como muy pronto en la primavera de 1942.
Preparativos / Los preparativos alemanes
La Operación fue diseñada en un principio en diciembre de 1940, tras el fracaso de la batalla de Inglaterra. Hitler deseaba dividir sus fuerzas y no repetir el error de Napoleón Bonaparte de invadir un país tan extenso mediante un solo bloque de tropas; asimismo se ejecutaron diversas misiones de reconocimiento aéreo a lo largo de la frontera germano soviética. Se estructuraron tres grupos de ejército asignados para conquistar regiones y ciudades grandes de la Unión Soviética una vez que la invasión comenzara. El Grupo de Ejércitos Norte[4] fue asignado a la conquista de los países bálticos y de Leningrado El Grupo de Ejércitos Centro, el más poderoso en hombres y material, conquistaría Bielorrusia, participaría en la toma de Smolensk antes de dirigirse hacia la conquista de Moscú y la ocupación de las regiones centrales de Rusia El Grupo de Ejércitos Sur debía tomar la totalidad de Ucrania, sin dejar de lado la conquista de Kiev y continuar hacia el río Volga, teniendo como objetivo conquistar finalmente la región montañosa del Cáucaso, muy rica en petróleo. Al final de los preparativos, la Wehrmacht había movilizado cerca de 3,2 millones de soldados hacia la frontera soviética, junto con un millón de soldados de países aliados y satélites, preparados todos para iniciar una ofensiva general desde el Mar Báltico hasta los Cárpatos, contando para ello con la entrada de Rumania y Eslovaquia en la guerra. Existía, sin embargo, una discrepancia en los objetivos: mientras Hitler daba prioridad a la política y a la economía, deseando unirse cuanto antes a las tropas finlandesas en el norte y ocupar la riqueza agrícola de Ucrania en el sur; el Alto Mando deseaba destruir el centro de poderío militar soviético en Moscú, principal centro de comunicaciones del país
Los preparativos soviéticos
La Unión Soviética no era tan débil como aparentaba. A pesar de la Gran Purga stalinista, la industrialización sobre todo del sector pesado había progresado hasta convertir al país en la segunda potencia industrial del mundo. La producción de armamento fue aumentada en los años previos dentro del clima general europeo de rearme. En 1941 el ejército soviético sobrepasaba al alemán por un gran margen en cantidades de hombres y material, siendo los modelos de tanques T-34[5] y aviones Sturmovik en muchas ocasiones mejores que sus pares alemanes, asimismo la cantidad de tanques (siete veces más numeroso que sus oponentes alemanes), cañones de largo alcance y aviones de combate disponibles en la Unión Soviética resultaba ser mayor a la que Alemania y todos sus aliados pudiesen movilizar respecto de esas mismas armas, sólo faltaba modernizarse en táctica militar. El número real de tanques, aviones de guerra y divisiones del Ejército Rojo era desconocido por el OKW (Alto Mando de la Wehrmacht) alemán y de este modo por Hitler, quien consideraba inferior y desmoralizado al Ejército Rojo. Por otra parte los análisis de los generales germanos y del propio Hitler se sustentaban en el pésimo desempeño de las tropas soviéticas durante la Guerra de Invierno de 1939 contra Finlandia, en la que el Ejército Rojo sufrió cuantiosas pérdidas en hombres y material frente al ejército finlandés, mucho más pequeño y peor equipado, al cual combatían. Se ha determinado que el Ejército Rojo estaba en desventaja numérica respecto a la Wehrmacht precisamente en las guarniciones de regiones occidentales de la Unión Soviética, aunque sumando la totalidad de soldados soviéticos disponibles resultaba una cifra superior a la movilizada por Alemania y sus aliados.
