Si en la pasada década nos bastaba con decir Al-Qaeda (AQ), ahora nos ocurre lo mismo con Daesh (El también llamado “Estado Islámico” Algunos lo identifican como la amenaza principal, desde Túnez (atacando el Parlamento y el Museo Bardo) o Libia (especialmente en Derna o en Sirte), Nigeria con (Boko Haram) en Yemen (matando a los Zaydies que están siendo apoyados por Irán)), Afganistán y obviamente en Siria e Irak. También hay que matizar que el yihadismo es un neologismo occidental utilizado para denominar a las ramas más violentas y radicales dentro del islam político, caracterizadas por la frecuente y brutal utilización del terrorismo, en nombre de una supuesta yihad, a la cual sus seguidores llaman una «guerra santa» en el nombre de Alá. También existen otras acepciones como terrorismo islámico o terrorismo islamista, utilizadas frecuentemente en los medios de comunicación a partir de los atentados del 11 de septiembre de 2001, los atentados perpetrados en París, en enero de 2015 contra la Revista Charlie Hebdo y el supermercado Koscher en la capital francesa, que fueron reivindicados por Al-Qaeda en la Península Arábiga (AQPA) y por el Estado Islámico respectivamente en los atentados de noviembre del mismo año en París. Sin olvidarnos de otros atentados sucedidos en Europa, con lo que debemos constatar que el terror yihadista desborda ya el espacio del conflicto y se proyecta hacia el resto del mundo, como en Bruselas en el mismo mes de enero del año pasado, donde la policía evito que los yihadistas llevaran a cabo diversos atentados y en Copenhague en febrero donde hubo dos atentados el primero en el centro cultural Krudttønden y el segundo en el sinagoga de Krystalgade. Tampoco debemos olvidarnos del atentado en el complejo turístico de Túnez y en Francia el pasado verano, en un tren.
En contra de las apariencias, no asistimos tanto al aumento del yihadismo como a su realineamiento. Si ayer Al-Qaeda era la más atractiva bandera de enganche yihadista, hoy lo es Daesh, en el marco de una disputa por el liderazgo en la que Abu Bark al- Baghdadi estaría intentado superar en ese liderazgo a Ayman al Zawahiri. El Estado Islámico es un grupo terrorista insurgente, de naturaleza yihadista suní, autoproclamado califato, asentado en un amplio territorio de Irak y Siria controlado por radicales fieles a Abu Bakr al-Baghdadi, autoproclamado «califa de todos los musulmanes». Técnicamente el grupo se organiza como un Estado no reconocido, ya que controla de facto varias ciudades como Mosul, Faluya o Raqqa, siendo esta última considerada su capital. Hace once años el grupo que ahora conocemos por Estado Islámico se dio a conocer al mundo con un gran atentado en Bagdad. En la tarde del 19 de agosto de 2003 un camión bomba se empotró contra el Hotel Canal, donde se encontraba la sede en Iraq de Naciones Unidas. En el atentado murieron 22 personas y 100 resultaron heridas. Entre los fallecidos se encontraba, el brasileño Sérgio Vieira de Mello, representante especial del secretario general de Naciones Unidas para Iraq, y el español Manuel Martín-Oar, capitán de navío de la Armada Española. El grupo fue fundado en torno a 2000 por el jordano Abu Musab Al Zarqawi, que tras, una juventud como delincuente y alcohólico, se pasó al islamismo radical. En los años 90 estuvo en los campamentos yihadistas de Afganistán y coincidió allí con Bin Laden. Creó o se incorporó a otros grupos antes de fundar “Yama’at al-Tawhid wal-Yihad”, que en la prensa española fue conocido por “Monoteísmo y Yihad. En marzo de 2003 los Estados Unidos invadieron Iraq y Abu Musab Al Zarqawi se trasladó al país para luchar contra las fuerzas de ocupación. El 7 de agosto su grupo realizó su primer gran atentado. Un coche bomba fue plantado por fuera de la embajada jordana en Bagdad. Los muros de seguridad protegieron el interior de la sede diplomática, donde sólo se