El 1er. Escuadrón del 9º de Caballería también actuó con eficacia dos días más tarde, en el curso de una emboscada perfectamente planeada contra una unidad enemiga que se movía de este a oeste al norte mismo de las montañas de Chu Pong. Los soldados tuvieron noventa angustiosos minutos antes de que la unidad penetrase en la zona de la emboscada, pero habían sido entrenados para aguardar hasta que hubieran pasado los elementos de vanguardia. Con un estruendo ensordecedor estallaron ocho minas y, a continuación, los hombres del 9º de Caballería abrieron fuego a discreción durante dos minutos. El enemigo fue aniquilado. Sin embargo, esta vez a la caballería no le salieron las cosas totalmente a pedir de boca. Al regresar a la base, cayeron bajo los ataques constantes y casi fanáticos de 3 compañías de regulares del EVN, y, a la medianoche, corrieron el grave peligro de que su perímetro se veía rebasado. En aquella ocasión, sin embargo, las ventajas de la movilidad aérea se hicieron patentes. No tardaron en recibir ayuda, cuando la Compañía A del 1er. Batallón del 8º de Caballería, situado a 20km en dirección norte, voló hasta el escenario de los hechos. Cuarenta minutos después de medianoche, el primer pelotón estaba en tierra y dispuesto para el combate.
Estos primeros choques sostenidos por unidades de la 1ª Brigada, pese a ser de pequeñas proporciones, justificaban sobradamente de por sí, a ojos de Kinnard, el concepto de la movilidad aérea. El Cuerpo principal de la 1ª Brigada estaba compuesto de 3 batallones de infantería helitransportados además de apoyo de artillería y fuego de cohetes aéreos, este último lanzado por helicópteros de combate “artilleros” especialmente adaptados a los aparatos UH-1. Los aparatos de exploración localizaban constantemente fuerzas enemigas. Entonces eran trasladados al lugar grupos de infantes, dotados de gran movilidad, que fijaban al enemigo antes de usar sus armas contra él, al objeto de causarle máximos daños, con el apoyo de la potencia de fuego aéreo y terrestre. Gracias a las experiencias habidas en combate, fueron muchas las lecciones que se aprendieron. En el curso de las primeras escaramuzas, muchos soldados de caballería quedaron desconcertados al advertir la proximidad suicida a la que se libraban los encuentros con el enemigo.
Fueron varias las unidades lanzadas entre las mismas filas del EVN y era frecuente que ambos bandos se disparasen a distancias inferiores a 20 metros, en las que la cadencia y potencia de los fusiles de asalto de fabricación china y soviética podían resultar devastadoras. Con frecuencia era difícil organizar los apoyos artilleros, mientras que la evacuación urgente de los heridos se veía rebasada por la falta de equipo para despejar zonas de aterrizaje. Los primeros encuentros de la campaña de Ia Drang fueron también notables por el afortunado despliegue de unidades aerotransportadas durante la noche. La batalla del 3 de noviembre, por ejemplo, fue la primera vez que un perímetro defensivo, sometido a fuego sostenido, fue reforzado en la oscuridad por fuerzas helitransportadas, trasladadas a una zona de aterrizaje no conocida. También fue la primera vez que se utilizaron de noche cohetes aire-tierra a una distancia de 50 metros de los soldados norteamericanos. El entrenamiento básico que habían recibido los pilotos les había enseñado a volar bajo y rápido: de este modo podían alejarse antes de que el enemigo hubiera conseguido centrarles en sus miras. Esto es lo que se decía oficialmente, pero la mayoría de los pilotos lo consideraban un chiste bastante malo. Cuando iban cargados al máximo, debían volar a poca altura, pero no había forma de hacerlo con rapidez. Tener que volar de noche o aterrizar en mitad de una zona de fuego batida por el enemigo a 500 metros era la pesadilla de todos los pilotos. Por mucho entrenamiento que tuviesen, nunca estarían preparados para estas contingencias. El enemigo sabía siempre cuando se aproximaban. Los motores de los helicópteros hacían mucho ruido y, en la quietud de la jungla, podían oírse a varios kilómetros de distancia. Una vez en la zona de operaciones, el enemigo que esperaba en la selva se disponía a disparar a quemarropa una vez los helicópteros se posaran en tierra. El proyectil de 12,7mm, era capaz de perforar cualquier cosa. Con un poco de suerte, el enemigo podía acertar en la cabeza del rotor o en las raíces de las palas. De ser así, no habría posibles supervivientes.
