Hay un amplio consenso en que los orígenes de la Guerra Fría se encuentran estrecha y directamente ligados con las relaciones entre la Unión Soviética y los aliados (Estados Unidos, Reino Unido y Francia) entre los años 1945 a 1947. Estos eventos condujeron a la Guerra Fría que se extendió durante poco menos de medio siglo.
Los eventos que precedieron la Segunda Guerra Mundial, y aún la Revolución rusa de 1917, configuraron tensiones previas a la Segunda Guerra Mundial entre la Unión Soviética, los países del oeste de Europa y los Estados Unidos. Una serie de eventos durante y luego de la Segunda Guerra Mundial exacerbaron las tensiones, incluido el pacto soviético-alemán durante los dos primeros años de la guerra dando lugar a invasiones, la demora en la invasión anfibia de la Europa ocupada por los alemanes, el apoyo por parte de los aliados occidentales a la [1]Carta del Atlántico, los desacuerdos en las conferencias de guerra sobre la suerte de Europa del este, la creación por parte de los soviéticos del bloque del este de países satélites soviéticos, los aliados occidentales diagramando el plan Morgenthau[2] para apoyar la reconstrucción de la industria alemana, y el plan Marshall. La Guerra Fría comenzó poco tiempo después de terminar la Segunda Guerra Mundial, el conflicto más destructivo en la historia del planeta. Los Aliados incluidos Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y la Unión Soviética derrotaron a las potencias del Eje: Alemania, Japón e Italia. Varios millones de personas murieron en la guerra y el conflicto expuso los extremos del salvajismo humano.
Diplomacia entre el período entre guerras (EEUU 1918-1939)
Tras ganar la guerra civil, los bolcheviques proclamaron un desafío a nivel mundial al capitalismo. Al respecto Iósif Stalin el líder soviético, que consideraba a la Unión Soviética una «isla «, expresó que la Unión Soviética debe trabajar para que «el actual cerco capitalista sea reemplazado por un cerco socialista.» Ya en 1925, Stalin expresó que consideraba a la política internacional como un mundo bipolar en el cual la Unión Soviética atraería países hacia el socialismo y los países capitalistas atraerían países con preferencias capitalistas mientras que el mundo se encontraba en un periodo de «estabilización temporaria del capitalismo» que precedía su eventual colapso. Varios eventos alimentaban la sospecha y la desconfianza entre las potencias occidentales y la Unión Soviética: el desafío bolchevique al capitalismo; la guerra polaco-soviética[3]; el apoyo financiero por parte de los soviéticos en 1926 de una huelga general de trabajadores británicos que condujo a que Gran Bretaña rompiera relaciones con la Unión Soviética; La declaración de Stalin en 1927 sobre que la coexistencia pacífica con «los países capitalistas… se está retrotrayendo al pasado«; alegaciones conspirativas durante el Proceso de Shajty[4] sobre un golpe de estado liderado por franceses y británicos; la Gran Purga que comprendió varias campañas de represión y persecución política en las cuales más de medio millón de soviéticos fueron ejecutados; los Juicios de Moscú incluidas acusaciones de espionaje por parte de británicos, franceses, japoneses y alemanes; la muerte controvertida de 6 a 8 millones de personas en la República Socialista Soviética de Ucrania durante la hambruna en Ucrania de 1932 y 1933; el apoyo por occidente al Ejército blanco durante la Guerra Civil Rusa; la negativa de Estados Unidos de reconocer a la Unión Soviética sino hasta 1933; y la firma por parte de los soviéticos del Tratado de Rapallo[5]. Como consecuencia las relaciones ruso-norteamericanas pasaban a ser un importante y continuo tema de preocupación para los líderes de ambos países. Las diferencias entre los sistemas políticos y económicos de las democracias occidentales y la Unión Soviética — socialismo versus capitalismo, autarquía económica versus libre comercio, planificación del estado versus emprendimiento privado— fueron simplificadas y refinadas en ideologías nacionales para representar dos modos de vida. Luego del Temor rojo, posterior a la primera guerra muchos en Estados Unidos consideraban al sistema soviético una amenaza.
La naturaleza ateísta del comunismo soviético también preocupaba a muchos norteamericanos. Los ideales norteamericanos de libre determinación y los Catorce Puntos del presidente Woodrow Wilson chocaban con muchas de las políticas de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Hasta mediados de la década de 1930, los políticos británicos y norteamericanos suponían que la Unión Soviética comunista era una amenaza mucho más grande que la Alemania desarmada y democrática y por ello gran parte de sus esfuerzos de inteligencia estaban enfocados contra Moscú. Sin embargo, también se ha sostenido que en el período entre las dos guerras mundiales, Estados Unidos tenía escaso interés en la Unión Soviética o sobre sus intenciones. Estados Unidos, luego de una mínima contribución a la Primera Guerra Mundial y la Guerra Civil rusa, comenzó a favorecer una posición aislacionista en lo que respecta a políticas globales (algo que posteriormente contribuiría a su tardío ingreso en la Segunda Guerra Mundial). Un ejemplo en este sentido es su ausencia de la Liga de las Naciones, un foro político internacional, en el espíritu de las Naciones Unidas; si bien el presidente Woodrow Wilson fue uno de los principales propulsores de la Liga de las Naciones; sin embargo el senado de Estados Unidos, se opuso a que Estados Unidos formara parte de la misma. Estados Unidos estaba experimentando un crecimiento económico sin precedentes a lo largo de la década de 1910 y comienzos de la década de 1920. Sin embargo, pronto el mundo sería afectado por la Gran Depresión y por lo tanto Estados Unidos estaba menos propenso a realizar concesiones a la política internacional mientras sufría de serios problemas internos financieros y sociales. Además los soviéticos tenían resentimiento por la Política de apaciguamiento occidental hacia Adolf Hitler especialmente luego de la firma de los Acuerdos de Múnich en 1937.
Pacto Ribbentrop-Mólotov y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial (1939-1941)
Las sospechas se intensificaron cuando en el verano de 1939, luego de realizar negociaciones tanto con un grupo británico-francés y otro alemán sobre posibles acuerdos militares y políticos, la Unión Soviética y Alemania firmaron un Acuerdo comercial para potenciar el comercio de ciertos equipos militares y civiles alemanes a cambio de materia prima soviética y el Pacto Ribbentrop-Mólotov[6], así denominado por los nombres de los dos secretarios de relaciones extranjeras (Ribbentrop-Mólotov), el pacto incluía un protocolo adicional secreto para dividirse Polonia y el este de Europa entre los dos estados.