produjeron varios heridos leves. En el exterior, murieron 17 personas. Todas eran iraquíes. Abu Bakr al-Baghdadi es el autoproclamado califa del Estado Islámico, con el nombre de Abu Bakr I El líder terrorista se autoproclamó nuevo califa de todos los musulmanes, exigiendo obediencia a los musulmanes de todo el mundo. Eligió el nombre de guerra Abu Bakr as-Siddiq, el primer Califa del Islam, suegro de Mahoma, y a su vez el iniciador de la serie llamada de los califas ortodoxos. Está considerado como el hombre más peligroso del mundo por la revista Time, y el sucesor de Osama Bin Laden para el diario francés Le Monde. Con la esperanza de reconstruir los grandes Imperios Musulmanes extintos, Ibrahim y el grupo terrorista del Estado Islámico salieron a la conquista de las localidades de Siria e Irak para después establecer un califato en todo el mundo árabe. Con el Magreb de plataforma para nuevos mercenarios y más combatientes salidos de las tierras conquistadas, tomaron Mosul, la segunda ciudad de Irak, y siguieron su imparable avance hacia el sur: los principales enclaves en la ruta hacia Bagdad cayeron uno tras otro. El 29 de junio de 2014, Al-Baghdadi fue proclamado califa (jefe de Estado y monarca absoluto) del Estado Islámico Su primera aparición pública la realizó durante las oraciones del viernes 4 de julio de 2014 en la Gran Mezquita de Mosul según un vídeo colgado en Internet en el que aparece Al-Baghdadi subido a un púlpito,
No obstante, nos encontramos ante una situación de amenaza muy preocupante, mientras que los combatientes del Estado Islámico van ganando nuevos territorios y sembrando miedo y muerte, nos tendríamos que hacer la pregunta de dónde ha salido el Estado Islámico? ¿Cómo ha conseguido convertirse en lo que es hoy en día? Y la pregunta principal a todo ello sería: ¿Es posible detener al mayor peligro al que se enfrenta la humanidad desde el final de la Segunda Guerra Mundial? Este renacido “Califato” del terror llamado Estado Islámico de Irak y el Levante anunció que eliminaba de su nombre la referencia geográfica y declaró que establecería un nuevo “califato islámico”, el primero desde el fin del Imperio otomano en el año 1924. Hay que recordar que los musulmanes de Oriente Medio no tienen califato desde la caída del Imperio otomano (1517-1924), un califato de orientación sunita, el cual fue abolido por Turquía en la reforma constitucional de 1926. Hoy la mayoría de los países de Oriente Medio son seculares y no islámicos y un musulmán devoto que quiere vivir de acuerdo con la sharía no tiene muchas opciones (Irán es una excepción, pero es Chiita, mientras que el 87 por ciento de la población del mundo musulmán es sunita. No obstante, para muchos musulmanes de la región su identidad religiosa es más importante que su identidad nacional. Uno de los recursos a los cuales intentará dominar el terrorismo yihadista en la zona de Oriente Medio, es el control del agua, el cual se transformará en un objetivo determinante de la estrategia de expansión regional del Estado Islámico, que “en caso de que lo consiguieran y pudieran mantener ese control, quizá entonces podrían legitimar parcialmente su gobierno, o alternativamente ser explotado como arma. Pero debemos ser conscientes de que el problema del agua se extiende más allá de Irak y Siria, con lo que podría afectar a otros países aliados de EEUU, como Jordania, aumentando el riesgo de que las poblaciones, las cuales se verían privadas de un derecho universal como es el agua, se volvieran contra sus gobiernos y decidieran apoyar al Estado Islámico, creando un levantamiento en todo Oriente Medio. Todo esto podría suceder si en un momento determinado del conflicto en el que nos encontramos, los terroristas del Daesh pudieran desarrollar la capacidad de proveer de recursos hídricos adecuados a los cientos de miles de habitantes que están bajo su control.
