En la matización de las creencias y rituales funerarios egipcios tendríamos que añadir antes de entrar en detalle que la teología implícita de la religión egipcia era politeísta. En la dimensión cultural, tenemos una multitud de templos tanto en el Antiguo como en el Nuevo Reino, que no eran solo la casa de varias deidades individuales, sino en las que eran venerados en conjunción con una comunidad de otras deidades. Así como las Enéadas respectivas locales que representaban el ámbito divino como un todo, era el conjunto combinado de deidades locales y sus territorios constituían la totalidad política del Estado Egipcio. En la dimensión cósmica la pluralidad de deidades entre los reinos Antiguo y Nuevo aparece como los muchos poderes cuya cooperación y conflicto mantienen al cosmos funcionando, creando la realidad. El cosmos es mantenido por diferentes poderes divinos. Este principio básico de la religión Egipcia fue minado por la revolución de Akhenaten en Amarna, pero también confirmado como tal por esta.
El tratamiento de la religión Egipcia entre los dos reinos el antiguo y el Nuevo lo baso en la distinción entre teología implícita y explícita. La teología implícita tiene que ver con las ideas, símbolos, y conceptos incrustados en los actos religiosos de una cultura, y así mismo en sus textos, mientras que le teología explícita opera a una distancia reflexiva de la actividad religiosa. La teología explícita, que habla con forma de discurso, es un fenómeno histórico que requiere explicación, lo contrario de la teología implícita, la cual es auto-evidente. En el antiguo Egipto, los comienzos del discurso teológico comenzaron relativamente tarde. Hay que tratar de establecer las condiciones de su aparición y desarrollo. Los siguientes factores parecen ser de especial importancia: los específicos de la situación histórica del Reino Nuevo en tanto que superación de una amplia crisis cultural; la continuidad de un problema cuyo tratamiento le dio dirección al proceso del discurso, a saber, el problema de pensar a “dios” (en singular) en el marco de una religión politeísta; un factor importante para el desarrollo del discurso, la institucionalización del discurso mediante la aparición de un grupo de profesionales para realizar esto; el desarrollo de himnos como vehículo típico para la teología explícita.
El discurso teológico, vino a ser el centro del interés general en el Nuevo Reino a diferencia del Reino Antiguo. En la mayoría de los casos, estos textos eran inscripciones en las tumbas. El concepto de tumba cambio en el Nuevo Reino, a diferencia del Antiguo. La tumba vino a ser el lugar donde los fallecidos tenían contacto no solo con la posteridad, sino también con lo divino, y este último aspecto adquirió gran significado. La deidad más importante era el Dios de la luz porque la cercanía a el significaba vencer el ámbito de la muerte y regresar al mundo de arriba. Los dueños de las tumbas en el Reino Nuevo se hacían representar acompañados de un himno al sol en la entrada de sus tumbas. Este fenómeno tenía poco que ver con la teología explícita pues de otra manera se había repetido siempre el mismo texto, un pequeño grupo de textos estándar, a la entrada de la tumba. En todos estos textos, la dimensión histórica de las ideas religiosas, a diferencia del Reino Antiguo con el Nuevo se manifiesta en si misma en una deidad y diferenciación únicas en Egipto.
Aunque también me gustaría resaltar que, en la crisis del Reino Antiguo, podemos apreciar que las pirámides fueron disminuyendo en tamaño, calidad y número a partir de la V Dinastía, lo que nos da una sensación de declive cultural en relación con el Reino Nuevo. Podríamos afirmar que estas han sido, en líneas generales, las causas aducidas para el final del Reino Antiguo, aduciéndose como decía el descenso y tamaño de las pirámides, consecuencia de una crisis económica, y de una paulatina perdida de la monarquía del control que hasta entonces ejercía sobre todos y cada uno de los recursos de Egipto. Incluso en el campo religioso encontramos una mayor diversidad, ya no sólo con la llamada democratización del culto funerario, también en la magia, en la religiosidad popular que, aunque difícil de rastrear, comienza a mostrarnos sus primeras manifestaciones. En lo que atañe a las diferencias funerarias de las tumbas atañe en el antiguo Reino, sufrieron diversos cambios: entre los que encontramos las Mastabas, las Pirámides escalonadas, como las de Zoser y Saqqara, las Pirámides acodadas como la de Snefru, o las Pirámides regulares como la de Gizeh. Paradójicamente, durante el Imperio Nuevo, cuando los faraones egipcios llegaron a su máximo poder y expansión territorial, adoptaron como tumba el hipogeo, que estaba excavado en la roca, con lo cual, el exterior no es nada monumental, e incluso esta oculto. Estos hipogeos se construyeron en el Valle de los Reyes, cerca de la ciudad de Tebas, donde se ubicó la capital del Imperio Nuevo.