Una semana luego de la firma del pacto Ribbentrop-Mólotov, comenzó la partición de Polonia con la invasión alemana del oeste de Polonia. Las relaciones entre la Unión Soviética y Occidente se deterioraron aún más cuando, dos semanas luego de la invasión alemana, la Unión Soviética invade el este de Polonia coordinando con las fuerzas alemanas. Luego la Unión Soviética invade Finlandia, que también había sido cedida por el protocolo secreto del pacto Ribbentrop-Mólotov, pero sufren importantes pérdidas y finalmente acuerdan un tratado de paz provisorio mediante el cual Finlandia le cede partes del este de su territorio. En junio, los soviéticos emiten un ultimátum exigiendo Besarabia, Bukovina y parte de la región de Hertza de Rumania, luego de lo cual Rumania cede ante las demandas soviéticas de ocupación. Ese mes, los soviéticos también se anexaron los países Bálticos de Lituania, Estonia y Letonia
Desde agosto de 1939 a junio de 1941 (cuando Alemania rompió el pacto e invadió la Unión Soviética), las relaciones entre occidente y los soviéticos se deterioraron más aún cuando la Unión Soviética y Alemania implementaron una relación económica de gran escala mediante la cual la Unión Soviética le enviaba a Alemania materias primas vitales tales como petróleo, caucho, manganeso y otros materiales a cambio de armas, maquinaria para fábricas y tecnología alemana. A finales de 1940, los soviéticos también comenzaron conversaciones con Alemania sobre una posible incorporación al Eje, que culminaron en un intercambio de propuestas escritas, aunque nunca se terminó de acordar la incorporación de la Unión Soviética al Eje.
Alianza durante la Segunda Guerra Mundial (1941-1945)
Durante la Segunda Guerra Mundial, Kim Philby[7] espía encubierto de la NKVD soviética tuvo acceso a muy importante información de inteligencia del MI6 británico, y la pasó a los soviéticos. El 22 de junio de 1941, Alemania rompió el pacto Mólotov–Ribbentrop con la Operación Barbarroja invadiendo la Unión Soviética a través de los territorios que ambos países se habían repartido con anterioridad. Stalin pasó de cooperar con Hitler a hacerlo con Churchill. Gran Bretaña y los soviéticos firmaron una alianza formal, pero Estados Unidos no se unió sino hasta después del ataque de Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941. Inmediatamente, hubo desacuerdos entre Polonia que era aliado de Gran Bretaña y la Unión Soviética. Los británicos y los polacos tenían fuertes sospechas de que, cuando Stalin había cooperado con Hitler, había ordenado la ejecución de unos 8.000 oficiales polacos prisioneros de guerra, en lo que posteriormente se denominó la masacre de Katyn[8]. Aún a pesar de estas tensiones, los soviéticos y los aliados de occidente estaban obligados a cooperar. Estados Unidos envió grandes cantidades de material mediante el programa Préstamo y Arriendo a los soviéticos. Durante la guerra, ambos lados tuvieron desacuerdos sobre estrategia militar, especialmente en lo que respecta a abrir un segundo frente de guerra en el oeste de Europa. Ya en julio de 1941, Stalin le solicitó a Gran Bretaña que invadiera el norte de Francia, sin embargo los ingleses no estaban preparados para realizar dicha tarea en ese momento. Lo cual finalmente ocurrió en el día D, el 6 de junio de 1944. A comienzos de 1944, el MI6 había revivido su Sección IX, su sección anti-soviética anterior a la guerra, y Philby fue destacado allí. Philby alertó a la NKVD sobre toda la inteligencia británica relacionada con los soviéticos incluidos la información que la OSS norteamericana había compartido con los ingleses sobre los soviéticos.
Los soviéticos pensaban en esa época, y lo continuaron creyendo durante la Guerra Fría, que los británicos y los norteamericanos habían demorado intencionalmente la apertura del segundo frente contra Alemania de forma de intervenir solo a último minuto e influir de esta manera sobre los acuerdos de paz y así dominar Europa. Algunos historiadores como John Lewis Gaddis no están de acuerdo con dicha postura, presentando información sobre temas militares y estratégicos que rodearon a la invasión en Normandía. Mientras, los soviéticos experimentaban gran número de bajas, que ascendieron a veinte millones de muertos. De todas maneras, las percepciones (u opiniones erradas) soviéticas sobre Occidente y viceversa dejaron grandes tensiones y hostilidad subyacentes entre las potencias aliadas. Por su parte en 1944, para los aliados los soviéticos habían demorado de manera deliberada la ayuda al alzamiento de Varsovia del ejército de resistencia polaco contra los nazis. Los soviéticos no proveyeron suministros por el aire al alzamiento, y durante bastante tiempo se negaron a permitir que los británicos y norteamericanos lanzaran suministros desde el aire. En por lo menos una ocasión, un avión soviético derribó un avión de suministro de la RAF que entregaba suministros a los insurgentes polacos en Varsovia. George Orwell realizó una advertencia pública sobre las intenciones soviéticas en la postguerra. Una ‘guerra secreta’ tuvo lugar entre la Armia Krajowa[9] apoyada por la SOE británica y los partisanos soviéticos apoyados por la NKVD. En estos enfrentamientos, el agente polaco de fuerzas especiales Maciej Kalenkiewicz que había sido entrenado por los británicos fue matado por los soviéticos. Los británicos y soviéticos también apoyaban a elementos de resistencia opuestos entre sí en Yugoslavia y Grecia.
Además, ambos lados tenían ideas distintas sobre el establecimiento y mantenimiento de la seguridad al concluir la guerra. Los norteamericanos tendían a considerar la seguridad en términos situacionales, suponiendo que, si se creaba un gran número de gobiernos y mercados similares al estilo norteamericano, los países podrían resolver sus diferencias de forma pacífica, mediante organizaciones internacionales. La clave de la visión norteamericana para la seguridad del mundo de la post guerra, era un mundo de post guerra conformado sobre los principios establecidos en la Carta del Atlántico de 1941, en otras palabras, un sistema internacional liberal basado en el comercio libre y mercados abiertos. Esta visión requería reconstruir una Europa capitalista, con una Alemania saludable en su centro, que sirviera nuevamente como un polo de temas globales.
Ello también demandará el liderazgo económico y político de Estados Unidos del mundo posguerra. Europa necesitaba la ayuda de Estados Unidos si es que iba a reconstruir su producción doméstica y financiar su comercio internacional. Estados Unidos era la única potencia del mundo que no estaba devastada económicamente por la guerra. Hacia el final de la guerra, producía casi el 50% de la producción de bienes industriales del mundo. Sin embargo, los líderes soviéticos, tendían a considerar la seguridad en términos de espacio. Este razonamiento se encontraba condicionado por las experiencias históricas de Rusia, dada la frecuencia con la cual el país había sido invadido en los últimos 150 años. La Segunda Guerra Mundial fue una experiencia especialmente dramática para los soviéticos: la Unión Soviética sufrió una devastación sin precedente como consecuencia de la matanza nazi, y más de 20 millones de ciudadanos soviéticos murieron durante la guerra; decenas de miles de ciudades, pueblos y villas soviéticas fueron arrasadas; y 30 100 fábricas soviéticas fueron destruidas. De manera de prevenir un asalto similar en el futuro, Stalin estaba determinado a utilizar al Ejército Rojo para controlar Polonia, de manera de dominar los Balcanes y destruir de forma absoluta la capacidad de Alemania para poder involucrarse en otra guerra. El problema es que la estrategia de Stalin arriesgaba confrontar con Estados Unidos un adversario igualmente poderoso, quien consideraba a las acciones de Stalin eran una violación abierta del acuerdo de Yalta. A finales de la guerra en Europa, en mayo de 1945, los soviéticos insistían en ocupar la isla danesa de Bornholm[10], a causa de su posición estratégica en la entrada del Báltico. Cuando el comandante alemán local insistió en rendirse a los aliados occidentales, tal como habían hecho las fuerzas alemanas en el resto de Dinamarca, los soviéticos bombardearon la isla, causando gran número de bajas y daño entre la población civil que apenas había sido tocada por la guerra, y luego invadieron la isla y la ocuparon hasta mediados de 1946, todo lo cual puede ser considerado parte de las acciones iniciales de la Guerra Fría. Ya antes de que terminara la guerra, parecía altamente probable que la cooperación entre las potencias occidentales y la URSS darían lugar a una intensa rivalidad o conflicto. Esto se debía básicamente a los marcados contrastes entre las ideologías políticas de las dos superpotencias, ahora las más poderosas del mundo. Mientras que Estados Unidos era una democracia de dos partidos con una economía capitalista avanzada, basada en la libre empresa y la ganancia, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas era un estado socialista de partido único con una economía planificada con fuerte presencia estatal.