El 9 de diciembre, la 1ª Brigada era retirada de los combates de Ia Drang. Su despliegue había comportado un importante éxito; 200 nordvietnamitas muertos y 300 enemigos habían resultado heridos. Y lo que era más importante, se habían destruido más de 100.000 cartuchos de munición de 7,62mm, 4 morteros de 82mm y 6 cañones sin retroceso de 75mm, además de haber sido aprehendidos medicamentos por valor de 40.000$. La 1ª Brigada fue relevada por la 3ª compuesta de los batallones 1º y 2ª del 7º de Caballería, que en los combates de Ia Drang estuvo apoyada por el 2º Batallón del 5º de Caballería. En esta fase la principal preocupación de Kinnard era que el EVN pudiera escabullirse y que la caballería no estuviera a la altura de sus anteriores aciertos. Ordenó al coronel Thomas W. Brown, jefe de la 3ª Brigada, que iniciase patrullas al sur y al sudoeste de Plei Me. El coronel Brown, versado en las técnicas de la movilidad aérea, inició una enérgica cacería del enemigo. Los informes de los servicios de inteligencia apuntaban que el 33º Regimiento del EVN estaba reorganizándose entre el río Ia Drang y las montañas de Chu Pong. Se creía igualmente que el 33º Regimiento estaba próximo y que el enemigo había recibido más refuerzos.
El 14 de noviembre, el 1er. Batallón del 7º de Caballería, a las ordenes del coronel Harold G. Moore, inició una batida en la base del macizo de Chu Pong (la cara oeste estaba en Camboya y por tanto fuera de los “límites”, buscando problables LZ para el aterrizaje de sus aparatos. En el batallón, sin embargo, escaseaban los helicópteros. Se disponía únicamente de 16 helicópteros UH-D1. El fuego de apoyo, la parte esencial de cualquier asalto aéreo, correría a cargo de dos baterías de 105mm, las cuales durante veinte minutos, seguido por fuego de cohetes a cargo de los helicópteros de apoyo, el batallón sería transportado en una serie de recogidas hasta la LZ, con la Compañía B del capitán John D Herren como avanzadilla del batallón. Estas fuerzas estarían situadas en la zona de aterrizaje (ZA) Falcon, a 9km al este de la zona a explorar. Como los demás mandos de la 1ª Brigada, Moore era consciente de que sus hombres todavía no se habían medido con un contingente importante del EVN. La ZA-Xray, a 10km al oeste de Plei Me y capaz de permitir el despegue de 10 UH-1D a la vez, fue elegido por Moore como el lugar más apropiado para un asalto aéreo.
Las compañías C y D desembarcarían en siguientes rondas, defenderían el perímetro de la LZ, y se dirigirían hacia el oeste hacia la misma montaña. La coordinación de todas las armas era de importancia básica en las primeras fases. A las 10.17 horas comenzó un bombardeo preliminar de las piezas de 105mm, seguido inmediatamente de un ataque aéreo y veinte minutos más tarde 16 helicópteros de carga sobrevolaron las copas de los árboles. Un sargento contemplo la montaña y se le oyó decir: “Dios mío, la hija de puta es grande” Moore emplazó su puesto de mando alrededor de un gran hormiguero en un bosquecillo cercano al centro de la LZ y ordenó a Herren que empezará a patrullar. A medida que los elementos de la Compañía A empezaban a llegar a la zona de combate en una segunda oleada, con lo que Moore ordenó a Herren que se dirigiera al saliente montañoso un poco más al norte. La ZA fue saturada de fuego: los helicópteros artillados dispararon el 50 por ciento de sus cohetes en 30 segundos. La Compañía B del 1er. Batallón fue la primera en tomar tierra, con el 1º Pelotón a la izquierda, el 2º Pelotón a la derecha, y el 3er. Pelotón en la reserva. Una vez en el suelo, los soldados se dispersaron al objeto de asegurar un perímetro alrededor de la ZA. Inmediatamente fueron seguidos por las Compañías A y C. Herren ordenó al 2º Pelotón, compuesto por 27 hombres, que avanzaran para entablar contacto. Al hacerlo se toparon con un escuadrón del EVN y empezaron a perseguirlos, sólo para caer bajo una terrible cortina de fuego cruzado enemigo. En segundos el pelotón fue rodeado. Sin embargo, a las 13.30 horas, los norvietnamitas habían hecho sumamente arriesgada la llegada de refuerzos. La ZA estaba rodeada de matorrales, que junto con la espadaña y los montículos de los hormigueros, proporcionaban una cobertura ideal al enemigo que obligaba a los soldados de caballería a dar la cara. Fueron alcanzados varios Huey que transportaban elementos básicos de la Compañía D y, pese a que no fue derribado ninguno, el coronel Moore prohibió que tomaran tierra otros 8 helicópteros. Moore, que observaba estos movimientos, solicitó ataques aéreos y de artillería antes de enviar a la recién llegada Compañía A para que reforzara a Herren. A las 14:45, con menos de 3 compañías en el terreno, se encontró con una situación peligrosa. En respuesta, el coronel Brown asignó a una Compañía del 2º/7º de Caballería para que llegara desde An Khe en cuanto fuera posible; luego ordeno al 2º/5º de Caballería que se dirigiera a la LZ Víctor, situada a 7km al sureste de Rayos-X, y que se preparara para reforzarla por tierra.