El Ejército Rojo podría movilizar casi cinco millones de soldados preparados ya en junio de 1941, pero para que tal diferencia fuese visible en combate era necesario primero movilizar grandes cantidades de tropas soviéticas desde Siberia y Asia Central. La única gran desventaja soviética parecía ser la preparación táctica de sus oficiales para una invasión alemana. Tras la Gran Purga de 1936 Stalin había reforzado su poder dentro de la Unión Soviética pero para ello había ordenado encarcelar o fusilar a varios miles de oficiales muy competentes del Ejército Rojo, al punto que de 90 Generales de Ejército solo 6 sobrevivieron la purga, y de 180 jefes de distrito militar solamente 57 vivían tras la purga, casi dos tercios de los comandantes de divisiones y de cuerpos de ejército habían sido arrestados o ejecutados. El resultado fue que tales puestos vacantes quedaron cubiertos por oficiales más jóvenes, carentes de experiencia dirigiendo tropas, y tras el recuerdo de las purgas muy pocos de estos jóvenes comandantes se atrevían a tomar iniciativas propias en combate o a dar sugerencias a sus jefes directos. Además la desconfianza de Stalin impulsó a que los nombramientos de jefaturas militares tras la Gran Purga tuvieran como base la «confiabilidad política» de los oficiales en vez de su habilidad y conocimiento militar
La invasión
La invasión estaba inicialmente prevista para el 15 de mayo, pero la intervención de Mussolini en África Oriental contra la Somalia Británica y, sobre todo, su frustrada invasión de Grecia durante el invierno de 1940 hizo aplazar la operación, al verse Hitler obligado a socorrer a su aliado decretando la invasión de Grecia (Operación Marita). Por otra parte, como respuesta al golpe de estado en Yugoslavia que sustituyó al gobierno pro-alemán que había firmado el Pacto Tripartito, Hitler ordenó la invasión de Yugoslavia (Operación 25). En conjunto, la intervención del Tercer Reich en Grecia y los Balcanes retrasó la Operación Barbarroja cuatro semanas. Muchos autores sostienen que este retraso resultó, a la larga, fatal para el avance alemán, como ya había advertido en su día el Alto Mando.[] Las fuertes lluvias de mayo difirieron los preparativos otros diez días. El domingo 22 de junio de 1941, a las 3:15 de la madrugada en un gigantesco frente de 1.600 km entre el mar Báltico y el mar Negro, los alemanes pusieron en marcha a más de 4 millones de hombres: 3,5 millones de alemanes y 1 millón de aliados aglutinados en 225 divisiones, junto a ello 4.400 tanques y 4.000 aviones, convirtiéndola en la operación terrestre más grande de la historia. En un principio el ejército soviético se derrumbó. Las fuerzas acorazadas alemanas se movieron rápido y lejos, aislando y capturando grandes cantidades de soldados enemigos y de su equipo. La Lufftwaffe se ocupó de destruir la mayoría de los anticuados aviones de las fuerzas aéreas soviéticas antes de que pudieran despegar del suelo. En un mes Bielorrusia y el Báltico estaban en manos alemanas aunque en el sur hubo que esperar a agosto para alcanzar el río Dniéper, ordenando Hitler que parte del grupo centro se dirigiera al sur para cerrar una tenaza en torno a Kiev, lo que provocó la mayor captura de soldados enemigos de la historia (más de 800.000), pero hizo retrasar el asalto a la capital soviética, aunque también ayudó a asegurar el flanco meridional del grupo de ejército centro. Desde el primer día de la invasión, las tropas alemanas habían recibido en muchos pueblos soviéticos (especialmente en el Báltico y Ucrania) la bienvenida de multitudes entusiastas que los contemplaban como libertadores de la opresión del estalinismo, pero Hitler despreció este apoyo.