Relaciones durante la posguerra
En 1945, la Unión Soviética llevó a cabo una farsa judicial al «juzgar» a 16 líderes de la resistencia polaca que habían luchado durante la guerra contra los nazis con ayuda británica y norteamericana. Al cabo de seis años 14 de ellos habían muerto. En los Juicios de Nuremberg, el fiscal general soviético presentó información falsa en un intento de acusar a alemanes por el asesinato de unos 22,000 oficiales polacos en el bosque de Katyn cerca de Smolensk. Sin embargo, al sospechar la culpabilidad de los soviéticos, los otros fiscales aliados se negaron a apoyar la acusación, además los abogados alemanes amenazaron con presentar una defensa que sería embarazosa para los rusos. Finalmente nadie fue acusado ni encontrado culpable en Nuremberg de la masacre del bosque de Katyn. En 1990, el gobierno soviético reconoció que la masacre de Katryn había sido llevada a cabo, no por los alemanes, pero sino por la policía secreta soviética. A partir de septiembre de 1945, Witold Pilecki[11] un miembro de la resistencia polaca y justo fue enviado por el General Anders[12] a espiar a los comunistas en Polonia. En 1948, Pilecki fue ejecutado acusado de espionaje y de ‘servir a los intereses del imperialismo extranjero’.
Conferencias durante la guerra
Varios de los desacuerdos de la postguerra entre los líderes de occidente y los líderes soviéticos estaban relacionados con sus interpretaciones diferentes de las conferencias durante y posteriores a la guerra. La Conferencia de Teherán a finales de 1943 fue la primera conferencia aliada a la cual concurrió Stalin. En la conferencia los soviéticos expresaron su frustración porque los aliados occidentales todavía no habían abierto un segundo frente contra Alemania en el oeste de Europa. En Teherán, los Aliados también conversaron sobre el estatus político de Irán. En esa época los británicos ocupaban el sur de Irán, mientras que los soviéticos habían ocupado un sector en el norte de Irán lindero con la república soviética de Azerbaijan. De todas formas, al finalizar la guerra, surgieron tensiones sobre los tiempos para que ambos lados de retiraran de esta región con importantes reservas petroleras.
En febrero de 1945 en la Conferencia de Yalta, los Aliados intentaron definir el andamiaje para una organización de Europa en la postguerra. Los Aliados no pudieron alcanzar acuerdos firmes sobre los temas principales: la ocupación de Alemania, las compensaciones postguerra por parte de Alemania, y los préstamos. No se logró acordar un consenso final en cuanto a Alemania, más allá de acordar con un pedido soviético en que el total de las compensaciones de guerra debía ser de unos 10 000 millones de dólares «como base para negociar.» Los debates sobre la composición del gobierno de postguerra de Polonia también fueron acalorados. Luego de la victoria Aliada en mayo, los soviéticos ocuparon de hecho el este de Europa, mientras que Estados Unidos abarcaba casi toda Europa Occidental. En la Alemania ocupada, Estados Unidos y la Unión Soviética acordaron zonas de ocupación y un esquema indicativo para el control por las cuatro potencias incluidas Francia y Gran Bretaña. En la Conferencia de Potsdam que comenzó a finales de julio de 1945, los Aliados se reunieron para decidir cómo administrar a la Alemania nazi derrotada, que había aceptado rendirse de manera incondicional nueve semanas antes el 7 y 8 de mayo de 1945, día VE (día de la Victoria en Europa). Importantes diferencias surgieron en torno al desarrollo futuro de Alemania y de Europa del Este. En Potsdam, Estados Unidos estaba representado por un nuevo presidente, Harry S. Truman, quién el 12 de abril se hizo cargo del gobierno luego de la muerte de Roosevelt. Truman desconocía los planes de Roosevelt para la postguerra en relación a la Unión Soviética, y en general estaba desinformado sobre temas de política exterior y militares. Por lo tanto el nuevo presidente, inicialmente dependía de un grupo de asesores (que incluía al embajador ante la Unión Soviética Averell Harriman[13], el secretario de guerra Henry L. Stimson y el secretario de estado de Truman, James F. Byrnes[14]). Este grupo tendía a tomar una posición más dura hacia Moscú que la que había tenido Roosevelt. Aquellos miembros del gobierno que favorecían la cooperación con la Unión Soviética y la incorporación de las economías socialistas en un sistema nundial de libre comercio fueron marginados. Gran Bretaña estaba representada por un nuevo primer ministro, Clement Attlee[15], que había reemplazado a Churchill luego que el Partido Laborista venciera a los Conservadores en la elección general de 1945. Una semana después de que finalizara la Conferencia de Potsdam, los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki incrementaron la desconfianza soviética con respecto a Estados Unidos, cuando poco después de los ataques, Stalin protestó ante personal del gobierno norteamericano cuando Truman dejó a los soviéticos casi sin influencia real sobre el Japón ocupado. La terminación abrupta de los envíos de material de guerra desde Estados Unidos a la URSS luego de la rendición de Alemania también molestó a algunos políticos en Moscú, quienes interpretaban que Estados Unidos no tenía intenciones de apoyar a la URSS más allá de lo estrictamente imprescindible.
Desafíos a la desmilitarización de la posguerra
Los acuerdos de la Conferencia de Yalta, a la que concurrieron el presidente norteamericano Franklin Roosevelt, el primer ministro británico Winston Churchill, y el líder soviético Joseph Stalin, fueron claves para definir el balance de poder en Europa durante el período de la postguerra. Sin embargo, hacia el final de la guerra, Stalin estimaba que eran escasas las probabilidades de un frente anglo-norteamericano contra la Unión Soviética. Al final de la guerra, Stalin supuso que el bando capitalista retomaría su rivalidad interna sobre colonias y comercio, y que recién en una fecha posterior se dedicaría a actividades expansionistas, en vez de representar una amenaza para la URSS. Stalin pensaba que Estados Unidos cedería ante la presión popular doméstica para una desmilitarización postguerra. Los asesores económicos soviéticos tales como Eugen Varga predecían que Estados Unidos recortaría sus gastos militares, y por lo tanto padecería de una crisis de sobreproducción, que culminaría en otra gran depresión. Basándose en el análisis de Varga, Stalin supuso que Estados Unidos les ofrecería a los soviéticos ayuda para la reconstrucción postguerra, dada su necesidad de encontrar un destino para sus inversiones masivas de capital y así poder mantener la producción industrial del período de la guerra que le había permitido a Estados Unidos salir de la Gran Depresión. Sin embargo, para gran sorpresa de los líderes soviéticos, los Estados Unidos no sufrieron una crisis severa de sobreproducción en la postguerra. En contra de lo que Stalin había supuesto, las inversiones de capital en la industria continuaron manteniendo aproximadamente los mismos niveles de gasto gubernamental.
