En 1965, Ian Douglas Smith (ex piloto de la RAF y político) se negó a negociar con los movimientos nacionalistas negros locales, apoyándose en el ejército local y la mayoría de los blancos, Rhodesia del Sur se autoproclamó independiente. Después de la secesión, Gran Bretaña, antigua potencia colonialista, puso en marcha un embargo. Las Naciones Unidas condenaron la secesión; Y los vecinos sudafricanos y portugueses desde Mozambique no apoyaron en gran medida a los secesionistas. Para redondear la situación, en el nuevo país había dos grupos de insurgentes negros: La ZANU (Zimbabwe African National Union) con apoyo chino y de la etnia Matabele; y la ZAPU (Zimbabwe African People Union) con apoyo de la URSS y conformado por la etnia Chona.
La insurgencia no tenía un gran poder ni fortaleza, entre otros motivos, a causa de que el negro Rhodesiano no estaba tan oprimido como en otras naciones vecinas; estaban decentemente vestidos, alimentados, tenían asistencia sanitaria, casas dignas y acceso a la universidad. La otra cara de la moneda era que no tenía posibilidades de acceder a los estamentos de mando más altos de la sociedad, y lo mejor del país estaba en manos de 225.000 blancos y casi nada en manos de los 4.500.000 nativos negros. En 1974, Mozambique se independizó, constituyéndose junto a Zambia y Botswana, santuario de los fuerzas rebeldes. El Regimiento de Exploradores Selous en Rhodesia tuvo una corta historia operativa, pero bajo la dirección del mayor (actualmente general retirado Ron Reid Daly), sus miembros se ganaron una terrible reputación como los mejores soldados del continente africano. El regimiento fue formado en diciembre de 1973, no fue la primera unidad de este tipo, ni sus miembros descubrieron nuevos métodos antiguerrilleros, pero los Selous en su corta historia, se convirtieron en una de las mejores unidades de combate del mundo. Su éxito era un reflejo de la calidad y la cantidad de su entrenamiento. Todas las unidades de este tipo sufren unas pruebas rigurosas, pero para muchos observadores no familiarizados con la dureza de la Sabana rhodesiana parecía que los exploradores eran sometidos a pruebas casi inhumanas de resistencia y de estómago. En marzo de 1980, poco después de la toma de poder de los nacionalistas africanos, los exploradores fueron disueltos y la corta carrera de la unidad tuvo un final poco glorioso. El Regimiento de los Selous actuó como una fuerza de reconocimiento de combate; su misión consistía en infiltrarse entre la población tribal rhodesiana y las organizaciones guerrilleras, descubrir los grupos rebeldes y transmitir información vital a las fuerzas convencionales encargadas de realizar los ataques. Los exploradores se entrenaban para operar en pequeños grupos por separado, capaces de actuar independientemente en la Sabana durante semanas y de hacerse pasar por rebeldes. Los Selous toman su nombre en memoria de Frederick Selous, amigo personal de Cecil Rodhes, en el empeño por colonizar gran parte de lo que fue Rhodesia. Los exploradores Selous llegaron a tener en sus filas setecientos hombres en el punto culminante de la guerra, reclutándose hombres de entre todas las razas del país. Todos los oficiales eran de raza blanca, incluidos algunos británicos o norteamericanos. Inicialmente los soldados eran en su mayoría blancos, pero, a medida que progresó el conflicto los integrantes de raza negra fueron los más numerosos. Red Daly sabía que clase de soldados quería: “Un soldado de una unidad especial tiene que ser un tipo de hombre muy especial. Ha de poseer inteligencia, fortaleza, gran valor, lealtad, dedicación, un profundo sentido de la profesionalidad, –madurez– la edad ideal era de 24 a 32 años, responsabilidad y autodisciplina. Cada hombre tiene que ser un solitario, capaz de vivir solo en la jungla, pero también ha de ser capaz de trabajar como parte de un equipo. Era esencial que el entrenamiento básico eliminara a los débiles y seleccionara a los mejores y más aptos. Tan pronto como los voluntarios llegaban a Wafa Wafa, en el campo de entrenamiento