Consideraba a los rusos subhumanos y, más tarde, mediante unidades especiales de las SS de Himmler, los trató con una dureza singular. Al hacerlo, se enemistó con la gente común. Stalin, por su parte, abandonó astutamente su imagen intimidatoria y apeló directamente a sus «hermanos y hermanas» (hasta entonces terminología no conocida) para mantenerlos unidos. Asqueados por la brutalidad alemana, los rusos se unieron a Stalin. Tanto alemanes como rusos trataban brutalmente a sus prisioneros, dejándolos morir de hambre (hasta se registraban casos de canibalismo), o directamente fusilándolos. En Octubre, los alemanes se dirigieron a Moscú, el invierno estaba en curso, el atraso inicial de la Operación de 4 semanas resultó ser crucial para la paralización del avance, el fango de las primeras lluvias otoñales hicieron que las operaciones casi se paralizasen, aunque lograron una última victoria en Viazma, comparable a la de Kiev. Con los soldados alemanes logrando victoria tras victoria, los periódicos alemanes aseguraban que era una guerra prácticamente ganada. Las pérdidas rusas habían sido inmensas pero Stalin apeló al patriotismo mediante el recuerdo de la invasión napoleónica y olvidando toda ideología llamó a su pueblo a la defensa de la patria llamando al conflicto Gran Guerra Patria. El derroche de vidas que prodigaban los rusos causaba asombro a los alemanes. La resistencia soviética sorprendió al mando alemán, que durante el verano había dado por aniquilado a dos tercios del ejército soviético tras cada batalla importante, pero que era capaz de reconstituirse sin que los historiadores hayan todavía podido aclarar los mecanismos mediante los cuales se producía ese milagro. Un ejemplo es la fortaleza de Brest-Litovsk en la frontera polaca: atacada el primer día de la invasión alemana, se planeó que su captura se realizaría en horas, sin embargo los soviéticos resistieron un mes entero. Lanzaron a grupos de soldados en asaltos suicidas contra posiciones alemanas. De igual forma, Smolensk, en el camino de Moscú, retrasó la ofensiva alemana por varias semanas.
Se organizó la lucha guerrillera con partisanos que hostigaban constantemente las líneas de suministros alemanas, alargadas cada vez más a medida que avanzaban. Los soviéticos realizaron la política de tierra quemada al igual que en 1812. Los rusos contaban además con un informante clave en el contraespionaje, Richard Sorge, quien entregó al mismo Stalin información relevante para el traslado de unidades desde el frente asiático hacia el frente alemán. El grupo de ejércitos norte llegó a las cercanías de Leningrado antes de agosto de 1941. Allí la resistencia soviética lo paró. En opinión de Hitler, capturar Leningrado sería una operación demasiado costosa, por lo que decidió asediarla y rendirla por hambre estableciendo el Sitio de Leningrado[6], en el que más de dos millones de personas murieron por el hambre, el frío, el estado de ley marcial y los bombardeos. La ciudad resistió hasta que en enero de 1944 los alemanes fueron rechazados. El momento crucial de la operación Barbarroja, sin embargo, fue cuando las tropas alemanas del grupo de ejércitos centro (Heinz Guderian) avanzó hasta 25 kilómetros de Moscú en diciembre de 1941. Sin embargo el intenso frío (-50°C) y la llegada de divisiones de Siberia hizo retroceder a los alemanes 200 kilómetros hacia el oeste en la llamada Batalla de Moscú. No hubo modo de volver a tomar dichas posiciones. Hitler destituyó a Guderian. El término de la Operación Barbarroja ocurre con el fracaso de tomar Moscú y rendir Leningrado.
Causas de la derrota inicial soviética
Las causas de la derrota inicial soviética están circunscritas a la guerra relámpago o Blitzkrieg basada en la guerra de movimientos y el uso de la táctica de tenazas acorazadas, algo nuevo tanto para los rusos como para el resto del mundo. Un inesperado espléndido verano ayudo a las divisiones alemanas a avanzar rápidamente hasta que les entorpeció el invierno, bajas temperaturas que solo sufrieron los alemanes puesto que la ropa robada a la población civil no les fue suficiente para mantenerse calientes. Además, si había señales de una preparación militar al otro lado de la frontera, no contaban con un rápido ataque alemán y no fueron preparados para él. La mayor parte del ejército soviético y sus vías de suministros estaban en la frontera, siendo eliminados en las primeras semanas. El Frente Oriental duró cuatro años, dando por resultado 4 millones de muertes alemanas y 11 millones de bajas soviéticas en combate, más otros 15-18 millones de civiles soviéticos muertos por masacres, enfermedades y hambre. Stalin al principio no reaccionó ante este nuevo escenario al que se enfrentaba y solo dos semanas después pudo tomar las riendas del problema; no contaba con mucha oficialidad competente debido a que él mismo había purgado al ejército de excelentes generales. Los soviéticos contaban con un arsenal muy grande frente al alemán, pero ¿por qué han sufrido tal derrota inicial? Hubo numerosos motivos que habitualmente se pasan por alto o no son conocidos por todo el mundo:
– La tecnología alemana no era la mejor del momento en cuanto a tanques. Los carros de combate T-34 y KV-1[7] eran muy superiores a lo mejor que tenían los alemanes, que eran sus preciados Panzer III[8], Panzer IV[9] y los Stug III. Sin embargo, de los 19.500 tanques soviéticos, sólo el 5% eran T-34s de primera generación y propensos a fallos por su corta vida y un 2% eran KV-1, con los mismos problemas Añadir a todo esto, que los viejos T-26[10] y los carros rápidos de la serie BT tenían una vida útil (antes de necesitar un cambio de motor o grandes reparaciones en él) de unas 100 horas de uso, tras las cuales se requería una gran labor de mantenimiento. Esto causó que en la primera semana, el 50% de los tanques soviéticos fueran puestos fuera de combate sin siquiera luchar.