En Estados Unidos, fue difícil regresar a la economía anterior a la guerra. Si bien la cantidad de tropas en Estados Unidos se redujo a una pequeña fracción de la cantidad existente durante la guerra, no se eliminó el complejo militar-industrial norteamericano que fue creado durante la Segunda Guerra Mundial. Existían fuertes presiones para «regresar a la normalidad«. El Congreso quería regresar a presupuestos pequeños y equilibrados, y las familias pedían que los soldados regresaran a sus hogares. La principal preocupación del gobierno de Truman era el bajón postguerra, y la siguiente eran las consecuencias inflacionarias de un incremento en la demanda de bienes y servicios. La G.I. Bill, aprobada en 1944, fue una respuesta a este problema: subsidiar a los veteranos para que completaran su educación en vez de inundar el mercado laboral y probablemente disparar la tasa de desempleo. Finalmente, el gobierno de postguerra de Estados Unidos guardaba un gran parecido con el gobierno en tiempos de la guerra, con grandes gastos en las fuerzas armadas —junto con las industrias militares y de seguridad. El bajón capitalista postguerra predicho por Stalin fue evitado mediante la gestión doméstica del gobierno, combinada con el éxito en promover el comercio internacional y las relaciones monetarias.
Visiones antagónicas sobre la reconstrucción de la posguerra
Había diferencias fundamentales entre las visiones de Estados Unidos y de la Unión Soviética, entre los ideales del capitalismo y el comunismo. Estas diferencias habían sido simplificadas y refinadas en ideologías nacionales para representar dos formas de vida, cada una de ellas avalada en 1945 por desastres anteriores a la guerra. Modelos antagónicos de autarquía versus exportaciones, y de planificación estatal versus iniciativa privada, iban a servir de base para la confrontación del mundo en los años de la postguerra. Los líderes norteamericanos siguiendo los principios de la Carta del Atlántico, tenían la esperanza de modelar el mundo posterior a la guerra abriendo los mercados mundiales al comercio internacional. Los analistas del gobierno eventualmente llegaron a la conclusión que era esencial para mantener la prosperidad en Estados Unidos, reconstruir una Europa Occidental capitalista que pudiera servir nuevamente como punto importante de referencia en el debate de los temas del mundo. La Segunda Guerra Mundial destruyó gran cantidad de infraestructura y población en Eurasia de la cual prácticamente no se libró ningún país. Estados Unidos fue la única potencia industrial del mundo que emergió intacta, y hasta revitalizada desde un punto de vista económico. Como la mayor potencia industrial de mundo, y como uno de los pocos países físicamente intactos por la guerra, los Estados Unidos se beneficiarían de abrir todo el mundo al libre comercio. Estados Unidos tendría un mercado global para sus exportaciones, y tendría acceso irrestricto a materias primas vitales. Determinados a evitar otra catástrofe económica como la de la década de 1930, los líderes de Estados Unidos consideraban que el establecimiento del orden de postguerra era una forma de asegurar la prosperidad de Estados Unidos. Dicha Europa necesitaba de una Alemania sana. Estados Unidos en la postguerra era una potencia económica que producía el 50% de la producción mundial de bienes industriales y un poderío militar sin rival con un monopolio de la nueva bomba atómica. También era preciso desarrollar nuevas agencias internacionales: el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que fueron creados para asegurar una economía abierta, capitalista e internacional. La Unión Soviética decidió no formar parte de los mismos. La visión norteamericana del mundo de la postguerra chocaba con los objetivos de los líderes soviéticos, quienes, también estaban motivados a definir la Europa de la postguerra. Desde 1924 la Unión Soviética, había asignado una mayor prioridad a su propia seguridad y desarrollo interno que a la visión de Leon Trotsky de una revolución mundial. Por lo tanto, antes de la guerra Stalin había sido proclive a establecer relaciones con gobiernos no comunistas que reconocieran la dominación soviética sobre su zona de influencia y ofrecer tratados de no agresión.
Creación del Bloque del Este
Luego de la guerra, Stalin buscó asegurar la frontera occidental de la Unión Soviética instalando una serie de regímenes dominados por el comunismo bajo influencia soviética en los países fronterizos. Durante y en los años inmediatamente posteriores a la guerra, la Unión Soviética anexó varios países con el estatus de Repúblicas Socialistas Soviéticas (RSS) a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Muchos de ellos eran países que originalmente le habían sido cedidos por la Alemania Nazi en el pacto Mólotov-Ribbentrop, antes de que Alemania invadiera la Unión Soviética. Posteriormente la Unión Soviética anexó los territorios del este de Polonia (incorporados en dos RSSs diferentes), Letonia (que pasó a ser la RSS de Letonia), Estonia (que pasó a ser la RSS de Estonia),Lituania (que pasó a ser la RSS de Lituania), parte este de Finlandia (RSS Carelo-Finesa, y anexada a la RSS de Rusia) y el norte de Rumania (que pasó a ser la RSS de Moldavia).
Otros estados fueron convertidos en estados satélites soviéticos, tales como Alemania Oriental, la República Popular de Polonia, la República Popular de Hungría, la República Socialista de Checoslovaquia, la República Popular de Rumania y la República Popular de Albania, que en la década de 1960 se alejó de Unión Soviética y se alineó con la República Popular de China. La característica distintiva del comunismo estalinista que se implementó en los estados del Bloque del Este fue la simbiosis del estado con la sociedad y la economía, lo que produjo que la política y la economía dejaran de ser esferas autónomas y distinguibles. Inicialmente, Stalin impuso sistemas que rechazaban las características institucionales Occidentales de economía de mercado, gobierno democrático (denominado «democracia burguesa» en la jerga soviética) y el imperio de la ley subduing discretional intervention by the state. Ellos eran comunistas desde un punto de vista económico y dependían de la Unión Soviética para abastecerse de una gran cantidad de materiales. Durante los primeros cinco años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, se produjo una emigración masiva desde estos estados hacia el occidente, las restricciones que se implementaron posteriormente detuvieron en gran medida la emigración del Este al Oeste, excepto aquella realizada bajo acuerdos bilaterales limitados.
Traición occidental
La traición occidental, también denominada traición de Yalta, fue la política externa aplicada por varios países occidentales entre 1919 y 1968 concerniente a Europa del Este y Central. Estas políticas violaron los pactos y acuerdos de los Aliados llevados a cabo durante el periodo que se extiende desde la firma del Tratado de Versalles y la Segunda Guerra Mundial hasta la Guerra Fría.