Los cambios y diferencias en la creencias y rituales funerarios entre los dos reinos, y por supuesto, en los cambios que afectaron a la sociedad egipcia en general, nos muestra que, su duración intensidad y carácter de esos cambios depende del modo en el que la sociedad daba respuesta a unas nuevas condiciones que se producían en su entorno, sin establecer si primaban los factores externos o internos. El Reino Antiguo con sus pirámides y el Reino Nuevo con la creación de un imperio y con unos reyes guerreros y expansionistas que llevan a Egipto al cenit de su evolución. Con ello, podemos ver en el Reino Nuevo, una civilización como la egipcia, evolucionada calificada como militarista y expansionista. Como puede deducirse, la diferencia del Reino Antiguo con el Nuevo es también un planteamiento dominante para explicar la crisis del Reino Antiguo; una progresiva descentralización culminó en una perdida del poder real y con una ligera independencia de los gobernadores provinciales.
En el Caso de Egipto la interpretación dominante durante décadas ha sido la de los crecientes cultos funerarios de los reyes, que iban confiriendo autonomía y recursos a los templos y a los funcionarios en las provincias. Pero más allá de las razones y diferencias entre ambos reinos y por supuesto, a la progresiva descentralización, también hemos de preguntarnos por qué la misma debe ser identificada, muchas veces de forma automática, con un declive o freno a lo vivido anteriormente, como si esas nuevas necesidades, preocupaciones e incluso tensiones, no pudieran fraguar en algo enriquecedor. Pero también es importante señalar en los cambios entre ambos reinos, la relación con este planteamiento está en el hecho de la progresiva autonomía de los funcionarios locales, que, aprovechando la distancia, los problemas de comunicación y sus innatas ansias de autonomía, fueron minando el funcionamiento de un Estado central y burocrático.
Otro de los aspectos de esos cambios entre el Reino Antiguo y Nuevo es la llamada democratización funeraria, como en las propias menciones a Osiris en los Textos de las Pirámides demuestran. Un aspecto que resulta muy interesante es el paso de una concepción solar a otra osiriaca , máxime cuando Osiris encarna la resurrección, la vegetación y la prosperidad de los campos, por lo que la progresiva importancia del culto a Osiris, tanto en el ámbito funerario como cotidiano, puede estar revelando unas necesidades, un cambio en las creencias provocado por las necesidades que iban apareciendo en el seno de la sociedad egipcia, máxime cuando un cambio de esta magnitud no se produce rápidamente.
En el Reino Nuevo se va a realizar un sincretismo o mezcla de las dos divinidades. El clero deja de ser local y se centraliza bajo el poder del sumo Sacerdote de Amón en Tebas. Se elabora una doctrina oficial, terminada en el reinado de Amenofis II y basada en:
- El Libro de los Muertos (1500-1450 a.C.): 190 fórmulas para que el difunto alcance la vida eterna.
- El Libro de lo que hay en la duat: es la doctrina oficial. La duat no era solo el mundo inferior, sino también el agua donde habían nacido todas las cosas, representada por los dos lagos: El lago del Loto y el lago de la duat. Los dos agrupan la religión alrededor de la vida de ultratumba, con lo que el misticismo de Osiris venció a la teología solar. El hombre pasa a ser el centro de las ideas religiosas. Las nuevas formas de inhumaciones en pleno desierto en grandes hipogeos puede que fuesen consecuencia de esta doctrina. A través de todas estas transformaciones se ve un gran esfuerzo para volver a la antigua espiritualidad, aproximándose a la teología heliopolitana. Van a aparecer nuevos cambios en lo referente a la monarquía, al arte, a la literatura y la arquitectura. Porque no olvidemos que con el colapso del Reino Antiguo, no sólo la autoridad central real vino a su fin, sino que estuvo inextricablemente ligada a este desarrollo, todo el canon cultural de normas y valores fue cuestionado. El espíritu del tiempo en general en el Nuevo Reino era básicamente diferente al Antiguo. La realidad se había solidificado; ya no era cuestionada, ni era el tema de la reflexión básica literaria. Ya no se encuentra el discurso teológico diseminado injertando una teología explícita en los textos con otros temas, sino en escritos religiosos en sentido estricto, en himnos y eulogios compuestos por sacerdotes profesionales y no por sirvientes civiles filósofos. Estos sacerdotes profesionales eran una clase nueva que no había existido en periodos anteriores. Los sacerdotes habían existido en Egipto desde los comienzos de la formación del estado, pero no en el sentido de un grupo profesionalmente diferenciado.
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