Afortunadamente para los americanos, el fuego enemigo remitió a Moore reorganizar su defensa, dejando a las Compañías C y D para proteger la LZ mientras que la A y los restos de la B se reagrupaban para otro ataque con el que aliviar al pelotón sitiado. Se ordenó a las Compañías A y B que retrocedieran y dispusieran un perímetro defensivo infranqueable a fin de poder pasar la noche. De las dos compañías, la B era la que se encontraba en pero posición. Una de sus secciones quedó aislada y no pudo ser localizada con precisión. La ZA-XRay era una hoguera. En el asiento del piloto, que era el blanco del fuego hostil circundante, los hombres que tripulaban los helicópteros estaban desesperados porque los soldados no abandonaban los aparatos con la rapidez que era de desear. Por otra parte, se producía una angustiosa espera al cargar los heridos a bordo. Los pilotos se consideraban afortunados cuando podían volver a remontarse al cabo de un minuto. El rato de espera que pasaban los pilotos era un autentico infierno.
Un piloto testigo de los hechos recuerda: “Orange One, aborto el aterrizaje. El fuego en la ZA es muy intenso, decía un controlador desde la X-Ray. La patrulla Orange viró y nosotros seguimos. Por la radio no se oían más que gritos. Desde la ZA los pilotos de dos aparatos decían que habían sido alcanzados. ¡Era un barullo impresionante! Finalmente oímos que Yellow One decía que despegaba y lo vimos entre el humo de la zona izquierda de la ZA. Había estado esperando en medio del fuego mientras las tripulaciones de los aparatos alcanzados subían en otros Huey. Un jefe de tripulación quedo allí: había muerto. Pero el otro piloto había sido herido”. A eso de media tarde del 14 de noviembre, Moore comprendió que se encontraba en una batalla importante y que sus hombres luchaban por su vida contra los regimientos 33º y 66º de EVN. El coronel Brown se dio cuenta de que, en Plei Me, el enemigo se había propuesto acabar con el 1er. Batallón del 7º de Caballería. Se dispuso, pues, a enviar refuerzos para consolidar la zona de aterrizaje. La Compañía B del 2º Batallón del 7º de Caballería llegaba a X-Ray a las 18:00 horas y ya se estaban preparando los dispositivos necesarios para el aterrizaje nocturno. El EVN pasó la noche intentando aniquilar al pelotón de Savage (tres ataques separados fueron repelidos), y desplazando fuerzas para rodear la LZ. En aquellos momentos la situación alrededor del perímetro no era peligrosa como antes y lo único que les preocupaba era la sección aislada de la Compañía B.
Pese a que los informes indicaban que se mantenía firme y que seguía con la moral alta, habían muerto 8 hombres, 12 habían sido heridos y únicamente otros 7 seguían indemnes. La sección tuvo que hacer frente a varios ataques, todos ellos repelidos con el fuego de la artillería y de las armas individuales. La luz del amanecer mostró decenas de cadáveres enemigos alrededor de la posición. En el interior del perímetro proseguía la guerra sin cuartel. El comandante de la 1ª Sección de la Compañía C fue hallado muerto y alrededor des pertenencias se encontraron los cuerpos de 6 soldados muertos del EVN. Poco después del amanecer del 15 de noviembre, atacaron desde el sur, causando grandes bajas al 1º/7º de la Compañía C antes de repetir el proceso en el este, contra la Compañía D. El fuego barrió la LZ, y no pudieron llegar más refuerzos por helicóptero hasta las 09:00 horas. Para entonces el 2/5º de Caballería se acercaba desde la LZ Víctor y el ENV empezaba a dispersarse. A las 10:00 horas del 15 de noviembre las incursiones aéreas y el fuego de los cohetes de 70mm y los minigun habían desalojado a los comunistas de sus posiciones. Moore confiaba en que el enemigo ya no sería capaz de atacar la zona de aterrizaje con fuerzas de consideración y, a las 13:30 horas, ordenó a sus agotados soldados que se retiraran. Estos comprendieron al momento que habían infligido una importante derrota al enemigo.