La percepción de «traición» surge porque los Aliados Occidentales promovían la democracia y el derecho a la autodeterminación mediante la firma de pactos y la formación de alianzas militares antes y durante la Segunda Guerra Mundial, pero más tarde abandonaron aparentemente estos pactos, ya que, por ejemplo, aceptaron que la Alemania nazi se anexase sectores de Checoslovaquia (Acuerdos de Múnich) y abandonaron a sus aliados polacos durante la Invasión de Polonia de 1939 y durante el Alzamiento de Varsovia en 1944. Las potencias occidentales, además, firmaron el acuerdo de Yalta y después de la Segunda Guerra Mundial hicieron nada o muy poco para evitar que estos estados cayeran bajo la influencia y el control del comunismo soviético. Además, cuando estalló la Revolución húngara de 1956, Hungría no recibió apoyo moral ni militar de las potencias occidentales durante el alzamiento, el cual finalmente fue reprimido por las Fuerzas Armadas Soviéticas. En 1968 se repitió el mismo escenario, cuando el ejército del Pacto de Varsovia[16] liderado por la Unión Soviética invadió la República Socialista de Checoslovaquia para reprimir los cambios introducidos durante la Primavera de Praga en el sistema gobernante comunista. Con respecto a la Conferencia de Yalta y sus consecuencias, algunos historiadores discuten el concepto de «traición occidental«, bajo el pobre argumento de que el primer ministro británico Winston Churchill y el Presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt no tenían más opción que aceptar las demandas que su aliado, el gobernante soviético Iósif Stalin, pronunció en la Conferencia de Teherán y más tarde en Yalta. Sin embargo, existieron algunos juicios erróneos concernientes al poder de la Unión Soviética sobre las potencias occidentales, de manera muy similar al caso de la Alemania nazi una década antes.
Los defensores de Yalta suelen apoyar la idea de que Yalta fue realmente una traición por parte de los países de Europa Central y del Este sin considerar la suerte de Polonia. Las fuerzas polacas habían combatido contra los alemanes durante más tiempo que cualquier otro país desde el principio de la guerra. Pelearon junto a las tropas de los Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética en la mayoría de las campañas importantes en Europa, incluyendo la Batalla de Berlín. En la etapa final de la guerra, las tropas polacas de todos los frentes europeos, excluyendo el Armia Krajowa, sumaban más de seiscientos mil soldados (entre infantería, tropas armadas, fuerza aérea y marina). Estas cifras convirtieron a las Fuerzas Armadas de Polonia en la cuarta más numerosa, después de la Unión Soviética, los Estados Unidos y Gran Bretaña. El gobierno de Polonia en el exilio fue un aliado oficial de los Estados Unidos y de Gran Bretaña. Pese a todo esto, Roosevelt no evitó la instalación de un gobierno comunista en Polonia. Otros historiadores sugieren que Churchill no urgió a Roosevelt para que continuase con la acción militar en Europa, pero en contra de la Unión Soviética, para evitar que la URSS extendiese su control más allá de sus fronteras. Roosevelt confiaba ciegamente en la seguridad de Stalin y se negó a hacer caso de la aparente sugerencia de Churchill para asegurar la libertad de toda la Europa no soviética. Sin el apoyo de los Estados Unidos, el Reino Unido, cuya fortaleza estaba muy desgastada tras seis años de guerra, fue incapaz de hacer algo en apoyo de las repúblicas de Europa Oriental. Incluso sin el apoyo norteamericano, la ejecución de las acciones en contra de la Unión Soviética habría sido altamente incierta. No obstante se debe recordar el apoyo de Churchil a los soviéticos incluso en desmedro de sus fuerzas armadas en Extremo Oriente, por lo que esta visión es poco plausible.
Inicio de la posguerra y el inicio de la Guerra Fría
Al igual que Moisés, Franklin D. Roosevelt vio la Tierra Prometida, pero no le fue concedido alcanzarla. Cuando murió, los ejércitos aliados habían penetrado en Alemania y la batalla de Okinawa[17], preludio de la prevista invasión aliada de Japón, acababa de empezar. La muerte de Roosevelt el 12 de abril de 1945 no fue inesperada. En enero, su médico, preocupado por las fuertes variaciones en la tensión sanguínea de su paciente, había afirmado que el presidente sólo sobreviviría si evitaba toda preocupación. Dadas las presiones de la presidencia, aquella valoración equivalía a una sentencia de muerte. Durante un momento de locura, Hitler y Goebbels, atrapados en el Berlín sitiado, se engañaron a sí mismos pensando que iban a ser testigos de una repetición de lo que los libros de historia alemanes describen como el milagro de la casa de Brandenburgo: durante la guerra de los Siete Años, cuando los ejércitos rusos estaban a las puertas de Berlín, Federico el Grande se salvó por la muerte repentina del monarca ruso y la ascensión al trono de un zar favorable a Prusia. Pero la historia no se repitió en 1945. Los crímenes nazis habían forjado al menos un propósito aliado común e inamovible: eliminar la plaga del nazismo. La caída de la Alemania nazi y la necesidad de cubrir el vacío de poder resultante condujo a la desintegración de la alianza. Los objetivos de los aliados eran diferentes. Churchill deseaba evitar que la Unión Soviética dominara Europa central. Stalin quería ser recompensado con territorios por las victorias militares soviéticas y el sufrimiento del pueblo ruso. El nuevo presidente norteamericano, Harry S. Truman, luchó inicialmente por defender el legado de Roosevelt y mantener unida la alianza. Pero al final de su primer mandato, todo vestigio de armonía había desaparecido. Estados Unidos y la Unión Soviética, los dos gigantes de la periferia, estaban ahora frente a frente en el mismo corazón de Europa. Truman se encontró presidiendo el comienzo de la guerra fría y el desarrollo de la política de contención que acabaría ganando esa guerra. Llevó a EE UU a su primera alianza militar en tiempo de paz. Bajo su dirección, el concepto de los “cuatro gendarmes” de Roosevelt fue sustituido por un conjunto de coaliciones sin precedente que serían el eje de la política exterior estadounidense durante 40 años. Este hombre sencillo del medio Oeste, que abrazaba la fe norteamericana en la universalidad de sus valores, animó a los enemigos derrotados a entrar de nuevo en la sociedad de naciones democráticas. Patrocinó el plan Marshall[18] y otros programas a través de los cuales EE UU dedicó recursos y tecnología a la recuperación y desarrollo de sociedades lejanas. El sueño de Roosevelt de los “cuatro gendarmes” acabó en la conferencia de Potsdam, celebrada entre el 17 de julio y el 2 de agosto de 1945. Los tres líderes se reunieron en el Cecilienhof, una casa de campo de estilo inglés situada en un gran parque, que había sido la residencia del último príncipe heredero alemán. Se escogió Potsdam porque estaba en la zona de ocupación soviética, era accesible por tren (Stalin odiaba volar) y podía ser protegida por fuerzas de seguridad soviéticas.