de los Exploradores a orillas del lago Kariba, se les daba una muestra de lo que tendrían que superar. Al llegar a la base, cansados y bañados en sudor se les había ordenado correr durante los últimos 25km. No veían ni barracones, ni comida, ni tampoco ninguna bienvenida, sólo unas cuantas chozas de paja y los ennegrecidos restos de un fuego agonizante. Tampoco se les daba comida. A partir de ese momento los instructores empezaron a agotar, a matar de hambre y a hostilizar a los reclutas. También era normal que entre 40 o 50 hombres de los 70 que se presentaban a las pruebas, acababan abandonándolas en los primeros días. El curso básico eran 17 días de un puro infierno. Cada mañana desde las primeras luces hasta las 17:00 horas, los reclutas eran sometidos a un programa de adaptación que agotaba sus fuerzas y tenían muy poco tiempo para descansar hasta que su capacidad básica en el combate se fuese agudizando. El día terminaba obligándoles a desarrollar un tipo de asalto arriesgado y difícil, destinado a superar su miedo a las alturas; después, en cuanto caía la noche, comenzaba el entrenamiento nocturno. Durante los primeros cinco días no se entregaba comida alguna a los aspirantes, teniendo que vivir de lo que encontraban. El tercer día se colgaba un animal muerto, que se dejaba pudrir bajo el sol. Dos días después se troceaba, se les sacaban las tripas y se cocinaba con gusanos y todo. El mayor Red Daily explicaba el por qué: “Poca gente sabe que la carne podrida es comestible si se hierve completamente, aunque si se recalienta, uno se expone a la muerte por botulismo.
Cuando los Exploradores están en misión de reconocimiento, en lo que no siempre habrá disponibles suministros, podrán subsistir con una res muerta, pero tienen que asegurarse de esto por su propia experiencia, ya que de lo contrario nunca lo comerían. Los últimos tres días de entrenamiento básico se dedicaban a una marcha de resistencia. Cada hombre tenía que llevar aparte de sus armas y unas cuantas raciones (125 gramos de carne y 250 gramos de harina de maíz). Tenían que llevar consigo un paquete con 30 kilos de piedras durante una distancia de 100km. Las piedras estaban pintadas de verde y contabilizadas, por lo que no podía descargarse ninguna de ellas durante la marcha y ser sustituidas por otras más pequeñas antes de llegar al final. Para estar doblemente seguros de su vigor, los últimos 12km se hacían a más velocidad. Este último techo tenía que ser cubierto en dos horas y media, lo que significaba que los hombres tenían que ir forzando todo el tiempo. Los hombres que superaban las primeras fases del adiestramiento eran trasladados, después de una semana de reposo, a un campamento especial para emprender la “fase crítica”. Si los exploradores habían de ser eficaces, era evidente que deberían tener un aspecto, actuar y hablar igual que los guerrilleros de verdad. La base estaba construida y organizada como un campamento rebelde y los instructores tenían que actuar para convertir a los reclutas en auténticos guerrilleros, preparados para enfrentarse a cualquier situación de riesgo y a cualquier enemigo en la Sabana. Los grupos de soldados rhodesianos se hacían pasar por rebeldes, eran las principales unidades activas de los Exploradores. En la “fase crítica” se les enseñaba a romper con la costumbre de afeitarse, levantarse a horas fijas, fumar y beber, y adoptar un estilo de vida como el de los guerrilleros. Se les entrenaba en todo, desde la muerte ritual de una cabra, hasta marchar por la jungla en fila. De los guerrilleros muertos o capturados se obtenía información vital referente a los métodos operativos de las unidades rebeldes en el campo (tales como sus preferencias para organizar las reuniones por carta) sus uniformes, sus armas y su equipo. Aunque los soldados negros de los Exploradores eran los que mantenían un contacto más directo con el enemigo, los oficiales blancos se hacían pasar por negros, al menos a cierta distancia. Se pintaban de negro con un corcho quemado o con maquillaje de teatro, llevaban un gran sombrero