– El enorme parque soviético de tanques estaba en un estado de reparación pobre en 1941, donde sobre el 29% necesitaban cambios y un 44% una reconstrucción. Rápidamente estos tanques fueron puestos fuera de servicio en los primeros días de la invasión a causa de las averías.
– Stalin se sorprendió por el hecho que Alemania realmente estuviese atacando a la Unión Soviética, y por ello tardó en darse cuenta de la gravedad de la situación y comenzar los preparativos para la guerra que ya había empezado con factor sorpresa. Pero además, las purgas stalinistas (como la Gran Purga de 1935) causaron que muchos buenos oficiales no estuvieran disponibles al haber sido encarcelados o fusilados, por lo que las tácticas soviéticas fueron deficientes durante una buena parte de la guerra.
– En el primer día se destruyeron más de 1800 aviones soviéticos, muchos de ellos sin tan siquiera despegar y en el segundo día ya había unos 2700 destruidos en total. Además, los aviones alemanes eran más veloces que los soviéticos y tuvieron el cielo bajo su dominio, lo cual propiciaba que las labores de localización de enemigos y exploración fueran un punto a favor de los alemanes, privando a los soviéticos de esta necesaria tarea.
– Las tácticas alemanas estaban bastante evolucionadas y las cadenas de mando eran más cortas que en cualquier otro ejército, pues en el Ejército Rojo sin las órdenes de los mandos del más alto nivel no se podía actuar incluso en las más elementales tareas defensivas; esto provocaba que regimientos enteros de soldados soviéticos estuviesen quietos en el frente sin tomar iniciativas para el ataque o la defensa, pues en caso de actuar por cuenta propia y fracasar la pena de muerte no tardaría en llegar.
– La falta de municiones fue un punto importantísimo. Sólo un 12% de los tanques soviéticos tenían proyectiles perforantes, mientras que el resto rara vez poseía un cargamento completo de munición rompedora o de alto explosivo (HE = High Explosive), lo cual hacía que los enfrentamientos entre carros fuesen dramáticos para los soviéticos durante las primeras semanas.
– La dispersión de los tanques del Ejército Rojo entre varias unidades frente a la cohesión de las divisiones de tanques de la Wehrmacht fue también un punto importante, pues los panzer germanos se concentraban para eliminar a los enemigos individualmente, mientras los tanques soviéticos (dispersos en pequeñas unidades) se veían en inferioridad en sus combates, aun a pesar de que el número global era mayor. Esto mismo pasó a menudo en el desierto, donde el general Erwin Rommel solía tener menos efectivos, pero más concentrados que en el bando británico, lo cual aumentaba la eficacia alemana. Hasta ese entonces, la URSS (y otros países) veía al tanque como meramente un arma de apoyo a infantería, por lo que en varias ocasiones los mandos del Ejército Rojo enviaban unos pocos tanques y cientos de hombres contra formaciones enteras de blindados alemanes.
– Un aspecto importantísimo también fue la falta de entrenamiento de las tropas soviéticas. Los alemanes estaban curtidos de las batallas del frente Oeste y además estaban bien instruidas en los entrenamientos básicos. Esto suponía una gran ventaja en los combates, donde algunos carros soviéticos recibieron innumerables impactos mientras que no localizaban a sus enemigos.
Causas del fracaso de la Operación Barbarroja.
Entre las causas del fracaso de la primera fase de la consolidación en tomar el control de la Unión Soviética se pueden citar:
La falta de información fiable del número de divisiones, armamentos y ubicación en el escenario del ejército soviético, producto de la escasa labor de la inteligencia militar alemana respecto a ese tema y un peligroso exceso de confianza por parte de Hitler. El fracaso soviético en la Guerra de Invierno ayudó mucho a tomar esta decisión y ver a la URSS perdida.