A Truman no le resultaba nada sencillo mimar a las personas, especialmente a los comunistas. No obstante, realizó un intento heroico. Inicialmente apreció el estilo lacónico de Stalin más que la elocuencia de Churchill. Como escribió a su madre “Churchill habla todo el tiempo y Stalin sólo gruñe, pero sabes lo que quiere decir”. En una cena privada el 21 de julio, Truman puso toda la carne en el asador y más tarde confió a Davies: “(…) quería convencerle de que somos sinceros y estamos interesados en la paz y en un mundo decente y de que no tenemos propósitos hostiles contra ellos; que no queremos nada para nosotros, salvo seguridad para nuestro país y paz con amistad y buena vecindad y que nuestro trabajo es conseguir eso. Insistí mucho y me parece que me creyó. He sido totalmente sincero”. Desgraciadamente, Stalin no tenía un marco de referencia para interlocutores que proclamaban su actitud desinteresada ante las cuestiones a que se enfrentaban. Los líderes que asistieron a la conferencia de Potsdam trataron de evitar los problemas de organización con los que se vio abrumada la conferencia de Versalles. En lugar de empantanarse en detalles y trabajar presionados por la falta de tiempo, Truman, Churchill y Stalin se limitaron a principios generales. Después, sus ministros de Asuntos Exteriores elaborarían los detalles de los acuerdos de paz con las potencias del Eje derrotadas y sus aliados. Incluso con esa restricción, la conferencia tenía un amplio programa, que incluía el pago de reparaciones, el futuro de Alemania y la situación de sus aliados: Italia, Bulgaria, Hungría, Rumania o Finlandia. Stalin amplió esa lista al presentar el catálogo de demandas que Molotov había remitido a Hitler en 1940 y reiterado a Eden un año después. Entre estas demandas figuraba la mejora del tránsito ruso a través de los estrechos, una base militar soviética en el Bósforo y una parte de las colonias italianas. Habría sido imposible que unos jefes de gobierno tan ocupados cumplieran un programa de tal magnitud en un período de dos semanas. La conferencia de Potsdam se convirtió rápidamente en un diálogo de sordos. Stalin insistió en consolidar su esfera de influencia. Truman, y en menor medida Churchill, pidieron la reivindicación de sus principios. Stalin intentó obtener el reconocimiento occidental de los gobiernos impuestos por los soviéticos en Bulgaria y Rumania a cambio del reconocimiento soviético de Italia. Entretanto, Stalin insistió en obstaculizar la petición de las democracias para que hubiera elecciones libres en la Europa del Este. Durante la guerra, los soviéticos sospechaban que británicos y estadounidenses habían optado por dejar a los rusos el grueso del esfuerzo bélico, y que forjarían una unión contra los soviéticos Operación Impensable una vez que la guerra estuviera decidida a favor de los aliados, para forzar a la URSS a firmar un tratado de paz ventajoso para los intereses occidentales. Estas sospechas minaron las relaciones entre los aliados durante la II Guerra Mundial. Los aliados no estaban de acuerdo en cómo deberían dibujarse las fronteras europeas tras la guerra. El modelo estadounidense de «estabilidad» se basaba en la instauración de gobiernos y mercados económicos parecidos al estadounidense (capitalista), y la creencia de que los países así gobernados acudirían a organizaciones internacionales (como la entonces futura ONU) para arreglar sus diferencias. Sin embargo, los soviéticos creían que la estabilidad habría de basarse en la integridad de las propias fronteras de la Unión Soviética.
Este razonamiento nace de la experiencia histórica de los rusos, que habían sido invadidos desde el Oeste durante los últimos 150 años. El daño sin precedentes infligido a la URSS durante la invasión nazi (alrededor de 27 millones de muertos y una destrucción generalizada y casi total del territorio invadido) conminó a los líderes moscovitas a asegurarse de que el nuevo orden europeo posibilitara la existencia a largo plazo del régimen soviético, y que este objetivo solo podría conseguirse mediante la eliminación de cualquier gobierno hostil a lo largo de la frontera occidental soviética, y el control directo o indirecto de los países limítrofes a esta frontera, para evitar la aparición de fuerzas hostiles en estos países. A tan sólo unos días después de la rendición alemana, el 12 de mayo de 1945, el premier inglés Winston Churchill telegrafiaba al Presidente Truman en forma premonitoria. “Me preocupa seriamente la situación en Europa. Siempre he trabajado en pro de la amistad con los soviéticos. Pero me siento un poco intranquilo, al igual que usted. Ha caído un telón de acero sobre Europa y no sabemos lo que ocurre al otro lado. Parece ser realidad que el territorio situado detrás de la línea Lübeck, Trieste y Corfú, pronto caerá completamente en sus manos. Si ellos lo desean podrán alcanzar en poco tiempo el litoral del mar del Norte y del Océano Atlántico” En una reunión extraoficial en Missouri a principios de 1946, relevado ya de su cargo político, Churchill insistió en sus posturas “Desde Stettin hasta Trieste ha bajado un telón de acero sobre el continente europeo” “Al otro lado se encuentran capitales de estado del centro y del este de Europa, como Varsovia, Berlín, Praga, Viena, Budapest, Bucarest, Belgrado y Sofía, así como otras muchas ciudades, que han caído bajo la influencia de la esfera soviética y de que una manera u otra están sometidas a la presión de estos ejércitos”. El 12 de marzo de 1947. El 12 de marzo de 1947, los EEUU elaboran a modo de respuesta al análisis inglés la “Doctrina Truman” que en sus propias palabras especifico el Presidente de los Estados Unidos Harry S. Truman: “Últimamente y en una serie de países, se han instalado regímenes totalitarios en contra de la voluntad de sus respectivos pueblos. El Gobierno de EEUU viene protestando continuamente contra estos actos de fuerza e intimidación que vulneran los acuerdos tomados en Yalta, relativos entre otros a Polonia, Rumania y Bulgaria. También se ha producido idéntica situación en una serie de naciones. (Una de esas formas se basa en la voluntad de la mayoría, y se distingue por sus instituciones y garantías personales de libertad de expresión y de libertad religiosa. La otra se basa en el poder de la minoría que domina a la mayoría. Para ello se apoya en el terror y la opresión; controla la prensa y la radio, e incluso avasalla las libertades personales del individuo) Estoy convencido de que los pueblos libres debemos acudir en ayuda de los sojuzgados, a fin de que ellos puedan ejercer su derecho soberano a elegir su propia forma de gobierno. Tengo asimismo la certeza, que hemos de prestar nuestra colaboración con medios económicos y financieros para que ellos puedan ejercer el gobierno en forma ordenada políticamente”
Estas líneas escritas por el Presidente Truman, en las que hemos podido analizar y constatar que la alianza contra Hitler se había destruido en menos de una año anunciándonos el inicio de un enfrentamiento entre los aliados, aunque sin llegar al plano bélico directo entre ambos. Sugiriendo lo que el periodista norteamericano Herbert Swope dijo en 1947 denominado este conflicto como la “Guerra Fría” También me gustaría constatar las ideas o pensamientos que nos detalla en estas líneas el analista español Julio Pecharromán: “Durante la Guerra Fría se creará un sistema bipolar rígido basado en dos esferas de influencia: la soviética y la norteamericana, esta última con el apoyo de dos potencias debilitadas: Francia y Gran Bretaña, con una tensión permanente entre ambas, motivada por la búsqueda de un equilibrio estratégico; una (política de riesgo calculado” destinada a contener los avances del enemigo y disuadirlo de cualquier paso tendiente a potenciar un conflicto de carácter mundial y, finalmente asignada a la ONU el papel de foro de discusión entre los bloques, último recurso frente a la crisis y, a la vez, escenario de la propaganda de los adversarios” Con ello veremos que en el contexto histórico en el que nos encontramos, analizando esta década de la historia mundial, veremos el transcurrir de una serie de hechos que irán poniendo al hombre en una situación única en el desarrollo de la humanidad: la posibilidad de la autodestrucción del planeta, e irá delimitando y marcando las líneas de unos caracteres que contextualizan los desarrollos históricos de una época que nos toca analizar. Concretamente veremos desarrollarse una breve pero inquietante crisis en la milenaria Persia-actual Irán- entre 1945 y 1947, una sangrienta guerra civil en Grecia entre 1946 y 1949, la consolidación de los bloques que hegemonizan por casi medio siglo al mundo, donde veremos la aparición del surgimiento de un nuevo conflicto en Berlín que pondrá al Planeta al borde de la destrucción nuclear, una guerra fratricida en Corea, los planes de desarrollo pensados por el general Marshall para la devastada Europa de la posguerra, el comienzo del descalabro de la intervención norteamericana en Vietnam, tras la derrota francesa en Indochina y la irremediable crisis del Tercer Mundo.