flexible y se dejaban crecer una larga barba, para poder ocultar sus rasgos europeos más evidentes. Los aspirantes que superaban el programa de entrenamiento tenían poco tiempo para regodearse de su triunfo. Las Fuerzas de Seguridad de Rhodesia tenían necesidad de todo hombre que pudiera luchar contra la creciente amenaza de las Guerrillas, por lo que se formaban a toda prisa unidades llamadas Sticks. Un Stick (gavilla) formado por uno o dos oficiales europeos y treinta soldados negros, eran depositados en la zona de operaciones mediante camión o helicóptero. Durante varias semanas actuarían en zona enemiga, pareciendo una unidad guerrillera a ojos de la población civil y de la propia guerrilla Para despistar al enemigo no se dudaba de organizar falsos ataques contra granjas de europeos o, incluso, entregar a su oficial blanco como prisionero. El regimiento nunca se involucraba en las operaciones del ejército, evitando de esta forma el desenmascaramiento de la unidad. Una vez proporcionados los datos, las acciones del ejercito corrían por cuentas de las Fuerzas de Fuego, compuesto por un helicóptero artillado, tres de transporte de tropas y un C-47 Dakota con paracaidistas. Todos tenían calificación paracaidista, siendo utilizado en sus saltos el paracaídas americano T-10. La mayor parte de los lanzamientos en operaciones se hicieron a bordo de anticuados pero eficaces DC-3 Dakota, a alturas de 150m, lo cuál hacía reducir el tiempo de descenso a unos 20 segundos. Algunos Exploradores se especializaron en técnicas de baja cota, aunque las operaciones de esta índole fueron muy raras. A pesar de los diferentes embargos comerciales, los Selous se las ingeniaron siempre para conseguir armas y material, aunque tuvieran que contentarse con armas que dejaban mucho que desear. Así, el arma principal de los Exploradores fue el fusil FN FAL de 7,62 mm que aunque resultaba algo pesado para el desempeño de su cometido prestó un buen servicio a la unidad. También eran «adquiridos» los AK-47 y familia de guerrilleros que eran eliminados. Al explorador Selous se le permitía más libertad en cuestión de indumentaria que a ninguna otra unidad similar. Oficialmente el uniforme era el mimetizado del Ejército rhodesiano, con gorro picudo de camuflaje y cogotera, el calzado era bota de cuero marrón y polainas tobilleras. Pero en la práctica, en medio de la espesura, lo «normal» era un pantalón corto caqui, y calzado especial para rastreo. Cinturón con cantimplora y poco más, aunque naturalmente este atuendo era sólo necesario en misiones de corto alcance. Como símbolo identificador oficial portaban boina color arena similar a la que usa el SAS. Estas unidades operaban en la jungla en misiones de búsqueda y destrucción del enemigo. En operaciones tan delicadas era esencial que los rebeldes no se enteraran de la presencia de los Selous, por lo que los Exploradores en camiones cubiertos o en helicóptero, de noche, bastante lejos del área sospechosa, y utilizando su dominio de la Sabana, se trasladaban a pie al lugar de las operaciones. Una vez en el sitio, se establecía un puesto de observación a una altura conveniente para tener una buena visión de todo lo que ocurriera alrededor. Para contactar con los guerrilleros, los Exploradores de servían de la información acumulada por las unidades de la Rama Especial adscritos a la policía. Mientras los oficiales blancos permanecían en el puesto de observación, saliendo solo de noche para recibir los informes, impartir órdenes y transmitir a su base cualquier información de interés, los exploradores negros se trasladaban a las aldeas haciéndose pasar por rebeldes e intentaban reunirse con el contacto local. Los enlaces locales proporcionaban a los guerrilleros alimentos, resguardo e información. Muchas veces era fácil encontrar al hombre adecuado; los Selous siempre se entendían bien con el enemigo; varios de ellos eran conocidos guerrilleros, antiguos rebeldes que habían sido capturados y a los que se les hizo una oferta que no podían rechazar, y decidieron ingresar en el regimiento.