La falta de abastecimientos: la logística alemana no estuvo a la par con las necesidades del frente. Por error de cálculo Hitler creía posible aniquilar al Ejército Rojo en seis meses y no preparó sus tropas para una guerra prolongada, lo cual generó graves dificultades para vestir, armar y alimentar a las tropas en sitios muy distantes entre sí a la vez que combatían. La vastedad del espacio soviético hizo que para la Wehrmacht era difícil controlarlo en su totalidad mientras a la vez combatía. A eso se agrega que cada avance germano implicaba extender cada vez más las vías de abastecimiento y comunicaciones, lo cual era mayor labor para los alemanes; la misma vastedad geográfica permitía que los altos jefes del Ejército Rojo preparasen maniobras en espacios de docenas de kilómetros sin estar limitados por territorios reducidos con grandes centros urbanos como sucedió con los jefes militares de Polonia o de Francia La subestimación que Hitler hizo sobre la moral combativa y la industria militar soviética; no se tuvo en cuenta que la industrialización forzosa en la URSS fue acompañada de una gran mejora en las vías de comunicación internas del territorio soviético, lo cual no solo permitió a Stalin consolidar su poder en todo el país sino movilizar grandes masas de soldados y concentrarlas oportunamente en los frentes desde 1942.
Nótese que se hace referencia a las comunicaciones internas, y no a las de las fronteras o las zonas periféricas, que eran, en general, más escasas o menos desarrolladas, lo que fue otro factor para ralentizar el avance alemán (al contrario de lo que ocurrió en Francia, donde su buen sistema de vías terrestres permitió una rápida penetración del ejército alemán). Falta de flexibilidad en la toma de decisiones cruciales al tomar el mando Hitler personalmente, desoyendo a sus asesores más experimentados como Gerd von Rundstedt o Erich von Manstein. Falta de la experiencia en terreno por parte de Hitler, quien tomaba decisiones militares de carácter técnico sin ser oficial profesional. Stalin prefería dejar ese terreno a oficiales profesionales como Georgi Zhukov o Konstantin Rokosovski. Destitución por Hitler de oficiales competentes como Fedor von Bock, Heinz Guderian y Brauchistch, retirándolos del mando en medio de campañas importantes. Las informaciones del espía comunista alemán Richard Sorge, establecido en Japón, permitieron a Stalin sacar de la frontera con Mongolia numerosas tropas soviéticas y a su comandante más capaz, el general Georgi Zhukov. Conociendo que Japón trataría de evitar un conflicto simultáneo con la Unión Soviética y con los Estados Unidos, Stalin pudo movilizar sin temor gran parte de sus unidades de reserva estacionadas en Asia. El «general invierno» de 1941-1942, con temperaturas históricamente extremas que limitaron la capacidad militar y moral del combatiente alemán. A ello se agrega que Hitler no esperaba un conflicto de larga duración contra los soviéticos y que la Wehrmacht no tenía forma, como se menciona anteriormente, de suministrar municiones, combustible y aditamentos para el invierno, decidiéndose por el armamento debido a la necesidad de mantener constantes los avances. Nótese que las anteriores campañas victoriosas de la Wehrmacht se habían desarrollado siempre en la primavera o en otoño del Hemisferio Norte, pero jamás en invierno hasta 1941. El Ejército Rojo también padeció seriamente por la crudeza del invierno, pero su logística sí había previsto esta posibilidad. Las fallas en la logística germana, pues no se previó que los ferrocarriles alemanes tenían que ser adaptados al ancho de vía ruso mientras se avanzaba en el frente, lo que era indicio de que tarde o temprano el avance debía detenerse o tornarse lento, lo que ocurrió después de la Batalla de Smolensk. El tiempo perdido (de uno a dos meses) permitió a los soviéticos preparar sus defensas de cara a la crucial Batalla de Moscú
[1] La Paz de Brest-Litovsk fue un tratado de paz firmado el 3 de marzo de 1918 en la ciudad bielorrusa de Brest-Litovsk entre el Imperio alemán, Bulgaria, el Imperio austrohúngaro, el Imperio otomano y la Rusia soviética. En el tratado, Rusia renunciaba a Finlandia, Polonia, Estonia, Livonia, Curlandia, Lituania, Ucrania y Besarabia, que a partir de entonces quedaron bajo el dominio y la explotación económica de los Imperios Centrales. Asimismo, entregó Ardahan, Kars y Batumi al Imperio otomano. Con este tratado, Alemania reforzó el frente occidental con efectivos orientales. La derrota alemana en la Primera Guerra Mundial anuló el tratado, y todas las pérdidas rusas habían sido recuperadas para 1940. Solamente Finlandia y Turquía, sucesora del Imperio otomano, conservaron los territorios recibidos en Brest-Litovsk.