[1] La Carta del Atlántico es una declaración conjunta suscrita el 14 de agosto de 1941, a bordo del USS Augusta, «mientras navegaba en algún punto del Atlántico». La Conferencia del Atlántico se celebró del 9 al 12 de agosto de 1941. Intervinieron el Presidente Franklin Delano Roosevelt en representación de Estados Unidos y Winston Churchill por parte de Gran Bretaña. En ella se manifiesta haber juzgado conveniente «hacer conocer ciertos principios comunes en la política nacional de sus respectivos países, en los cuales descansan sus esperanzas de lograr un porvenir mejor para el mundo». Esta Carta del Atlántico recordaba al idealismo de los Catorce puntos de Wilson. Fue posteriormente incorporada a la Declaración de las Naciones Unidas aprobada el 1 de enero de 1942. Este documento no era un tratado entre las dos potencias. Tampoco constituía una definición definitiva y oficial de los fines de la paz. Como el mismo documento lo expresa, era una afirmación de «ciertos principios comunes en la política nacional de nuestros países respectivos, en los cuales radican las esperanzas de un mejor porvenir para la humanidad».
[2] El llamado Plan Morgenthau, fue una de las propuestas para ocupar Alemania al ser derrotado este país en la Segunda Guerra Mundial. Consistió en una serie de severas medidas hacia la Alemania derrotada, desposeyéndola tras la guerra de todo su potencial industrial, cuyo objetivo era evitar que un estado alemán alcanzara suficiente poder militar para volver a atacar a alguno de sus vecinos. Este plan fue propuesto en 1944 por el entonces Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Henry Morgenthau Jr. El Plan Morgenthau sería rechazado a favor de la llamada línea Oder-Neisse, que definió las actuales fronteras alemanas.
[3] La guerra polaco-soviética fue un conflicto armado que enfrentó a las repúblicas socialistas de Rusia y Ucrania de la aún no formada Unión Soviética con la Segunda República Polaca desde el 14 de febrero de 1919 al 18 de marzo de 1921 cuando finalizó con el Tratado de Riga. La guerra fue el resultado de las tentativas expansionistas por parte de ambos bandos: Polonia pretendía recuperar los territorios perdidos a finales del siglo XVIII, y los soviéticos, aquellos que habían pertenecido al Imperio ruso antes de la Primera Guerra Mundial. Las fronteras entre Polonia y la Rusia soviética no habían sido definidas en el Tratado de Versalles y posteriormente se tornaron más caóticas tras la retirada de las Potencias Centrales en el frente oriental de la Primera Guerra Mundial; la Revolución rusa de 1917; la guerra civil rusa; las desintegraciones de los imperios ruso, alemán y austrohúngaro; así como las ambiciones de nacionalistas ucranianos y bielorrusos de crear Estados soberanos en sus respectivas regiones.
[4] El escándalo Shajty fue un juicio propagandístico soviético que tuvo lugar en 1928 y en el que las autoridades soviéticas acusaron a varios técnicos industriales nacionales y extranjeros de sabotaje. Fue un preludio de los Juicios de Moscú de la década siguiente y marcó el comienzo del fin del periodo de la Nueva Política Económica (NPE) en la Unión Soviética
[5] El Tratado de Rapallo fue un tratado de amistad y cooperación entre la RSFS de Rusia y Alemania, firmado en la localidad italiana de Rapallo respectivamente por Georgi Chicherin, ministro de Relaciones Exteriores de la Unión Soviética y Walther Rathenau, ministro alemán de Relaciones Exteriores, el 16 de abril de 1922.
[6] El Tratado de no Agresión entre Alemania y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, conocido coloquialmente como Pacto Ribbentrop-Mólotov, fue firmado entre la Alemania nazi y la Unión Soviética por los ministros de Asuntos Exteriores de estos países, Joachim von Ribbentrop y Viacheslav Mólotov respectivamente. El pacto se firmó en Moscú el 23 de agosto de 1939, nueve días antes de iniciarse la Segunda Guerra Mundial. Los efectos del tratado fueron disminuyendo con la creciente hostilidad entre ambas naciones hasta 1941 cuando el régimen nazi decidió invadir la Unión Soviética. El Pacto Ribbentrop-Molotov fue seguido por el Tratado Germano-Soviético de Amistad, Cooperación y Demarcación y la solicitud de Stalin para unirse al Eje en 1940
[7] Harold Adrian Russell Philby fue un miembro de alto rango de la inteligencia británica, quien, no obstante, era un marxista convencido que servía como agente del NKVD soviético y de su sucesor, el KGB. En 1963 fue finalmente expuesto como un miembro de la red de espionaje conocida como «Los cinco de Cambridge», junto con Donald Maclean, Guy Burgess, Anthony Blunt y John Cairncross. De los cinco, se cree que Philby fue el más exitoso, teniendo en cuenta la calidad de la información clasificada que le brindó a la Unión Soviética. Sus exitosas actividades a favor de la URSS solo fueron moderadas por la creciente creencia de Iósif Stalin de que habría sido un «triple agente», es decir, un aparente doble agente que, en definitiva, habría seguido siendo fiel a los servicios de inteligencia británicos.
[8] La masacre de Katyn —también conocida como la masacre del bosque de Katyn, es el nombre por el que se conoce a una serie de asesinatos en masa de oficiales del ejército, policías, intelectuales y otros civiles polacos llevada a cabo por el Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos (NKVD) —la policía secreta soviética dirigida por Lavrenti Beria— entre abril y mayo de 1940, tras la invasión de Polonia por parte de los soviéticos poco después del inicio de la Segunda Guerra Mundial. A partir de una propuesta oficial de Beria, fechada el 5 de marzo de 1940, Iósif Stalin y otros cinco miembros del Politburó soviético (Mólotov, Voroshílov, Mikoyán, Kalinin y Kaganóvich) aprobaron lo que, de acuerdo con el Instituto de la Memoria Nacional de Polonia y otros sectores, sería un genocidio Se calcula que las víctimas fueron al menos 21 768 ciudadanos polacos, ejecutados tanto en el bosque de Katyn —actualmente territorio de Rusia— como en las prisiones de las ciudades de Kalinin, Járkov y otros lugares próximos. Del total de muertos, cerca de ocho mil eran militares prisioneros de guerra, seis mil eran policías y el resto eran civiles integrantes de la intelectualidad polaca —profesores, artistas, investigadores e historiadores— presos bajo la acusación de ser saboteadores, espías, terratenientes, dueños de fábricas, abogados, funcionarios públicos peligrosos y sacerdotes cristianos Originalmente, el término «Masacre de Katyn» se refería exclusivamente a los asesinatos del bosque de Katyn —cerca de los poblados de Gnezdovo y Katyn y, a 19,5 km al oeste de Smolensk— de los oficiales del ejército polaco que estaban internados en el campo de prisioneros de guerra de Kozelsk. Esta fue la mayor de las ejecuciones simultáneas que sufrieron los prisioneros polacos.