Lo normal era que el grupo de Exploradores fuera aceptado por el enlace local, y una vez allí, concertara reuniones con otros grupos de la guerrilla local, en determinados momentos y lugares. No siempre era así de fácil, ya que algunos contactos albergaban sospechas respecto a aquellos inesperados huéspedes y los Exploradores tenían que llegar a actos extremos para probar su lealtad a la causa rebelde. En cierta ocasión los Exploradores m montaron un falso ataque nocturno a una granja blanca, para convencer tanto a las Fuerzas de Seguridad como a los guerrilleros. En efecto, llegaron al extremo de cubrir toda la zona con sangre y cadáveres proporcionados por los Exploradores-actores; los cuerpos muertos que hicieron ver envueltos en sabanas llenas sangre, convencieron a todos de la crudeza del combate. En otra ocasión un oficial blanco se hizo pasar por prisionero de sus soldados negros, sufriendo abundantes golpes para convencer a los rebeldes de la lealtad de sus hombres a la causa nacionalista. Con frecuencia se organizaban reuniones, a través de los enlaces, con los rebeldes locales, reuniones que constituían la oportunidad de destruir una banda que se hubiese infiltrado en Rhodesia, pero los propios Exploradores nunca atacaban a las guerrillas aunque hubiesen podido hacerlo. Su capacidad como tiradores y su experiencia en el combate lo hubieran convertido en un simple ejercicio, pero todo su esfuerzo para ser aceptados en una zona particular no habría servido para nada si hubieran tomado parte en cualquier acción para destruir a una fuerza guerrillera. Reid Daly decidió que la lucha sólo debía recaer en unidades del Ejército Regular transportadas en helicópteros de transporte de tropas y una unidad de paracaidistas; acudirían a las citas concertadas por el enlace local, llegarían por sorpresa y barrerían al enemigo. Muchos de los oficiales y demás miembros del regimiento procedían de áreas rurales de Rhodesia y dominaban el arte de seguir las huellas, pero no siempre resultaba fácil cambiar la caza de animales salvajes por el acecho de los grupos guerrilleros, bastante más peligros. En su labor de reconocimiento los Exploradores seguían a la guerrilla por todas partes durante una semana, buscando las señales de la actividad guerrillera, especialmente por la mañana temprano o a última hora de la tarde, cuando los rayos del sol ponían de manifiesto hasta las más leves huellas de su paso. Dedicaban especialmente su atención a cualquier evidencia de vegetación alterada y a observar cuidadosamente las pisadas de los zapatos del enemigo sobre el polvo. Cualquier cosa que cogieran o encontraran muerta –los Selous aprendieron a distinguir lo comestible de lo venenoso– les podía servir de alimento. Tenían absolutamente prohibido disparar sobre animales, ya que el ruido revelaría su posición.
Los fuegos, si se encendía alguno, se hacían con hojas secas, que no producían humo. Por la noche tenían que cavar un hoyo de 30cm para hacer dentro el fuego, ya que incluso el más leve centelleo de un rescaldo podía ser detectado hasta 800 metros de distancia en la oscuridad, lo cual podía tener consecuencias desastrosas para los Exploradores. Pronto resulto evidente que las bases de los países africanos limítrofes tales como Mozambique y Botswana constituían la mayor amenaza para la seguridad del Estado. Pequeñas unidades de Exploradores, coordinadas con unidades del Ejército regular, recibieron la orden de realizar una serie de expediciones fronterizas.
La más famosa de las expediciones, ejecutada por los Selous con su habitual pericia y arrojo, tuvo lugar en la base rebelde de Pungwe/Nyadzonya, en Mozambique. En agosto de 1976, 82 Exploradores en 10 camiones Unimag y 3 autoametralladoras Ferret atacaron a más de 5.000 guerrilleros. Se acercaron tranquilamente al campamento, donde fueron bien recibidos por el enemigo. De repente los rebeldes se dieron cuenta de su error y se desató un auténtico infierno. Los exploradores abrieron fuego con todo el armamento del que disponían y al final del combate habían muerto unos 1.300 guerrilleros, mientras que sólo cinco Exploradores resultaron heridos. Muchas otras expediciones de este tipo de realizaron hasta que el regimiento fue disuelto en 1980. Los procedimientos poco ortodoxos de Reid Daly para luchar contra los rebeldes le hicieron extremadamente impopular entre los oficiales de las Fuerzas Regulares Rhodesianas. Varios oficiales de alta graduación pensaban que los Selous eran más incómodos que útiles, que en algunas ocasiones habían amenazado la vida de oficiales del ejército. El 29 de enero de 1979 todas las operaciones de los Selous fueron canceladas, después de que el despacho de Reid Daly llegara un plan de depuración. Dos días después éste lanzo un ataque público y personal contra el teniente general John Hickman, lo que le costó un Consejo de Guerra. Aunque Reid Daly salió del paso con una represión, renunció al mando. En su corta historia los Exploradores infligieron al enemigo grandes pérdidas, aunque debido al secreto que rodeaba sus operaciones pocos rhodesianos conocían su existencia. No fue hasta después de terminada la guerra cuando se publicó un informe en el que se reconocía a los Exploradores como responsables del 70% del total de rebeldes muertos, lo que demostraba su capacidad operativa. En menos de 7 años de combates por la Sabana, los Exploradores perdieron 36 hombres muertos en combate, pero habían eliminado a varios millares de guerrilleros.