La solución a mi entender ante esta amenaza, sería sin lugar a dudas la de proteger las infraestructuras estratégicas en la zona, a ello me refiero a las grandes presas hidroeléctricas y otras infraestructuras de agua ubicadas en las zonas bajo control del Estado Islámico o cercanas a ser ocupadas por el Daesh. Con lo que la coalición con el apoyo de las otras naciones que combaten al terrorismo como Rusia deberían ante todo dar protección a esas infraestructuras que podrían caer en manos de los terroristas, y provocar un caos en la región. Con lo que el retraso en la acción militar por parte de la coalición está poniendo en peligro la estrategia para derrotar al Estado Islámico, con lo que podría provocar que los terroristas se hicieran más fuertes, continuaran recibiendo más apoyos de otros países de la órbita regional y sobre todo la llegada ingente de voluntarios islamistas desde otros rincones del mundo. El mes de marzo pasado, el grupo terrorista nigeriano Boko Haram, que fue responsable de la muerte de más de 10.000 personas en Nigeria en 2014, declararía su lealtad al Estado Islámico. Ahora, muchos analistas coincidimos en que Boko Haram tiene mucho más poder que del grupo terrorista que se escindió, ya que el Estado Islámico ha conseguido hacer algo que prometió Al-Qaeda y no lo consiguió, la creación de una “Califato” y aglutina más poder y con una sólida y estructurada jerarquía, algo de lo que Al-Qaeda no dispone. Los últimos meses, el terrorismo yihadista de Daesh ha llevado a cabo una terrorífica y monstruosa serie de atentados entre los que me gustaría resaltar el del 31 de octubre de 2015, un Airbus A321 con 224 pasajeros y tripulantes a bordo, el cual cubría la ruta Sharm el-Sheij (Egipto)- San Petersburgo (Rusia) se estrelló en el norte de la península egipcia, el avión de la compañía rusa Metrojet, y en el que viajaban 25 niños, 192 adultos y 7 tripulantes fueron asesinados por el terrorismo islamista.
Todo ello nos muestra una fragmentación que lleva a los violentos, los asesinos radicales islamistas a preferir una marca que les deslumbre por su mayor impacto. Mediático y sobre todo por la brutalidad de sus acciones. Nuestro principal objetivo, es atender a Siria e Irak, donde Daesh concentra su principal órdago califal, aunque hay que resaltar que resulta bastante insostenible. Primero porque, carece de recursos (unos 30.000-50.000 efectivos) para controlar funcionalmente un territorio donde viven unos seis millones de personas críticas con su dictado, y porque sabe que sus aliados circunstanciales (milicias sunníes enfrentadas a Bagdad) pueden nuevamente volverles la espalda, cuando en realidad ya lo hicieron hace una década cuando Washington les ofreció –armas, dinero y garantías incumplidas- de regreso al poder. Además en temas militares, la coalición liderada por EEUU ha logrado no ya solo fijar al enemigo, limitando su capacidad de maniobra y haciéndolo más vulnerable, sino también dificultar su logística y financiación (destruyendo depósitos, instalaciones y pozos petrolíferos) Por último, ya empieza a tomar cuerpo la formación de una fuerza terrestre –básicamente integrada por las fuerzas armadas iraquíes (238.000 efectivos) y otros tantos Peshmergas kurdos-, encargados de protagonizar la fase de combates terrestres que debería seguir a la aérea, iniciada el pasado 8 de agosto. Sin lugar a dudas muy pocos medios para atender a tantos frentes. Con lo que nos hace pensar, si realmente el Estado Islámico cuenta tan sólo con 50.000 efectivos. O según nos detallan otras fuentes regionales y locales el terrorismo yihadista en Siria e Irak estaría formado por más de 150.000 mercenarios,