El campo de batalla estaba cubierto por multitud de cuerpos y la abundancia de vendajes manchados de sangre indicaba que todavía era mucho mayor el número de los heridos. Hacia las 12:00 del mediodía fuerzas de relevo –el 2º Batallón del 5º de Caballería– llegaron al lugar donde se encontraba Moore y la recuperación de la sección aislada fue poco más que una formalidad. Se ordenó a las tropas de la zona ZA X-Ray que permaneciesen sentados y agrupados hasta la llegada del 2º Batallón del 7º de Caballería, que había sido destacado para actuar como fuerza de relevo. A las 09:30 horas del 16 de noviembre empezaron a llegar sus primeros elementos y los hombres del coronel Moore fueron evacuados en los helicópteros. La batalla que duró dos días alrededor de la ZA X-Ray constituyó el punto culminante de la campaña del 1º de Caballería en el Valle de Ia Drang. Pero la Campaña de Ia Drang aún no había terminado. El 17 de noviembre, la LZ Rayos-X fue abandonada (preparando los bombardeos a cargo de los B-52 sobre el macizo de Chu Pong) y las unidades que habían reemplazado al batallón de Moore (el 2/5º y el 2/7º de Caballería) recibieron la orden de retirarse a la LZ Columbus y Albany al este.
El traslado a las zonas de aterrizaje se hizo sin incidentes, exceptuando a las tropas que se dirigían con sus helicópteros hacia la LZ Albany, en que se vieron atacados por el flanco por un importante contingente de soldados del EVN. La Compañía C soportó el grueso del ataque, perdiendo 41 hombres; la lucha continuó durante la tarde y la noche. Se enviaron rápidamente refuerzos desde Columbus y An Khe, pero el conteo final de cadáveres norvietnamitas, fue de 403 hombres, aunque fue ensombrecido por los 151 americanos muertos y los 121 heridos. A pesar de esta última tragedia, no podía dudarse de que el 1º de Caballería había combatido bien en Ia Drang. Además, al final de la batalla, pasó a manos de la caballería una gran cantidad de equipos capturados al enemigo. Había quedado muy claro, a partir de aquel momento, que en las zonas montañosas del Centro de Vietnam del Sur no se realizaría ninguna ofensiva a gran escala. Y esto había quedado claro por ambos tanto para los norteamericanos, como para el EVN. Mientras tanto, la 3ª Brigada continuó con sus batidas por la zona de Chu Pong, que se prolongaron hasta el 20 de noviembre, mientras que, la 2ª Brigada fue retirada el 26 de noviembre.
Las operaciones de barrida continuaron hasta el 27 de noviembre, en que fueron oficialmente canceladas; en 33 días los hombres de Kinnard, en un sorprendente despliegue de movilidad aérea, habían sofocado un importante ataque del EVN en las Mesetas Centrales, matando a 1.519 soldados del EVN confirmados y 680 por confirmar, hiriendo a unos 1.178 según lo estimado, y capturando a unos 157. Aquella operación costó a la 1ª División de Caballería Aérea 304 muertos y 524 heridos, pero por el momento el EVN había sido obligado a regresar a Camboya. Las operaciones llevadas a cabo en el valle de Ia Drang demostraron lo acertado de la nueva estrategia aeromóvil y marcarían el comienzo de un concepto de guerra que se mantiene vigente hasta el siglo siguiente[.] Dos años después ya estaba en funcionamiento los helicópteros artillados, los AH-1 Huey Cobra, aparatos creados sólo para el ataque y la escolta de otros helicópteros, no helicópteros de transporte equipados con ametralladoras y mísiles.
[] Sin embargo, es posible que los vietnamitas aprendieran las lecciones más importantes:
- >Atacar al enemigo desde muy cerca para evitar la potencia de su artillería.
- >Rehusar lanzar grandes unidades contra posiciones fijas y evitar los combates directos.
Así la de Vietnam se convirtió en una guerra de tensas esperas, pocos momentos de acción y la constante evaporación del enemigo cuando llegaban los refuerzos o se oían los primeros motores en el aire.