[2] La Operación León Marino fue un plan alemán para invadir Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial. La invasión no llegó a ejecutarse, si bien sus preparativos fueron muy intensos y la amenaza de invasión se mantuvo durante bastante tiempo, primero para mantener una presión psicológica sobre el pueblo y el gobierno británicos, y posteriormente para encubrir los planes alemanes de ataque contra la Unión Soviética
[3] La Dirección de Operaciones Especiales (Special Operations Executive, SOE) fue una organización creada durante la Segunda Guerra Mundial por Winston Churchill y Hugh Dalton para llevar a cabo espionaje, sabotaje y reconocimiento militar y especial contra las Potencias del Eje en la Europa ocupada por la Alemania nazi Aunque la organización propiamente dicha la formaron unos 13 000 agentes, de los cuales alrededor de 3200 eran mujeres, se calcula que dieron apoyo a alrededor de un millón de agentes secretos extranjeros en todo el mundo, sobre todo a los movimientos de resistencia como los partisanos yugoslavos (el mayor grupo de resistencia de la guerra), el Armia Krajowa polaco, los partisanos soviéticos, las Fuerzas Francesas del Interior, la resistencia noruega y la griega Se refería a veces al SOE como «Los Irregulares de Baker Street» por el grupo de espías que aparece en los libros de Sherlock Holmes, o «Churchill’s Secret Army» (Ejército Secreto de Churchill).
[4] El Grupo de Ejércitos Norte (en alemán: Heeresgruppe Nord) fue una formación estratégica de un grupo de ejércitos de campaña subordinado al OKH alemán durante la Segunda Guerra Mundial. Este grupo de ejércitos fue creado para coordinar las operaciones de cuerpos de ejército, formaciones de reserva, servicios de retaguardia y logística durante la invasión de Polonia, coordinando acciones con el Grupo de Ejércitos Sur. Fue creado el 2 de septiembre de 1939, como consecuencia de la reorganización del II Ejército. Su primer comandante en jefe fue el general Fedor von Bock. Al comenzar la Operación Barbarroja, fue uno de los tres grupos de ejército operativos, junto con el Grupo de Ejércitos Centro y el Grupo de Ejércitos Sur, creado a partir del Grupo de Ejércitos C. Su área de acción se definió en la zona de los países bálticos, norte de Bielorrusia y región noroeste de Rusia, teniendo como objetivo la toma de Leningrado Al momento de producirse la invasión de la Unión Soviética, el grupo estaba formado por 21 divisiones de infantería, 5 divisiones de infantería motorizada y 3 divisiones Panzer
[5] El T-34 es un tanque medio de fabricación soviética que fue producido entre 1940 y 1958 El desarrollo del T-34 partió de la serie de tanques rápidos BT, y del M1928 Christie con blindaje inclinado, con la intención de reemplazar al BT y al tanque de infantería T-26. Tras el poco éxito de los tanques soviéticos en la Guerra Civil Española, la falta de protección se hizo notable. El T-34 era el tanque que mejor equilibraba potencia de fuego, movilidad y protección de los existentes, aunque inicialmente su eficacia en el campo de batalla fue malograda debido a la mala disposición ergonómica del compartimiento de la tripulación, la carencia de radios, la falta de municiones y el empleo de tácticas pobres, así como una anticuada cadena de mando. A finales de 1943 se introdujo el mejorado T-34-85, con un cañón de mayor potencia. El diseño y construcción del tanque fueron continuamente refinados durante la guerra para mejorar su eficacia y reducir los costes, permitiendo que se dispusiera de un número de tanques cada vez mayor. Hacia 1945, el versátil y rentable T-34 había sustituido a la mayoría de los tanques pesados y ligeros en servicio. Fue una influencia en el desarrollo posterior del nuevo concepto de tanque, el tanque de combate principal
[6] El sitio de Leningrado fue una acción militar de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial encabezada por Wilhelm Ritter von Leeb, que buscó inicialmente apoderarse de la ciudad de Leningrado (el actual San Petersburgo). Los soviéticos construyeron una intrincada defensa alrededor de la ciudad, camuflaron edificaciones históricas con redes que impedían determinar su perfil.