[9] El Armia Krajowa traducido indistintamente como Ejército Nacional, Ejército Patrio, Ejército del Interior o Ejército Territorial— fue el principal movimiento de resistencia polaco de la Segunda Guerra Mundial en la Polonia ocupada por los nazis, y uno de los mayores de la guerra; operó en todas las regiones del país desde septiembre de 1939 hasta su disolución en enero de 1945. Este movimiento formó el brazo armado de lo que más tarde se llamaría el «Estado secreto» polaco (państwo podziemne).
[10] Bornholm es una isla de Dinamarca localizada en el mar Báltico, al este del país, entre la costa sur de Suecia y al norte de Polonia. Bornholm conforma un municipio regional perteneciente a la región Capital, una de las cinco en que se encuentra dividido el país. Estratégicamente localizada en el Báltico, Bornholm ha sido controlada por Dinamarca la mayor parte de su historia, pero también por Suecia y Lubeca. Las ruinas del castillo Hammershus en el extremo noroeste dan testimonio de su gran importancia. Las principales industrias de la isla son la pesca, la cerámica, la fabricación de relojes y los productos lácteos. El turismo es importante durante el verano, especialmente por sus cuatro iglesias redondas. Bornholm también es conocida como la «isla del sol» por su clima agradable, y la «isla de las rocas» por su terreno único. El pequeño archipiélago de Ertholmene, localizado a unos 18 km al nordeste de Bornholm, no forma parte de ningún municipio ni de ninguna región, sino que es administrado directamente por el Ministerio de Defensa de Dinamarca.
[11] Witold Pilecki, también conocido como Roman Jezierski, Tomasz Serafiński, Druh, Witold) fue un soldado de la Segunda República de Polonia, cofundador de la Tajna Armia Polska, o Ejército Secreto Polaco, además de miembro del Armia Krajowa, Ejército Nacional polaco, distinguido por su lucha contra la ocupación nazi de Polonia. Es la única persona conocida que se internó de forma voluntaria en el campo de concentración Auschwitz, cuando no se sabía bien lo que allí le hacían a los prisioneros. Una vez dentro, organizó la resistencia e informó al exterior acerca de las atrocidades del Holocausto. Escapó en 1943 y participó en el levantamiento de Varsovia. Al finalizar la guerra, fue ejecutado en 1948 por el gobierno comunista de la República Popular de Polonia establecido a instancias de la Unión Soviética.
[12] Władysław Albert Anders fue un militar polaco, que alcanzó el grado de general, destacando por su participación en la segunda guerra mundial, durante la que mandó el II Cuerpo de Ejército polaco en el Teatro de Operaciones europeo, y anteriormente en la Campaña en África del Norte.
[13] William Averell Harriman (Nueva York, 15 de noviembre de 1891-Yorktown Heights, Nueva York, 26 de julio de 1986), político del Partido Demócrata de los Estados Unidos, hombre de negocios y diplomático. Averell Harriman nació en Nueva York, hijo del magnate de los ferrocarriles Edward Henry Harriman, hermano de E. Roland Harriman, y de Mary Williamson Averell. Estudió en el Groton School en Massachusetts antes de asistir a Yale, donde se unió a la sociedad Skull & Bones. Su primer matrimonio fue con Kitty Lanier Lawrence, que murió en 1936. Después se casó con Marie Norton Whitney, quien abandonó a su esposo Cornelius Vanderbilt Whitney para casarse con Harriman. Su tercer y último matrimonio fue con Pamela Beryl Digby, la exesposa del hijo de Winston Churchill, Randolph, y del productor Leland Hayward.
[14] James Francis Byrnes (2 de mayo de 1879 — 9 de abril de 1972) fue un político estadounidense de Carolina del Sur. Durante su carrera política, Byrnes fue miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos (1911-1925), senador (1931-1941), juez de la Corte Suprema (1941-1942), secretario de Estado (1945-1947), y gobernador de Carolina del Sur (1951-1955). Por lo tanto, Byrnes fue uno de los pocos políticos que trabajó en las tres ramas del gobierno central y también en la esfera estatal. Fue también un colaborador cercano del presidente Franklin Roosevelt, y fue uno de los principales personajes de la política interior y exterior de los Estados Unidos a mediados de los 1940.
[15] Clement Richard Attlee, (Putney, Londres, 3 de enero de 1883-Westminster, 8 de octubre de 1967) fue un destacado político británico, líder del Partido Laborista entre 1935 y 1955 y primer ministro del Reino Unido entre 1945 y 1951. Durante su mandato sentó las bases para el establecimiento del estado del bienestar en su país creando, entre otras, la asistencia sanitaria universal y gratuita en Reino Unido. Está considerado como uno de los mejores primeros ministros del Reino Unido, y como uno de los más populares.
[16] El Tratado de Amistad, Colaboración y Asistencia Mutua, más conocido como Pacto de Varsovia por la ciudad en que fue firmado, fue un acuerdo de cooperación militar firmado el 14 de mayo de 1955 por los países del Bloque del Este. Diseñado bajo el liderazgo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), su objetivo expreso era contrarrestar la amenaza de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y en especial el rearme de la República Federal Alemana, a la que los Acuerdos de París permitían reorganizar sus fuerzas armadas. El Pacto se disolvió el 1 de julio de 1991, tras las Revoluciones de 1989, simbolizadas por la caída del Muro de Berlín.
[17] La batalla de Okinawa, cuyo nombre clave fue Operación Iceberg, se libró en la isla de Okinawa, en las Islas Ryukyu y fue el mayor asalto anfibio en el Teatro del Pacífico. Se combatió durante 82 días, desde principios de abril hasta mediados de junio de 1945.
[18] El Plan Marshall —oficialmente llamado European Recovery Program (ERP)— fue una iniciativa de Estados Unidos para ayudar a Europa Occidental, en la que los estadounidenses dieron ayudas económicas por valor de unos 14 000 millones de dólares de la época, para la reconstrucción de aquellos países de Europa devastados tras la Segunda Guerra Mundial. El plan estuvo en funcionamiento durante cuatro años desde 1948. Los objetivos de Estados Unidos eran reconstruir aquellas zonas destruidas por la guerra, eliminar barreras al comercio, modernizar la industria europea y hacer próspero de nuevo al continente; todos estos objetivos estaban destinados a evitar la propagación del comunismo, que tenía una gran y creciente influencia en la Europa de posguerra. El Plan Marshall requirió de una disminución de las barreras interestatales, una menor regulación de los negocios y alentó un aumento de la productividad, la afiliación sindical y nuevos modelos de negocio «modernos
David Odalric de Caixal i Mata: Historiador Militar, experto en Geoestrategia Internacional y Terrorismo Yihadista. Director del Área de Seguridad y Defensa de INISEG (Instituto Internacional de Estudios en Seguridad Nacional). Director del Observatorio contra la Amenaza Terrorista y la Radicalización Yihadista (OCATRY). Asesor en Seguridad y Defensa en HERTA SECURITY. Director de OSI INTELLIGENCE (Occidental Studies Institute-USA) Membership research projects in support of Veterans of the Armed Forces of the United Kindom. Membership in support of the AUSA (Association of the United States Army) Miembro asesor de la Sección de Derecho Militar y Seguridad del ICAM (Ilustre Colegio de Abogados de Madrid). Membership in support of the Friends of the Israel Defense Forces.