Ante la perspectiva de tener que mantener a una población enemiga de más de 3 000 000 de habitantes, Adolf Hitler instó a que se asediara y se dejara morir a la población por el hambre y el frío. El sitio duró casi 900 días, desde septiembre de 1941 hasta enero de 1944. La población local sitiada fue sometida a una intensa lucha por la supervivencia. Cientos de miles de familias murieron de frío y hambre en sus hogares. La falta de alimentos llevó a la población a alimentarse de palomas, gatos y ratas; también hubo actos de antropofagia y compraventa de cadáveres. La ciudad estuvo a punto de perecer de no ser por un corredor que se estableció a través del helado lago Ládoga, por donde llegaba una mínima ayuda a los sitiados. Los muertos hasta ser liberada la ciudad superaron la cifra extraoficial de 1 200 000.
[7] La serie KV fue una línea de producción de una serie de carros de combate pesados de origen soviético. Fueron bautizados con el nombre del comisario de defensa y político Kliment Voroshílov. En el momento de la invasión de la Unión Soviética por parte de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, los KV eran los carros de combate mejor protegidos de su época, pero sólo constituían el 2% del total de las fuerzas acorazadas soviéticas el 22 de junio de 1941. Su éxito inicial en detener y diezmar a las fuerzas «panzer» le valió el sobrenombre de «matanazis«.
[8] El Panzer III era un carro de combate medio desarrollado en Alemania a finales de los años 1930, ampliamente utilizado durante la Segunda Guerra Mundial. El nombre es una abreviación de su designación oficial en alemán Panzerkampfwagen III (vehículo de combate blindado modelo III), abreviado como PzKpfw III. Estaba destinado a combatir contra otros vehículos blindados de combate y servir junto al tanque de apoyo de infantería Panzer IV. Sin embargo, para enfrentarse al T-34 soviético, el Panzer III quedó obsoleto en su función y los alemanes necesitaban armas anticarro más poderosas. Como el Panzer IV tenía una torreta de mayores dimensiones, y montaba el cañón largo KwK 40 de 75 mm, intercambió el papel con el Panzer III para ocuparse de las batallas de tanques. A partir de 1942, la última versión del Panzer III montó el cañón KwK 37 de 75 mm L/24, más adecuado para apoyar a la infantería. La producción del Panzer III finalizó en 1943. No obstante, se utilizaron los chasis de Panzer III para producir cañones de asalto Sturmgeschütz III hasta el final de la guerra.
[9] El Panzer IV fue un tanque medio desarrollado en la Alemania nazi a finales de los años 1930, ampliamente utilizado durante la Segunda Guerra Mundial. El nombre es una abreviación del nombre en alemán Panzerkampfwagen IV (vehículo de combate blindado modelo IV), abreviado como PzKpfw IV. La designación del inventario de vehículos militares alemanes para este tanque era Sd.Kfz.161.
[10] El T-26 fue un tanque ligero soviético que participó en numerosos conflictos de los años 1930 así como en la Segunda Guerra Mundial. Fue desarrollado a partir de 1930, tomando como modelo al Vickers 6-ton británico, siendo considerado por algunos como el diseño de tanques más exitoso de la década de 1930.
David Odalric de Caixal i Mata: Historiador Militar, experto en Geoestrategia Internacional y Terrorismo yihadista. Director de OSI Foundation (Occidental Studies Institute) Asesor en materia de Seguridad y Defensa en HERTA SECURITY. Director del Área de Seguridad y Defensa del Instituto Internacional de Estudios en Seguridad Global (INISEG) / Universidad Pegaso. Director del Observatorio contra la Amenaza Terrorista y la Radicalización Yihadista (OCATRY) de INISEG.